Estados Unidos

¿Esconde el Gobierno de Theresa May al espía Steele?

El Kremlin insinúa que el autor del polémico informe sobre el futuro presidente de EE UU trabaja aún para los servicios secretos británicos

La casa de Steele en Surrey, al sur de Londres, está valorada en 1,5 millones de libras
La casa de Steele en Surrey, al sur de Londres, está valorada en 1,5 millones de libraslarazon

El Kremlin insinúa que el autor del polémico informe sobre el futuro presidente de EE UU trabaja aún para los servicios secretos británicos

El particular Watergate de Donald Trump va sumando capítulos. Y ninguno de ellos tiene nada que envidiar a las novelas de James Bond. Christopher Steele sigue desaparecido. El ex espía británico del MI6 ha sido identificado como el autor del polémico informe de 35 páginas que asegura que el Kremlin podría tener información comprometedora para chantajear al presidente electo.

El Gobierno ruso cree que Steele podría seguir trabajando para los servicios de inteligencia británicos. El tuit difundido al respecto por la embajada rusa no podía ser más de película. Consta de un texto escrito sobre una fotografía en blanco y negro con tres signos de interrogación: «La historia de Christopher Steele: los agentes del MI6 nunca son ex: informando en ambos sentidos, contra Rusia y el presidente de EE UU». En un principio, el Gobierno británico se negó a especificar si había prestado asistencia a Steele, quien abandonó el miércoles su casa en Surrey, al sur de Londres, al saber que su nombre iba a aparecer en todos los medios. Pero debido a las tensiones que este episodio está generando a ambos lados del Atlántico, la misma primera ministra, Theresa May, aclaró ayer que no existen vínculos con el ex espía. «Dejo absolutamente claro que la persona que produjo este expediente lleva años sin tener relaciones con el Gobierno», manifestó en una rueda de prensa.

Con todo, «fuentes estadounidenses» citadas ayer por «The Daily Telegraph» aseguran que el Ejecutivo británico autorizó al ex agente del MI6 a entregar al FBI el dosier que aludía a presuntos comportamientos sexuales perversos de Trump y a supuestos pactos entre el presidente electo y Rusia. El informe salió a luz en la Prensa estadounidense esta semana. Sin embargo, según el rotativo británico, el documento ya era conocido por el FBI, que recibió hace meses por parte de funcionarios de Londres «el permiso» para ponerse en contacto con Steele.

El ex espía teme ahora por su vida y lo último que se sabe de él es que abandonó su domicilio junto con su familia, dejando a su gato al cuidado de los vecinos «por unos días». Desapareció a bordo de un mercedes negro que ahora tendría que cruzar las calles sin hacer ruido para pasar desapercibido. Pero como ex espía, Steele bien debe saber que será tan sólo cuestión de tiempo que alguien dé con su paradero. Hoy por hoy, nadie responde al teléfono de Orbis Business Inteligence, la empresa privada que dirige en Londres y que montó tras trabajar para los servicios secretos británicos durante 20 años en Moscú.

Por si la historia no fuera ya de por sí turbulenta, ayer apareció un nuevo personaje: sir Andrew Wood, un ex embajador británico en Moscú que asegura haber desempeñado un papel crucial para que el polémico informe acabara en manos del FBI. El ex diplomático, de 77 años, que sirvió como embajador en Rusia entre 1995 y 2000, se reunió el pasado noviembre en una conferencia de seguridad en Canadá con John McCain, senador por Arizona. El británico le alertó entonces de la posibilidad de que el Kremlin mantuviera a buen recaudo material comprometedor sobre Trump, incluyendo audio y vídeos. Tras su encuentro, McCain pasó el expediente a James Comey, jefe del FBI. Wood asegura que el norteamericano lo consiguió por sus propias fuentes. Durante una entrevista ayer a la BBC, el ex embajador dijo que conocía a Steele y confiaba en su trabajo. «No creo que pudiera inventar cosas así», matizó. «Si sus fuentes le han dicho la verdad y él ha transmitido la verdad, está en peligro», dijo. «No creo que un esfuerzo por llegar a la verdad pueda ser perjudicial. Es mucho mejor saber cosas y ser abierto sobre ellas que fingir que no existen», concluyó.