
Defensa
Estados Unidos tiene un arma capaz de partir barcos en dos sin tocarlo: es sorprendente
Estados Unidos ha desarrollado un ingenioso sistema de bajo coste para transformar sus bombas convencionales en proyectiles de precisión capaces de hundir buques de guerra, un arma ya probada con éxito por un bombardero furtivo B-2

No es un impacto directo, sino algo mucho más letal. La estrategia consiste en hacer detonar la bomba justo debajo de la quilla del barco, en el agua. Esta explosión submarina genera una gigantesca burbuja de gas que levanta el casco de forma violenta, para después dejarlo caer al vacío. El resultado es una tensión brutal para la que ninguna estructura está preparada, capaz de debilitar la estructura del barco hasta el punto de partirlo literalmente en dos.
Con esta premisa tan devastadora opera Quicksink, el programa con el que la Fuerza Aérea de Estados Unidos busca transformar bombas convencionales en armas de precisión para hundir buques de guerra. Se trata de un cambio de paradigma que ofrece una alternativa a los costosos misiles y torpedos que, hasta ahora, dominaban el combate naval, abriendo la puerta a una solución de bajo coste para neutralizar amenazas complejas en el mar. Esta búsqueda de eficiencia cobra especial importancia en un momento en que se desarrollan proyectiles cada vez más sofisticados, como un nuevo misil de más de 400 kilos diseñado para ser letal contra cualquier aeronave.
De hecho, este concepto ya ha dejado el tablero de diseño para demostrar su eficacia en una prueba real en aguas del Mar de Noruega. En este ejercicio, un bombardero furtivo B-2 Spirit, apoyado por cazas F-35A noruegos, lanzó uno de estos proyectiles modificados contra un navío, logrando su destrucción completa, tal y como han revelado en The War Zone. La colaboración de los cazas F-35A en la prueba subraya la creciente interoperabilidad y el poder aéreo que este avión proporciona, hasta el punto de que pequeños países europeos están reforzando sus defensas con el F-35.
De bomba convencional a arma inteligente para hundir barcos
En esencia, el sistema adapta una bomba estándar GBU-31 JDAM, un proyectil de unos 907 kilogramos guiado habitualmente por coordenadas GPS para alcanzar objetivos estáticos en tierra. La clave de su nueva capacidad reside en la instalación de un nuevo buscador de infrarrojos en el morro, que le permite localizar y perseguir de forma autónoma un barco en pleno movimiento durante la fase final de su trayectoria.
Por otro lado, aunque la capacidad furtiva del bombardero B-2 lo convierte en una plataforma de lanzamiento idónea, el aspecto económico es fundamental en este proyecto. El kit de guiado que convierte la bomba tiene un coste actual que ronda los 200.000 dólares por unidad, pero el objetivo es rebajar drásticamente esa cifra hasta los 50.000 dólares una vez que el sistema entre en producción a gran escala.
Asimismo, los planes de futuro para Quicksink son aún más ambiciosos. El siguiente paso contempla la incorporación de kits de alas desplegables, conocidos como JDAM-ER, que permitirían triplicar el alcance del arma. Esta mejora ampliaría su radio de acción desde los aproximadamente 24 kilómetros actuales a más de 70, ofreciendo a las aeronaves la capacidad de atacar desde una distancia mucho más segura de las defensas enemigas.
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