Reino Unido
Boris Johnson se queda solo tras las deserciones del “Partygate”
El “premier” británico se enfrenta a una ola de dimisiones, mientras aumentan los «tories» que buscan una moción de censura interna
Boris Johnson llegó a decir en una ocasión al que fuera su todopoderoso asesor Dominic Cummings –convertido ahora en su peor enemigo– que le gustaba el caos a su alrededor. Creía que era algo que le beneficiaba porque él se presentaba luego como el gran salvador. Pero en esta ocasión no le está funcionando. Downing Street atraviesa el peor caos desde que se convirtió en primer ministro de Reino Unido y la pregunta que se plantean ahora, tanto fuera como dentro de su propias filas, es si va a lograr durar mucho más en el cargo.
Con su autoridad más cuestionada que nunca, el aún líder «tory» mantuvo ayer una reunión con cerca de 80 empleados del Gobierno comprometiéndose «a mejorar la forma en la que van a operar a partir de ahora las cosas». Asimismo, mandó una carta a sus diputados prometiéndoles «línea directa» con el Número 10 para que «desempeñen un papel importante en la generación de ideas y debates». Pero, pese al guion, la sensación que impera es la de un mandatario que ha perdido completamente el control.
En medio del escándalo del «Partygate», la dimisión de hasta cinco altos cargos de su equipo en tan solo dos días –entre ellos su secretario personal y responsable de comunicación–, le deja en una situación de extrema vulnerabilidad. En las reuniones mantenidas ayer con los miembros del Ejecutivo británico aseguró que las salidas estaban acordadas como parte de la reestructuración que quiere llevar a cabo. Es más, Johnson llegó a citar a uno de los personajes de la película «El rey león» para transmitir que «el cambio es bueno».
Pero lo cierto es que cuesta creerle, teniendo en cuenta que algunas de las cartas de renuncia han sido sumamente duras. Es el caso de Munira Mirza, la que fuera jefe de política y miembro de su equipo durante más de diez años. Mirza argumentó que su continuidad era insostenible debido a un comentario que Johnson lanzó en el Parlamento contra el jefe de la oposición, el laborista Keir Starmer, a quien acusó sin fundamento de no haber hecho lo suficiente para condenar a un conocido acusado de pederastia cuando era director de la Fiscalía de Inglaterra. Ayer, se produjo una quinta dimisión, la de Elena Narozanski, una asesora experta en educación, cercana a Mirza, que no hizo públicos los motivos de su marcha.
Pese a los esfuerzos de Johnson por superar el «Partygate», se mantiene sobre él la amenaza de que su propio partido convoque una moción de confianza sobre su liderazgo. Algunos medios estiman que alrededor de 20 diputados han enviado ya una petición formal para convocar ese voto, que se celebraría si lo piden al menos 54 parlamentarios «tories». El recuento, sin embargo, no es público, por lo que existe gran incertidumbre sobre el nivel real de amenaza.
Los diputados Nick Gibb y Aaron Bell fueron ayer el último en sumarse al goteo de anuncios de los últimos días por parte de parlamentarios conservadores que reclaman oficialmente un desafío. Johnson perdería esa eventual moción de confianza si al menos 180 votaran en su contra, lo que le apartaría del Gobierno y abriría un proceso de primarias entre los conservadores para designar a un sucesor. “Lamento decir que es difícil ver cómo puede ser que el primer ministro haya dicho la verdad”, aseguró en una carta Gibb, uno de los ministros conservadores con más años de servicio en la última década.
Un miembro de su Gabinete aseguró ayer al diario británico «The Times», sin revelar su identidad, que en su opinión el primer ministro tiene un 50% de posibilidades de sobrevivir al frente del Ejecutivo. «Existe la sensación de que esto es el final, se está desmoronando», afirmó.
Entre las principales figuras que tratan de acelerar la caída de Johnson se encuentra el propio Cummings. El que fuera su asesor, que cayó en desgracia y fue despedido en noviembre de 2020, es responsable ahora de algunas filtraciones del «Partygate». «Empujad lo que ya está cayendo», escribió en Twitter. «Está acabado», apostilló Cummings.
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