Reino Unido

Johnson alimenta el independentismo escocés

Sturgeon aprovecha la debilidad del «premier» británico y lanza una campaña para celebrar otro referéndum de secesión

El primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson
El primer ministro de Reino Unido, Boris JohnsonDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Aprovechar el momento de debilidad del rival es clave en cualquier estrategia política. Y eso es exactamente lo que está haciendo ahora la ministra principal escocesa, Nicola Sturgeon, con Boris Johnson. El inquilino de Downing Street atraviesael momento más delicado de su carrera. La moción de confianza forzada por los rebeldes de sus propias filas ante el «Partygate» ha dejado su liderazgo más cuestionado que nunca. Sus planes para cambiar de manera unilateral el acuerdo del Brexit amenazan con abrir una guerra comercial con la UE. Y su polémico programa para mandar a Ruanda a los solicitantes de asilo que han llegado por rutas ilegales le ha enfrentado con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

En definitiva, la autoridad del aún líder «tory» se desmorona, por lo que Sturgeon considera quees el mejor momento para volver a sacar la artillería pesada del nacionalismo escocés iniciando una nueva campaña para celebrar otro referéndum de independencia en 2023. «Estamos lidiando con un primer ministro que no respeta la democracia, la ley ni ninguna de las normas que sustentan la democracia en Reino Unido», recalcaba en la presentación del informe «Independencia en el mundo moderno. Más rico, más feliz, más justo: ¿por qué no Escocia?», donde se establece un análisis del desempeño de Reino Unido en una serie de indicadores económicos y sociales en relación a otros países Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Irlanda o Noruega.

La responsable del SNP se ha comprometido a presentar «muy pronto» ante Holyrood una «significativa» actualización de todo este proceso, que, por el momento, está en fase de asesoramiento legal. «Revelar cualquier detalle ahora pondría supondría violar el código ministerial», matizaba.

Tras el histórico plebiscito de secesión escocés de 2014 –donde ganó la unión a Reino Unido con el 55,3%–, los separatistas aceptaron que la consulta era «única en una generación». Pero con el Brexit consideran que las reglas de juego han cambiado. No en vano, en Escocia el apoyo a la permanencia en la UE ganó por el 62%.

La pandemia centró la atención en el problema sanitario. Sin embargo, el debate volvía a plantearse sobre la mesa tras los comicios de mayo de 2021 en el Parlamento de Edimburgo, donde los nacionalistas ganaban su cuarto mandato consecutivo. Se quedaron a tan solo un escaño de la ansiada mayoría absoluta, pero el apoyo de Los Verdes otorga una clara mayoría a favor de la secesión.

En Reino Unido no hay Constitución escrita. Si se quiere celebrar un referéndum legal, el Gobierno escocés tendría que solicitar a Londres la activación de la denominada Sección 30 del Tratado de Escocia de 1998 para la transferencia de poderes. Pero, a diferencia de 2014, Downing Street no está ahora por la labor de sacar las urnas.Desde el Número 10 consideran que «no es el momento de hablar de otro referéndum» y que confían en que el pueblo escocés quiera y espere que ambos Gobiernos «trabajen juntos» para solucionar «desafíos globales» como el alto coste de vida, la guerra de Ucrania y el resto de «problemas que son importantes para sus familias y sus comunidades».

Sturgeon ya ha advertido que si se cuestiona la capacidad del Parlamento escocés para legislar sin una orden de la sección 30, está dispuesta «a navegar por un camino hacia adelante». «Lo haré de manera responsable, lo haré correctamente», matiza. Todo apunta a una batalla legal en los tribunales. Lo que está claro es que no tiene en mente seguir la «vía catalana», ya que siempre ha dado mucha importancia a la organización de una votación legal y legítimo para garantizar que tenga la aprobación internacional, particularmente dentro de la UE, ya que presenta la reincorporación de Escocia al bloque como uno de los principales beneficios de la independencia.

Según las últimas encuestas, el apoyo a la secesión es del 50%. Aunque la mayoría de los escoceses reconoce que Sturgeon sí tiene derecho a plantear una nueva consulta por los resultados conseguidos en los últimos comicios con un programa donde se abogaba por ello. Lo cierto es que el tiempo político para la líder nacionalista se agota. Tras casi dos décadas vinculada a la dirección de la formación, una parte importante de las filas considera que es el momento de dar paso a nuevas generaciones por lo que, es consciente, de que esta podría ser su última oportunidad.

Pero Sturgeon no lo va a tener fácil. La oposición laborista escocesa también ha cuestionado su discurso, afeándole estar «jugando a la política mientras la vida y el sustento de las personas están en juego». «Miles de escoceses se ven obligados a elegir entre la calefacción y comer y aún más se enfrentan a fuertes subidas en sus facturas; nuestro NHS [sistema público de salud] está desorganizado con la pérdida de vidas como resultado y nuestra infraestructura de transporte se está desmoronando ante nuestros ojos», aseguraba el líder laborista escocés, Anas Sarwar. «Que Nicola Sturgeon le dé la espalda a los problemas que enfrenta la gente de Escocia y decida en este punto centrarse en su propia obsesión es un triste ejemplo de cuán desconectado está este Gobierno», valoraba Sarwar.