Isabel II

«Dios salve a la Reina»

Los británicos se quedan huérfanos de quien ha sido su gran referente durante las últimas siete décadas

Londres amaneció soleado, pero el cielo se fue encapotando hasta explotar en una lluvia torrencial por la tarde coincidiendo de una manera casi poética con el fallecimiento de la reina Isabel II en el Castillo de Balmoral, en Escocia. El viaje de sus cuatro hijos Carlos, Ana, Andrés y Eduardo, así como del duque de Cambridge, Guillermo, y los duques de Sussex, Enrique y Meghan a Balmoral tras el primer comunicado del Palacio Buckingham pusieron a los británicos en el peor de los escenarios. Fuentes reales habían asegurado que «no se iba a producir comunicados continuos» a pesar de la creciente expectación nacional e internacional que había despertado su delicado estado de salud. La próxima comunicación sería la de su fallecimiento.

Así ocurrió a las 18:30 horas (19:30 horas en España), la emisión de la BBC se interrumpió para dar un comunicado oficial. La reina Isabel II había fallecido «pacíficamente» en Balmoral por la tarde. Fue un momento de inmensa tristeza, solemnidad y respeto para la familia real y para los británicos que se quedaban huérfanos de quien ha sido su gran referente durante las últimas siete décadas. La monarca más longeva de la historia británica murió rodeada de sus hijos como le habría gustado en su doble faceta de madre y reina. No era una gran sorpresa dada la edad de Isabel II, 96 años, pero, sin embargo, había una gran conmoción por su muerte. Los británicos necesitarán días para asimilarlo.

El médico que ha estado a cargo de la salud de Isabel II durante los últimos ocho años, Sir Huw Thomas, de 64 años, había advertido que su estado se había vuelto cada vez más frágil, pero que a pesar de esta condición la reina había insistido en continuar con sus deberes reales hasta el último momento. Hace dos días recibió a su decimoquinta primera ministra británica, Liz Truss en el castillo de Balmoral en vez de la tradicional recepción del Palacio de Buckingham. Un encuentro sin precedentes que marcaría lo que vendría después. La ética del trabajo de la reina estaba impulsada por un sagrado sentido del deber, escribía ayer «The Times». La monarca entendió que su papel era más que un honor, un privilegio o una vocación. Isabel II se entregó a los británicos y ese servicio público hizo que fuera admirada por todos. «Para muchas personas en Reino Unido, la reina ha sido un símbolo tranquilizador de certeza y continuidad a lo largo de su vida», relataba el corresponsal real de la BBC, Sean Coughlan. Miles de ciudadanos anónimos empezaron a congregarse a las puertas del Palacio de Buckingham mientras sonaba el himno nacional, y muchos lloraron cuando la bandera de la Unión Jack se bajó a media asta. Tras la lluvia de la tarde, se vio un arcoíris sobre el castillo de Windsor, su residencia habitual desde que estalló la pandemia en 2019.

Los homenajes empezaron a sucederse en resto del mundo tras conocerse su muerte. La nueva primera ministra británica, Liz Truss, vestida de riguroso negro, se dirigió a la nación frente al Número 10. «Estamos todos devastados por las noticias que acabamos de escuchar de Balmoral», declaró. «La muerte de su Majestad la Reina es un gran impacto para la nación y el mundo». Destacó que era «el final de la segunda era isabelina» y concluyó su discurso con la popular frase de «Dios salve a la Reina».

En un comunicado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, lamentó el fallecimiento de «más que una monarca». «En un mundo de cambios constantes, fue una presencia constante y un motivo de tranquilidad y orgullo para generaciones». El presidente de Francia, Emmanuel Macron, expresó sus condolencias por la muerte de Isabel II, que «encarnó la continuidad y la unidad de la nación británica durante más de 70 años». «La recuerdo como una amiga de Francia, una reina de buen corazón que ha dejado una huella duradera en su país y en su siglo», escribió en Twitter.

El Rey Felipe VI también envió sus condolencias por la muerte de la reina, destacando que la monarca fue «un ejemplo para todos nosotros» y que «su sentido del deber, su compromiso y toda una vida dedicada al servicio» de los británicos quedarán «como un sólido y valioso legado para las generaciones futuras». Hasta en una Ucrania en guerra el presidente Zelenski mostró sus respetos: «Una pérdida irreparable».