Defensa

Las explosiones sacuden Alemania, pero no por la guerra, sino por la herencia de una de las más terribles de Europa

Alemania combate una herencia mortal de la Segunda Guerra Mundial: cientos de miles de bombas enterradas. Ahora, un innovador software predice el impacto de su detonación para proteger a la población y las infraestructuras durante su desactivación

La ciudad de Dresde después del ataque aliado
La ciudad de Dresde después del ataque aliadolarazonEditorial Taurus

La detonación controlada de seis bombas de 227 kilogramos cada una, enterradas en distintas condiciones, no fue un mero ejercicio militar, sino un experimento a gran escala diseñado con un propósito muy concreto. Investigadores alemanes buscaban recopilar una cantidad ingente de datos reales sobre el comportamiento de las ondas expansivas, una información crucial para perfeccionar una nueva herramienta tecnológica que podría cambiar para siempre la gestión de un peligro latente en el país.

De hecho, esta operación responde a un problema que sigue marcando el día a día en Alemania: las cientos de miles de bombas aéreas de la Segunda Guerra Mundial que todavía permanecen sin explotar bajo sus ciudades. Cada hallazgo supone la paralización de barrios enteros y evacuaciones masivas, convirtiendo la desactivación de estos artefactos en una tarea de altísimo riesgo y una herencia de la contienda que se niega a desaparecer.

En este sentido, un equipo de científicos ha desarrollado una extensión del software VC BlastProtect, un simulador avanzado que busca anticipar con una precisión inédita la propagación de las ondas expansivas tanto en la superficie como, y aquí reside la clave, a través del subsuelo. Un modelo que, según informa el medio Interesting Engineering, es capaz de analizar incluso cómo medidas de contención como sacos de arena o grandes depósitos de agua alteran la dispersión de la energía en una detonación.

El desafío de predecir el comportamiento del suelo

Y es que el principal escollo para la fiabilidad de cualquier simulación reside en la propia naturaleza del terreno. El suelo posee una composición extremadamente heterogénea, donde la proporción de arena, limo, agua y aire puede variar drásticamente en cuestión de metros, afectando de forma imprevisible a la velocidad e intensidad con la que viaja una onda de choque. Esta incertidumbre es el mayor obstáculo para los equipos de artificieros.

Por tanto, la información empírica obtenida en las detonaciones controladas ha sido fundamental para validar y refinar los complejos modelos matemáticos del software. Gracias a esta tecnología, los equipos de desactivación pueden disponer de evaluaciones de riesgo mucho más exactas, lo que se traduce en una doble ventaja: por un lado, se reduce considerablemente el tamaño de las zonas de evacuación, minimizando las molestias para la población; por otro, se protegen con mayor eficacia las infraestructuras críticas subterráneas, como las tuberías de gas o el cableado de fibra óptica.