
Análisis
La falacia de la tregua de Putin
Lubomyr Luciuk, profesor en el Royal Military College de Canadá, analiza para LA RAZÓN la invasión rusa de Ucrania

¿Considera que la guerra de Ucrania está cerca de alcanzar un acuerdo de paz?
La guerra de Rusia contra Ucrania y los ucranianos tiene una intención genocida basada en la agenda revanchista e imperial de Vladimir Putin. No terminará pronto. Ucrania quiere la paz. Rusia no. Los ataques mortales dirigidos contra civiles en el Domingo de Ramos son solo los ejemplos más recientes de los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos por Rusia. Rendirse ante un estado terrorista como ese es impensable.
Sin ir más lejos, la pasada semana el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, visitó por sorpresa la región de Odesa para trasladar el apoyo al presidente Zelenski. ¿Qué lectura se puede hacer de esta visita?
La OTAN está siendo de ayuda, pero tendrá que aumentar significativamente su apoyo militar y geopolítico a la Ucrania asediada para preservar la paz en Europa y frenar la agresión rusa. La decisión de Alemania (¡por fin!) de proporcionar misiles «Taurus» es una contribución bienvenida, pero los miembros europeos de la OTAN (y Canadá) deben hacer más, y hacerlo ya. No basta con asegurar que Ucrania no pierda la guerra. Los ucranianos deben recibir las armas necesarias para derrotar militarmente a Rusia (algo que están logrando, aunque de forma fragmentaria). La incautación de los activos rusos congelados en Occidente y la puesta de esos recursos a disposición de Ucrania es crucial. Imponer y hacer cumplir sanciones mucho más estrictas contra la economía rusa es una medida que ya va con mucho retraso.
El presidente Donald Trump aseguró que acabaría con la guerra en 24 horas. Casi cien días después de llegar al gobierno parece que su paciencia se está agotando ante la incapacidad para alcanzar un acuerdo. ¿Está fallando la diplomacia de EE UU?
En cuanto al enfoque incoherente, inepto y ingenuo del gobierno estadounidense para tratar con Putin –ejemplificado por la actitud servil y apaciguadora de Steve Witkoff en Moscú–. Es evidente que ni Europa ni Ucrania pueden depender de la frenética administración Trump. Europa (y Canadá) tienen que actuar por su cuenta y deben tomar medidas activas para preservar su seguridad, incluyendo la integración de Ucrania en la Unión Europea (Ucrania pertenece con pleno derecho a Europa). El presidente Trump no tiene un plan coherente para detener la guerra de Rusia contra Ucrania; su propuesta de acuerdo sobre minerales raros fue parasitaria y no ofrecía garantías de seguridad a Ucrania. Más recientemente, se han escuchado comentarios sobre la posible partición de Ucrania. Esta desmembración ha sido rechazada por todos los ucranianos. Si hay algún estado que merece ser mutilado, es la llamada Federación Rusa, un constructo ilegítimo cuya existencia se basa en un mito colonialista ruso y en la continua subyugación de muchas naciones no eslavas en toda Eurasia.
¿Conseguirá Ucrania formar parte de la Unión Europea algún día?
Los ucranianos están muriendo mientras defienden a Europa. Si son abandonados o derrotados, el resto de Europa será el siguiente
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