Crisis en Japón

Fin del sueño de Ishiba, que dimite como "premier" tras las derrotas que fracturan el poder nipón

El efímero líder llegó al poder en septiembre con la promesa de «hacer sonreír de nuevo» al país nipón

Japón.- Dimite el primer ministro de Japón ante las críticas y divisiones en el seno de su partido
Dimite el primer ministro de Japón ante las críticas y divisiones en el seno de su partidoEuropa Press

El primer ministro japonés Shigeru Ishiba ha tirado finalmente la toalla tras menos de un año al frente del Gobierno y del Partido Liberal Democrático (PLD). Su dimisión, anunciada este domingo, llega tras un triple varapalo electoral que ha tambaleado el dominio del PLD, el coloso que ha moldeado la política nipona desde 1955. El efímero líder, de 68 años, llegó al poder en septiembre con la promesa de "hacer sonreír de nuevo" a Japón, pero su mandato se ha estrellado contra una inflación desbocada, el estancamiento salarial y un escándalo de donaciones que heredó de su predecesor.

Conocido como "lobo solitario" y un peso pesado intelectual, el exministro de Defensa y Agricultura se ganó la simpatía popular, pero no la de su propio partido, donde sus posturas contrarias a líderes previos le han supuesto enemigos. Su gestión naufragó en la Cámara Alta en julio, cuando junto a su aliado Komeito perdieron la mayoría frente a una oposición que capitalizó el hartazgo social con promesas de bajadas de impuestos y mano dura con la inmigración. Esta derrota, la tercera tras los reveses en Tokio y la Cámara Baja, selló su destino.

Hijo de un gobernador regional y miembro de la pequeña minoría cristiana del archipiélago, Ishiba se comprometió a «crear un nuevo Japón», revitalizar las zonas rurales y responder a la «urgencia silenciosa» del declive demográfico. Padre de dos hijas, este fumador empedernido solo nombró a dos mujeres en su gabinete, frente a las cinco que nombró Fumio Kishida. Abogó por un Japón más autónomo, menos atado a EE.UU. en defensa, y soñó con una OTAN asiática.

El líder declaró el domingo que creía que era «el momento adecuado» para retirarse, tras haber cerrado con Washington un acuerdo comercial que prevé 550 000 millones de dólares de inversiones niponas en Estados Unidos a cambio de una reducción de los aranceles impuestos por Trump, en particular a su industria automovilística.

Ahora, relegado a los escaños traseros, deja el camino libre a figuras como la ultraconservadora Sanae Takaichi o el carismático Shinjiro Koizumi. Mientras, el expremier podrá refugiarse en sus maquetas de barcos y aviones o en su peculiar pasión por el ramen, liderando el club parlamentario que lo venera.

El proceso sucesorio desata ahora una feroz carrera interna. Los aspirantes al liderazgo del PLD, que requiere el aval de al menos 20 legisladores, ya afilan sus estrategias. El vencedor deberá superar una votación en una Dieta fragmentada, donde el PLD, aunque líder en escaños en la Cámara Baja, no tiene garantizada la elección de su candidato como premier. La misión del próximo líder será titánica: resucitar la confianza en una coalición gobernante (PLD-Komeito) que, por primera vez, gobierna sin mayoría parlamentaria.

Los pesos pesados en liza son Sanae Takaichi, la halcona exministra del Interior que rozó el liderazgo en 2024; Shinjiro Koizumi, el mediático vástago de Junichiro Koizumi con aura de renovador; y Takayuki Kobayashi, exministro de Seguridad Económica con perfil tecnocrático. Yoshimasa Hayashi, leal secretario del gabinete, y Katsunobu Kato, titular de Finanzas, también podrían irrumpir en la contienda.

El tsunami ultranacionalista de Sanseitō

La renuncia de Shigeru Ishiba destapa la profunda crisis de esta facción, que por primera vez en siete décadas ha perdido su hegemonía parlamentaria. Esta vez, el desafío no viene de la izquierda, sino de una derecha nacionalista que ha roto el monopolio del PLD sobre el conservadurismo. Dos partidos noveles, el moderado Partido Democrático del Pueblo y el ultranacionalista Sanseitō, han irrumpido con fuerza, capturando el voto joven y desafiando el control de las generaciones mayores.

Liderado por el carismático Sōhei Kamiya, Sanseitō dio un golpe maestro al lograr 14 escaños en la Cámara Alta en julio, frente al único que ostentaba. Su lema “Japón Primero”, inspirado en el trumpismo, explota el descontento económico y social con un discurso que demoniza a las élites “globalistas”, a los inmigrantes como amenaza criminal y al establishment corrupto. Este relato, que bebe de la retórica de Zaitokukai y resuena con figuras como Alice Weidel o Trump, ha calado hondo entre jóvenes varones en el pais del Sol Naciente, lastrado por la inflación y el envejecimiento.

Este ascenso es inseparable de las redes sociales, donde Kamiya ha tejido una base leal. Desde su canal de YouTube “ChGrandStrategy”, activo desde 2013, hasta “Political Party DIY” en 2019, ha usado plataformas como X, YouTube y 5chan para propagar revisionismo histórico y conspiraciones, eludiendo los medios tradicionales. En un país donde el 73% de la población está conectada, su dominio de la economía de la atención algorítmica ha dinamitado el statu quo. La sucesión del PLD hereda ahora un campo minado donde el populismo ultranacionalista amenaza con redefinir el futuro político nipón.