Reforma de las pensiones

Francia, al borde del estallido social

El decreto de las pensiones de Macron abre una crisis institucional y provoca una ola de violencia que deja al gobierno de Borne en la cuerda floja

Paris (France), 21/03/2023.- A masked protester kicks back a tear gaz canister to police forces at Republique square, during a demonstration against the government pension reform in Paris, France, 21 March 2023. Protests continued in France after the French prime minister announced on 16 March 2023 the use of Article 49 paragraph 3 (49.3) of the French Constitution to have the text on the controversial pension reform law be definitively adopted without a vote in the National Assembly (lower house of parliament). The bill would raise the retirement age in France from 62 to 64 by 2030. (Protestas, Francia) EFE/EPA/YOAN VALAT
Rally against pension reforms in ParisYOAN VALATAgencia EFE

Más de tres millones y medio de personas salieron a las calles de Francia para exigir el retiro de la polémica Reforma de Pensiones este jueves. Una jornada que se saldó con doscientos incendios en todo el país, casi 500 detenidos, más de 400 policías heridos, saqueos, destrozos y un país roto cuya imagen se ve manchada en el mundo entero.

Políticamente, cada parte se mantiene férrea en su posición: Macron no retirará la reforma y los sindicatos ya se preparan para una nueva jornada de huelga este martes. Con el recuerdo aún fresco de la crisis de los Chalecos Amarillos del 2018, ¿qué opciones tiene el presidente Macron para calmar los ánimos? Aquí tratamos de desmenuzarlas.

Reconstruir su mayoría parlamentaria

El pasado lunes 20 de marzo, Macron logró salvarse in extremis de una moción de censura por tan sólo nueve votos. Pero ese resultado también sirvió para que el presidente les viera las costuras a sus supuestos aliados. Si bien la oposición no alcanzó los 287 votos requeridos para aprobar la moción, una votación tan alta como 278 no se habría logrado sin el concurso de la derecha tradicional, el partido Los Republicanos. Ante los ojos del país, sus diputados formaban parte del apoyo parlamentario a Macron, hasta que se conoció el número de votos por bancada y se vio matemáticamente la realidad: un tercio de Los Republicanos votó a favor de la moción de censura.

¿Qué puede hacer Macron para volver a ganarse la confianza de la derecha?

El politólogo del Instituto de Ciencias Políticas de París Gaspard Estrada lo dice en una frase: nombrar como primer ministro a un diputado que les tienda la mano. “Esto implica, por supuesto, sacar a la primera ministra actual, Elisabeth Borne” - explica Estrada. “Y poner en el puesto a un parlamentario de centro-derecha proveniente de los partidos como Horizons o MoDem. Incluso, si quiere ser más directo aún, nombrar a un representante de Los Republicanos”.

Una jugada para garantizarse la mayoría parlamentaria y poder gobernar en paz los cuatro años que le quedan de mandato. Quid pro quo. Sin embargo, en una reunión de emergencia con los diputados de su partido este martes, Macron afirmaba que una reestructuración de su tren ministerial estaba descartada.

Dialogar con los sindicatos

Las protestas multitudinarias que se viven ahora en Francia son mucho más amplias, socialmente hablando, de lo que fueron las de los Chalecos Amarillos en 2018. Y hay un elemento vital para ello: la unión intersindical. Por primera vez desde el año 2010, los diferentes sindicatos franceses como la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), la Confederación General del Trabajo (CGT), Fuerza Obrera, Federación Sindical Unitaria y otros, se han unido en protesta contra la Reforma de Jubilaciones. Recordemos que los sindicatos son estructuras organizadas, con financiamiento, con un profundo arraigo en la sociedad francesa y un poder político capaz de sacudir al país entero.

“El mundo sindical no tuvo una figuración tan importante en la crisis de los Chalecos Amarillos como la tiene ahora” – describe el politólogo Gaspar Estrada. “Y Emmanuel Macron, contrariamente a lo que uno hubiera podido imaginar, en vez de tenderle la mano a los sindicatos, está prácticamente empujándoles a salir a las calles”.

En este contexto, el secretario general de la CFDT, Laurent Berger, ha propuesto "poner en pausa" por seis meses la promulgación de la Reforma de Pensiones, para entrar en una fase de diálogo y calmar la situación. “Tenemos que hablar de trabajo, incluyendo el déficit del sistema de pensiones, pero no de esta manera, sintiendo que la ley se aplicará pase lo que pase" – explicó Berger.

Por ahora, Macron ha declarado estar “a disposición de los sindicatos” pero una eventual cita entre ambas partes no tiene aún ni hora ni fecha.

Retirar la Reforma de Jubilaciones

Sin duda, sería el gran sueño de millones de franceses en este momento, pero es un escenario poco probable.

Macron se ha jugado el pellejo en hacer de la reforma una realidad: no dudó en aprobarla por decreto, evadiendo la votación de la Asamblea Nacional, y ha declarado firmemente que está “dispuesto a asumir la impopularidad de esa decisión para salvar el interés general del país”. Para Macron, retirar la reforma ahora sería hacerse un harakiri político.

Gaspard Estrada lo explica así: “El mismo se metió en eso. En primer lugar y después de haber hablado con varios economistas que han estudiado el tema, no me queda claro que esta reforma sea tan imprescindible. El mismo Macron dijo en 2017 que no quería aumentar la edad de retiro. No se entiende por qué en un tema tan previsible, lo que no era urgente ayer sí lo es ahora”

Estrada también critica la forma en la que fue aprobada la reforma, recordando que el lema de campaña de Macron en 2022 era “Avec vous” (“Con vosotros” en francés) pero que, en realidad, ha hecho todo lo contrario. “Me parece que para este proyecto de reforma, lo hecho más bien “Sans vous” - sin vosotros – y eso forma parte del descontento actual, el sentimiento de que Macron traicionó sus promesas de campaña”.

Disolver la Asamblea Nacional

Aunque, en teoría, ya ha descartado esa opción, Macron tiene las herramientas legales para hacerlo. La Constitución francesa prevé que el presidente de la república solicite una disolución de la Asamblea Nacional en momentos de crisis polؙítica para intentar lograr une nueva mayoría parlamentaria que le permita gobernar tranquilamente. Se convocaría a nuevas elecciones legislativas en un plazo máximo de cuarenta días.

Recordemos que, en este segundo mandato que ha durado menos de un año, el gobierno de Emmanuel Macron ha utilizado la aprobación de leyes por decreto once veces. Es difícil imaginar que en los cuatro años que le quedan en el cargo, se convierta en un presidente que sólo gobierne por decreto. Se convertiría en una situación insostenible.

La disolución podría parecer entonces una alternativa para refundar las bases parlamentarias. Sin embargo, en medio del enorme descontento que reina en Francia contra las decisiones y la figura misma de Macron, volver a medirse en las urnas puede ser una apuesta arriesgada. Nada garantiza que el presidente logre una mayoría parlamentaria luego de sufrir el debilitamiento político de la Reforma de Pensiones y de haber visto caer su popularidad por debajo del 30%.

Como se dice en buen francés, sería dispararse “una balle dans le pied”.

Apostar al desgaste

Quizás eso sea lo que está haciendo el presidente en este momento: dejar correr el tiempo y que las jornadas de huelga no remuneradas, el cansancio físico y la derrota moral terminen de apagar las protestas. Una opción que evoca el año 2019, cuando los Chalecos Amarillos terminaron por desinflarse tras varios meses de manifestaciones de calle.

Sin embargo, hay un elemento diferenciador entre ambas épocas: el discurso de Emmanuel Macron.

El 10 de diciembre de 2018, el presidente hacía una especie de “mea culpa” en televisión – un poco melodramático para algunos- que vino acompañado de medidas concretas: aumento del salario mínimo en 100 euros, desfiscalización de las horas extra de trabajo y suspensión de impuestos a los jubilados que recibían menos de 2000 euros al mes.

Esto, sumado a la suspensión del impuesto a los combustibles que se pretendía aplicar a partir del año 2019 y que fue justamente la gasolina que encendió la crisis.

Macron había cumplido sólo un año y medio de su primer mandato y fue mucho más flexible de lo que se muestra ahora en 2023. Para apostar al desgaste de estas nuevas protestas, tendría también que entregar algo, ofrecer soluciones tangibles. Y en este caldo de descontento que se cocina en Francia, hay varios fuegos que se pueden atacar: el costo de los productos alimentarios, el aumento de los precios de la energía, la subida de los alquileres, los salarios bajos para una gran mayoría de trabajadores que rondan los 1.353 euros mensuales. En fin, un descontento general que espera un gesto del presidente de la república. De lo contrario, nada garantiza que la calle se calme.