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Análisis

Gira de Donald Trump por Oriente Medio: reconfiguración estratégica en un tablero de alta volatilidad

El viaje de esta semana del presidente de los Estados Unidos ha marcado un antes y un después en las relaciones políticas y económicas regionales

Trump en Emiratos Árabes Unidos, una de las paradas de su gira por Oriente Medio EFE

La reciente gira del presidente estadounidense Donald Trump por esta convulsa región no puede interpretarse de manera aislada, sino enmarcada en un contexto de extraordinaria complejidad estratégica. Incluso «Le Monde» habla de punto de inflexión, abandono del «Nation Building» y del intervencionismo militar, sustituyéndolo por la estrategia del acuerdo y del comercio. La gira, calificada de éxito incluso por figuras destacadas del partido demócrata como el representante Jim Himes (D-CT), líder de su partido en la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, no fue el único. La gira ha marcado un antes y un después en las relaciones geopolíticas y económicas regionales.

No faltaron, sin embargo, críticas desde sectores conservadores pro-israelíes en Estados Unidos, e incluso algún analista británico tratando de sacar pecho y promover su libro en los EE UU como Douglas Murray que curiosamente escribe en el periódico New York Post que pertenece al yerno de Trump Jared Kushner. Las críticas se centran particularmente en Steve Witkoff, el amigo íntimo del presidente, que empezó siendo enviado especial presidencial para Oriente Medio y ahora lo es para todos los conflictos. Witkoff fue acusado injustamente, entre otros por Murray, de ceder nuevamente ante Irán. Donald Trump Jr. salió en defensa de Witkoff, denunciando que sus críticos eran «ultraconservadores neocons belicistas y anti-MAGA», añadiendo «los neocons están obsesionados con la guerra».

En realidad, Witkoff ha diseñado una estrategia clara y contundente para evitar repetir el error del acuerdo nuclear de Obama (JCPOA), un pacto que, según los más reputados analistas, fortaleció peligrosamente a los sectores más radicales del régimen iraní. El actual secretario de Estado, Marco Rubio, fue tajante al señalar que cualquier nuevo acuerdo exigiría que Teherán renunciara a apoyar, entrena, financiar y usar a sus execrables proxies (Hizbolá, Hamás o los hutíes) y desmantele sus instalaciones de enriquecimiento de uranio. El combustible nuclear, si lo necesita, deberá ser importado y estrictamente controlado. Trump dijo que él iba a lograr un acuerdo que bloquearía para siempre el acceso de Irán al arma nuclear, y que se lograría por las buenas o por las malas, aclarando que «la malas» serían aplastar económicamente a Irán, no militarmente.

Una de las jugadas más audaces y sorprendentes de Trump fue levantar las sanciones a Siria (a instancias saudíes) y aceptar la mediación del príncipe Heredero Mohamed Bin Salman (más conocido como MBS) para reunirse con el presidente provisional Ahmed Al-Sharaa, una maniobra sin precedentes destinada a estabilizar Siria tras décadas de dictadura y más de una década de devastadora guerra civil. Para obtener el respaldo estadounidense y occidental, Al-Sharaa deberá demostrar fehacientemente su respeto hacia las minorías religiosas y étnicas (chiíes, alauíes, cristianos y drusos entre otros) y evitar que Siria se convierta nuevamente en un epicentro terrorista.

La gira de Trump trascendió el habitual marco diplomático, reflejando objetivos estratégicos cuidadosamente calculados. Uno de ellos es la paz en Gaza como imperativo estratégico: Trump dejó claro que el conflicto debe terminar inmediatamente, no solo por razones humanitarias, sino porque representa un obstáculo mayor para la estabilidad regional. Aunque Trump negó cualquier tipo de tensión con Netanyahu en una entrevista en «Fox & Friends» pero en la que dijo que los palestinos se estaban muriendo de hambre y que había que tomar medidas, añadió que «muy pronto veremos cosas muy buenas en Gaza». En círculos bien informados de Washington se habla abiertamente del hartazgo de Trump con Netanyahu y su irritación con el sector mas recalcitrantemente pro-Natanyahu (allí hacen la diferencia muy clara entre eso y ser pro-israelí).

Otro de los objetivos estratégicos es el equilibrio político pro-israelí: Trump ha demostrado habilidad diplomática al mantener presión sobre Netanyahu para acabar con las hostilidades en Gaza, sin poner en riesgo el apoyo del influyente lobby pro-israelí en EE.UU. Y como último objetivo, estaría la consolidación y expansión de los Acuerdos de Abraham: Aunque el proceso avanza con lentitud, la normalización de relaciones entre Israel y los países del Golfo sigue siendo prioritaria. Los avances han sido limitados, mostrando que aún persisten profundas reticencias en ciertos sectores árabes que desean ver un avance sustancial en el conflicto palestino-israelí antes de normalizar relaciones con Israel.

Uno de los mayores logros de Trump ha sido la reconfiguración de alianzas clave:

-Con Arabia Saudí: Riad emergió como actor determinante mediando entre Estados Unidos y el presidente sirio. El éxito de esta mediación fortalece considerablemente su liderazgo regional y global.

-Con Emiratos Árabes Unidos: Abu Dabi reafirmó su papel estratégico como mediador clave entre Siria e Israel, consolidándose como el principal aliado israelí en el Golfo Pérsico, lo cual se ha interpretado como una señal inequívoca de alineamiento con Occidente., a pesar de sus excelentes relaciones con Rusia y que los EAU no han aplicado sanciones ni al país ni al entorno de Putin.

- Con Qatar como interlocutor imprescindible: Doha ha sido crucial en negociaciones delicadas con actores conflictivos como Hamás, Hizbolá, hutíes y talibanes, siempre bajo solicitud directa de Washington. En palabras de Trump en la base aérea de Al Udeid: «No iniciamos guerras, colaboramos con nuestros socios para acabarlas, y Qatar es uno de los mejores aliados».

-Una estabilización sin intervenciones militares Trump apunta a una estabilización en Siria que permita una posible retirada de tropas especiales (JSOC), reduciendo la implicación militar directa en la región. Trump ha repetido durante toda la gira que la prosperidad genera seguridad, estabilidad y paz.

Coalición contra el yihadismo

La lucha contra el yihadismo sigue siendo un eje fundamental para la paz y estabilidad globales. Trump revitalizó la coalición internacional contra Al Qaeda e ISIS, con el objetivo claro de desarmar a milicias en Siria para impedir el acceso de grupos terroristas a armas avanzadas, y garantizando protección a minorías vulnerables como cristianos, chiíes, drusos y alauíes.

Estrategia Energética

Irán continúa siendo una amenaza estratégica directa para los intereses occidentales y árabes. Su influencia expansiva desde Irak hasta Yemen y el Golfo Pérsico plantea riesgos serios. La gira de Trump ha reforzado la estrategia para aislar a Irán, limitando su acceso a armas nucleares y reduciendo su influencia energética regional. Esto también constituye un serio aviso a China y Rusia, limitando su penetración económica y energética en una región clave.

Impacto económico

Los acuerdos económicos firmados durante la gira reafirman a Estados Unidos como socio preferente de los Estados del Golfo, desplazando notablemente a China. Arabia Saudí comprometió inversiones por más de 600.000 millones de dólares, destacando un histórico acuerdo de defensa por valor de 142.000 millones en armamento estadounidense, además de importantes iniciativas tecnológicas con Nvidia e infraestructura energética a través de Aramco. Qatar, por su parte, anunció inversiones por más de 120.000 millones de dólares, incluyendo pedidos masivos de aeronaves Boeing (más de 200 aviones entre 777X y Dreamliners 787-900) valoradas en 96.000 millones, fortalecimiento de proyectos energéticos estratégicos y activos acuerdos de defensa. Y Emiratos Árabes Unidos comprometió más de 140.000 millones de dólares, destinando grandes sumas al desarrollo tecnológico en inteligencia artificial, infraestructuras energéticas hasta 2035 y significativas inversiones industriales como la planta de aluminio en Oklahoma una inversión de 4000 millones de dólares.

Nuevo Paradigma Regional

La gira de Trump marca una nueva era en Oriente Medio, caracterizada por pragmatismo, diplomacia firme, reducción del intervencionismo militar directo y fortalecimiento de alianzas regionales estratégicas. Su discurso en Al Udeid sintetizó claramente esta filosofía: firmeza estratégica sin belicismo innecesario, promoción de la industria estadounidense y diplomacia pragmática.

Conclusión: hacia un orden regional renovado

La visita de Trump a Oriente Medio representa algo más profundo que una simple misión diplomática. Es una apuesta clara por un nuevo paradigma que busca estabilidad, seguridad y prosperidad mediante la diplomacia activa, la cooperación económica y la contención estratégica. De hecho afirmó que los tres países visitados habían sido marginados y maltrados por las administraciones precedentes y que eran leales aliados y amigos de los EEUU que estaban “deseando mostrar su amor por América”.

Sin embargo en esta región marcada por turbulencias históricas, el éxito final dependerá de la habilidad de los actores regionales e internacionales para navegar en estas procelosas aguas, donde los conflictos latentes y activos siempre amenazan con desbordarse. La política exterior hacia oriente medio pragmática y de promoción de la paz, contrasta vivamente con la guerra arancelaria y otras estrategias que han perturbado seriamente la estabilidad de los mercados o generando inquietud entre los aliados. Sim embargo esta gira ha demostrado que se puede ser firme y tender la mano al mismo tiempo poniendo el acento en evitar o resolver los conflictos en lugar de provocarlos o promoverlos. No creo que ni sus más feroces críticos se lo puedan reprochar. Esperemos que este mismo espíritu acabe impregnando el resto de las áreas de la política exterior y la estrategia económica y de seguridad de Trump 2.0.