Oriente Medio

Hizbulá-Hamás, dos polos opuestos unidos contra Israel

Los dos grupos están considerados como terroristas, pero uno es chií y el otro suní, ramas del islam en conflicto abierto

Milicianos de Hizbulá
Milicianos de HizbulálarazonAgencia EFE

El odio hacia Israel puede conseguir algo que siglos de beligerancia fratricida y millones de muertos musulmanes no ha logrado: unir a las tribus chiíes y suníes en un objetivo común; en una cruzada por Dios, la yihad, para destruir el país de los judíos comandado por el primer ministro, Benjamin Netanyahu. Ese es el gran temor sobre la mesa del Ministerio de Defensa israelí, su homónimo estadounidense, la OTAN y muchos Gobiernos occidentales. La relación entre Hamás y Hizbulá, más allá de la cercanía geográfica, es un ejemplo de la aproximación de las dos corrientes mayoritarias y enfrentadas del islam. ¿En qué se parecen y diferencian? ¿Cómo colaboran? Los dos grupos están considerados como organizaciones terroristas por Estados Unidos y ambos mantienen una contienda abierta con Israel, aunque por razones distintas. ¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo, dice el proverbio árabe, pero, hasta qué punto? Las diferencias son muchas. Hamás fue creado en 1987, pertenece a la rama suní del islam, la mayoritaria de esa religión, y su objetivo primordial es dominar la Franja de Gaza, que controla desde 2007, donde opera casi exclusivamente. Además de ataques terroristas y operaciones a gran escala como la del 7 de octubre de 2023, cuenta con la capacidad de lanzar con cohetes, en gran parte artesanales, pero que no son rivales para la Cúpula de Hierro, el sistema antimisiles de Israel.

Por su parte, los fieles de Hizbulá son chiíes, como Irán, cuya

Revolución Islámica es su inspiración, y surgieron como consecuencia de la guerra de Líbano de 1982. El grupo se unió a muchas de las facciones que habían luchado independientemente en el conflicto y se considera un aliado clave del régimen sirio de Bachar al Asad. Sus tropas irregulares han sido entrenadas por el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní. En los años 90, estableció una rama política que todavía domina la alianza gobernante de Líbano. A partir de los conflictos en Siria e Irak, el grupo adoptó un papel internacionalista y luchó en las dos guerras para oponerse a cualquier presencia occidental, o de Israel, en la región. Los líderes de Hizbulá felicitaron a Hamás a propósito de los ataques del 7 de octubre, que se saldaron con unos 1.400 israelíes muertos y, desde entonces, más de 40.000 víctimas en la Franja de Gaza. La reanudación de las hostilidades entre el grupo chií y el Tsahal, el Ejército israelí, comenzó poco después a lo largo de la frontera que comparten, que ha tendido que ser evacuada a ambos lados del muro fortificado que divide a los dos países. Más aún, fuentes de la inteligencia israelí hace tiempo que apuntan a que Hizbulá participó en la concepción y abastecimiento para los ataques que precipitaron el nuevo conflicto en Gaza, donde otra diferencia entre los grupos se ha hace evidente: su composición militar y política.

Hamás es un grupo paramilitar dirigido por las Brigadas de Al Qassam que, antes del conflicto, tenían una fuerza de unos 30.000 guerrilleros, según fuentes israelíes. Además, cuenta con una rama política independiente y que no forma parte de la Autoridad Nacional Palestina. Hizbulá también está categorizado como un grupo paramilitar, pero es la fuerza que controla Líbano y su capacidad militar está a la altura de cualquier ejército moderno, así como tiene un arsenal muy avanzado y dispone de más de 100.000 combatientes, según el grupo, entrenados profesionalmente. Es decir, que el apoyo que recibe cada grupo es muy desigual. Hamás se nutre de la población palestina en la Franja. Su fuente económica y material proviene de las ayudas internacionales, de Qatar, Turquía, y, en menor medida, de Irán. Su armamento y apoyo convierten al grupo en una fuerza demasiado pequeña para ser regional, al contrario que Hizbulá, cuyos recursos financieros tienen los bolsillos muy hondos, además de contar con una sólida base política y militar en Líbano, especialmente en el sur del país y en los suburbios de Beirut. Sus valedores son Siria e Irán, quienes pagan gran parte de las facturas, las armas y el entrenamiento.

Arsenal de Hizbulá
Arsenal de HizbuláTeresa Gallardo La Razón

Eventualmente, ¿si se produjese una mayor escalada regional, los grupos podrían unirse para coordinar su lucha sobre el terreno? Desde el inicio del conflicto en la Franja, la capacidad de Hamás, aunque todavía presente, ha sido destruida hasta un punto que reduce sus actividades a la lucha por su supervivencia. Solo este hecho ya descarta la posibilidad de una unión más allá de la actual alianza, que está determinada por el hecho de que ambos grupos ven la resistencia armada como un medio para alcanzar sus fines.

Aunque ambos reciben asistencia de Irán, que los considera claves en su lucha contra Israel y Occidente, uno es un brazo armado y el otro un peón. Sin embargo, tener a un patrón en común también ha facilitado la coordinación militar en materia de inteligencia y recursos militares. Más aún, el arma fundamental de Hamás en Gaza, los más de 500 kilómetros de túneles bajo su superficie, ha sido asistida por Hizbulá, que también ha compartido con el grupo palestino ingeniería iraní para desarrollar cohetes más efectivos.

Antes del conflicto la colaboración entre las organizaciones terroristas era un susurro, pero desde entonces es parte de la narrativa oficial, tal y como demuestra una de las últimas reuniones mantenidas por el difunto líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, con altos funcionarios de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, según informó el grupo, con el objetivo de evaluar lo que «los partidos del eje de la resistencia deben hacer en esta etapa tan delicada para lograr una verdadera victoria de la resistencia en Gaza y Palestina, y detener la brutal agresión contra nuestro pueblo».