Burkina Faso

Ibrahim Traoré renueva el gobierno de Burkina Faso para afianzarse en el poder

El primer ministro, junto con otros cuatro ministros, han sido sustituidos o enviados a nuevos puestos de relevancia política

Burkina.- El líder de Burkina Faso anuncia la remodelación de su gabinete tras el cese del primer ministro
Burkina.- El líder de Burkina Faso anuncia la remodelación de su gabinete tras el cese del primer ministroEuropa Press

El ser humano es una criatura implacable, siempre que se le permita. Los catequistas lo justifican en el pecado original. Y esta es la razón fundamental de que existan leyes y sistemas judiciales que, contrariamente de lo que consideran los legisladores, no funcionan para garantizar el orden de las cosas, sino para evitar que el ser humano se comporte como una criatura implacable y capaz de asesinar, robar y violar a niñas en el campo de batalla. No somos salvajes porque estas acciones no las cometería ningún animal de la selva. El ser humano se define como caótico desde que se autoexpulsó del orden de la naturaleza. Por eso hay leyes. Por eso existe el poder. Se crearon las primeras ciudades hace 7.000 años y el desorden y la perversión se hicieron indomables, hasta que emergieron los primeros órganos de poder justificados por la religión y las riquezas. Europa es una burbuja donde vive gente igual de implacable que en cualquier otro rincón del mundo, es sólo que no se les permite serlo abiertamente.

Los actos implacables a nivel colectivo se conocen como guerras. Arrasan con todo. Multiplican el mal y sepultan la bondad que el ser humano puede rascar en las ocasiones menos esperadas. Y una guerra a señalar ocurre desde hace una década en Burkina Faso, donde las ambiciones del mundo, implacables, se concentran y se abalanzan sobre su población asfixiada, cegada por las sombras, sedienta de un poder que saque el látigo y lo haga restallar las veces que haga falta hasta que el pecado gima y se mitigue. Por esta razón, y no otra, el capitán Ibrahim Traoré gobierna el país africano desde que triunfó su golpe de Estado en 2022. Él es el hombre del látigo. Lo hace sonar y descarna la piel de sus ciudadanos para restaurar el orden perdido. Sus soldados, acusados en ocasiones de actos caníbales y de masacrar a cientos de civiles de una tacada, son los dedos de la mano que sujeta el pedazo de cuero. Ibrahim Traoré piensa que el horror sólo se elimina con horror, porque dos negativos derivan en las matemáticas de forma inevitable en un símbolo positivo; en su tierra cabalgan desbocados los corceles del Hambre, la Guerra y la Discordia. La idea del capitán es que se aniquilen ellos mismos.

En su último intento por hacerse con el monopolio de la violencia que, considera, terminará con todos los demás actos deleznables, el presidente burkinés decidió el pasado viernes disolver el gobierno que se formó hace dos años de la mano de su asalto al poder. El primer ministro y cuatro ministros más fueron depuestos de sus sillones y sustituidos por otras figuras políticas de alto nivel. Sustituyó al primer ministro, Apollinaire Kyélem, quien fuera hasta ahora portavoz del gobierno y ministro de Comunicación, Cultura, Artes y Turismo: Jean Emmanuel Ouédraogo. La noticia cogió a muchos por sorpresa, al no haber motivos aparentes que justifiquen este cambio, pero LA RAZÓN cuenta con el testimonio de Èlia Borrás, periodista española afincada en Burkina Faso, para comprender los entresijos de la ocasión. Según Borrás, el cambio de carteras puede leerse “como un giro de timón del gobierno de Ibrahim Traoré, una fase siguiente en su liderazgo y también un cambio de sillas”.

No se trata de una purga. Nadie en el gobierno anterior parece haber pisado una mina política. Es sencillamente que hace dos años que Ibrahim Traoré tomó el poder con un discurso que aseguraba poner fin a una guerra cuyos niveles de violencia, lejos de disminuir, han aumentado a niveles donde los escalofríos pueden arrancarle a uno la piel a tiras. Literalmente. Allí están los vídeos que circulan en redes sociales y donde militares burkineses eligen bocados de carne humana como aperitivo del mediodía. Hace falta promover cambios a nivel interno; adáptate o muere. Y no debe olvidarse que, desde que Traoré dirige la batuta, el ejecutivo burkinés ha denunciado hasta seis intentos de golpe de Estado que, de ser ciertos, evidencian el peligro que corre el liderazgo del capitán de artillería reformado en presidente de una nación.

Borrás considera que “no sé si las repercusiones [del cambio de gobierno] serán buenas o malas, el país sigue igual, no sé si pondrán más acento en la guerra o si los militares tendrán más margen de maniobra para actuar por su propia cuenta. Pero imagino que lo que quiere Traoré ahora es hacer lo que crea más necesario para hacer la guerra… y que nadie le lleve la contraria”. Sólo uno debe tener el monopolio de la violencia en Burkina Faso. Un individuo que se sitúa por encima de sus ciudadanos, la democracia, la clase política y, por supuesto, muy por encima del propio gobierno de la nación. El monopolio de la violencia en Burkina Faso no debe tenerlo el Estado, debe tenerlo Ibrahim Traoré.

No es una purga. Es una maniobra del poder. Según la periodista española, “que [el nuevo primer ministro] fuera antes el portavoz y que sea una persona que sepa hablar tan bien y que ha tenido esta función durante dos años críticos para asentar el gobierno, significa que busca tener a alguien que no se vaya de la lengua, alguien muy claro y muy consciente”. En lo que respecta al anterior ministro de Trabajo, Bassolma Bazié, su nuevo puesto será el de presidente de la comisión de la Confederación de Estados del Sahel (antigua Alianza de Estados del Sahel), un gesto que Borrás considera que puede que “lo hayan pactado los tres países de la AES”.

“De los cuatro ministerios hay uno cuyo cambio veo lógico, que es el de la Acción Humanitaria. Hubo un escándalo de corrupción donde se habían movido 4.000 millones de francos CFA (6 millones de euros) que debían de haber entrado en las arcas de este ministerio. Se los había quedado, no el ministro, sino el director general de este ministerio”. La periodista entiende así el cambio de cartera en el ministerio de Acción Humanitaria. El resto ya se conoce.

Pero Borrás no quiere dejar de lado la faceta positiva de Traoré: “Realmente, Traoré está construyendo, está asfaltando, está haciendo industrias que no se habían lanzado nunca, está expropiando minas de oro… el país está en movimiento, más de lo que estaba antes”. No es oro todo lo que reluce, y suponemos que el dicho puede aplicarse a la inversa. Ahora bien, la periodista reconoce que “sí que es verdad que la gente tiene miedo de hablar y que se silencian todas las voces críticas, y no sé si decir si se les hace desaparecer, porque de repente ya no están y no se sabe si les han enviado al frente o qué”. Define a Traoré como “un estratega de desaparecer a personas”.

Debe recordarse que también hubo un cambio de gobierno en el pasado mes de noviembre en Mali, donde gobierna el general Assimi Goita tras su golpe de Estado particular en 2021. En este caso, el cambio de gobierno estuvo motivado por una serie de declaraciones realizadas por el primer ministro maliense, Chogue Maïga, donde criticaba la permanencia de los militares en el poder y su resistencia a la hora de convocar elecciones en el país. La salida de Maïga y su sustitución por el general Abdoulaye Maïga terminó todo atisbo civil del gobierno maliense para convertirse en un órgano militar en exclusiva. Goita es otro que ansía el monopolio de la violencia, del poder y de lo que pueda, aunque se venda como un líder de la liberación panafricana (no iba a venderse como un dictador cuyas tropas llevan tres años perdiendo una guerra y cometiendo masacres contra civiles en el centro y en el norte del país, sería contraproducente).

Artículos como este, publicados en un mundo donde el autoritarismo se presenta cada vez más atractivo para atajar las miserias humanas, tras olvidar millones de individuos (aterrorizados porque sólo ahora empiezan a comprender que el ser humano es implacable y el pánico les ciega en su búsqueda de soluciones) que el autoritarismo es una forma de gobierno que ya se probó durante milenios sin que ello supusiera una mejoría relevante en las condiciones de vida de los gobernados, merece la pena recordar voces sensatas. Y Charles Chaplin protagonizó una película atemporal llamada El Gran Dictador, en cuyo discurso final decía así:

“No os rindáis a aquellos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué pensar y qué sentir. Os barren el cerebro, os ceban, os tratan como a ganado y como carne de cañón. No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquinas con cerebros y corazones de máquinas. Vosotros no sois ganado, no sois máquinas, sois Hombres. Lleváis el amor de la Humanidad en vuestros corazones, no el odio. Sólo odian los que no aman, los que no aman y los inhumanos”.

El ser humano es implacable, siempre que se le permita. Pero estaremos perdidos el día en que no nos ofrezcamos el beneficio de la duda.