Irak

Irán afianza su hegemonía en la guerra contra el EI en Irak y Siria

Teherán patrocina y entrena a la nebulosa de milicias chiíes que combaten al Estado Islámico. Bagdad es clave para construir un nuevo mapa regional

Irán afianza su hegemonía en la guerra contra el EI en Irak y Siria
Irán afianza su hegemonía en la guerra contra el EI en Irak y Sirialarazon

Teherán patrocina y entrena a la nebulosa de milicias chiíes que combaten al Estado Islámico. Bagdad es clave para construir un nuevo mapa regional

La guerra en Siria e Irak contra el Estado Islámico ha brindado a la República Islámica de Irán un papel protagonista en la influencia de la región. En una entrevista reciente a la televisión libanesa Al Mayadeen, pro-Hizbulá, Mohammad Sadeq al-Hosseini, asesor del ex presidente iraní, Mohammad Khatami, señaló que el Irán chií, a través de sus súbditos, ha tomado el control de facto sobre cuatro capitales árabes: Beirut con la milicia chií Hizbula; Damasco, a través del régimen alauita de Bashar al Asad; Bagdad, a través del gobierno chií. Y Por último, Sana, donde la secta yemení proiraní Houthi entró hace poco, y ahora domina la capital.

Con retórica populista, Hosseini reclamó que Irán y sus aliados «en el eje de la resistencia, somos los nuevos sultanes del Mediterráneo y el Golfo. Nosotros, en Teherán, Damasco, suburbio del sur de Beirut, Bagdad y Sana darán forma al nuevo mapa de la región». Y es que las pretensiones de liderazgo de Irán sobre la región son ya una realidad que se refuerza con las negociaciones entre Washington y Teherán sobre su programa nuclear «pacífico» tras 35 años de congelación de relaciones bilaterales.

En esta progresión por la hegemonía regional, las milicias chiíes en Irak, con una clara influencia iraní, están a la vanguardia en la guerra contra el Estado Islámico. Grupos armados chiíes que permanecían inactivos desde la invasión de Estados Unidos en 2003 se han reactivado de nuevo y constituyen las primeras espadas de las operaciones del Ejército iraquí en Mosul, Tikrit, Biyi y Samarra. Teherán apadrina toda una nebulosa de milicias que tomaron las armas hace una década como Asaib al Haq o Liga de los Virtuosos, una escisión del Ejército del Mahdi, o las Brigadas de Badr, brazo militar del Consejo Supremo para la Revolución Islámica han desplegado a sus combatientes en Samarra y Bagdad en un esfuerzo para detener el avance del Estado Islámico. Otra de las milicias que está en la «avanzada» de las operaciones militares es Hizbulá (el Partido de Dios) de Irak. Aunque dice ser una organización armada diferente a la libanesa, comparte la misma filosofía, los objetivos, el color amarillo de la bandera y, cómo no, la financiación de Irán. También, Hizbulá de Irak ha enviado a combatientes a Damasco (Siria) para proteger los lugares santos chiíes como el mausoleo de Saida Zeinab. Estas milicias, apoyadas por cientos de miles de voluntarios chiíes, lideran las operaciones militares del Ejército iraquí y reciben entrenamiento militar.

Los nuevos reclutas son transferidos a los cuarteles del Ejército para recibir entrenamiento y tras la preparación los destinan al frente. «Aquellos que ya adquirieron experiencia militar en el pasado están periodos más cortos y los nuevos están un periodo más largo de formación (máximo de 15 días). Aprenden a manejar las armas y tácticas modernas», señaló el comandante Asaadi a LA RAZÓN, antes de agregar que «todo está bajo estricta coordinación con las Fuerzas de Seguridad».

De lo que no habló el mando militar es del peligro que podría suponer en el futuro el hecho de que todos los varones chiíes mayores de edad tengan un arma y entrenamiento militar en una sociedad donde todavía está instalado el germen del odio sectario. No ha hecho falta esperar para ver los primeros episodios de venganza. Chiíes que se toman la justicia por su mano contra sus enemigos suníes. Las milicias sectarias que combaten al Estado Islámico han cometido atrocidades contra sus rivales tradicionales.

Este fenómeno se ha convertido en un problema para el Gobierno de mayoría chií en Bagdad, blanco de críticas internacionales por las actuaciones de estos grupos. El nuevo primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, no oculta su temor a que estas organizaciones escapen a todo control. Los suníes acusan a los grupos armados chiíes, con lazos con las milicias iraníes y el movimiento armado libanés Hizbulá, de cometer abusos contra su comunidad. No en vano, cientos de miles de chiíes han respondido al llamamiento a la «guerra santa» dictado por el gran ayatolá Ali al Huseini al Sistani para luchar contra el Estado Islámico. Esta fatwa es la primera promulgada desde 1920 por la Maryayia, máxima autoridad religiosa chií de Irak. Ali Sistani es considerado el hombre más influyente en la política de Irak después de la invasión de Estados Unidos en 2003. Hay que recordar que el gran ayatolá Sistani es originariamente de Irán, de la ciudad de Isfahán, y está influenciado por las decisiones del Ayatolá Ali Khamenei.

El dominio de las milicias chiíes, bajo el control de Irán, se observa también en Líbano, donde Hizbulá está liderando las ofensivas contra el Estado Islámico y el Frente al Nusra en el norte del Líbano, y también tiene una fuerte presencia en Siria, donde combate junto a las fuerzas de Asad.