Referéndum
Irlanda vota si su Constitución tiene que recoger los "deberes en el hogar" de la mujer
Celebra este viernes dos referendos que decidirán si se cambia la Constitución de 1937 para eliminar referencias sexistas, discriminatorias y anticuadas
Cuando Irlanda se convirtió en el primer país del mundo en aprobar por votación popular el matrimonio entre personas del mismo sexo tras el histórico referéndum de 2015, puso el sello a la profunda transformación social que se ha vivido en la República. En apenas unos años, ha pasado de ser uno de los bastiones del conservadurismo religioso a una de las democracias más tolerantes de Europa.
Sin embargo, las reliquias del pasado permanecían en una Constitución que, durante más de ocho décadas, ha consagrado el papel de la mujer en el hogar. Por lo que, coincidiendo hoy con el Día de la Mujer, se celebraron dos plebiscitos para cambiar el lenguaje y ampliar además la definición de lo que constituye una familia de manera que refleje la identidad moderna más secular y liberal del país.
El Gobierno de coalición conservadora, liderado por Leo Varadkar, el primer mandatario abiertamente gay de la República, presentó las consultas como oportunidades para incorporar la inclusión y la igualdad en una Constitución que data de 1937. Teniendo en cuenta la evolución de los últimos años, los plebiscitos -cuyo resultado no se conocerán hasta este sábado- representa, a priori, relativamente poco riesgo.
Sin embargo, la confusión, apatía y las críticas a la redacción de las enmiendas han planteado la posibilidad de una derrota vergonzosa tanto para el Ejecutivo como los grupos progresistas que han hecho campaña por el “sí”. Las últimas encuestas mostraban que el 35% de los votantes seguía indeciso.
Las dos preguntas se plantearon por separado. La primera era si el electorado está a favor de modificar el artículo 41 de la Constitución para prever un concepto más amplio de familia. Actualmente, el texto reza: “El Estado reconoce a la familia como el grupo unitario natural primario y fundamental de la sociedad, y como una institución moral poseedora de derechos inalienables e imprescriptibles, antecedente y superior a todo derecho positivo”. Añade: “El Estado se compromete a proteger con especial cuidado la institución del matrimonio, en el que se basa la familia, y a protegerla contra ataques”.
El nuevo lenguaje de aprobarse la enmienda reconocería a una familia, “ya sea fundada en el matrimonio o en otras relaciones duraderas”, como la unidad fundamental de la sociedad. Las palabras “en las que se fundamenta la familia” se eliminarían de la cláusula sobre la responsabilidad del Estado de proteger la institución del matrimonio.
Por su parte, la segunda pregunta se refiere al artículo 41.2 de la Constitución, que actualmente dice que el Estado “reconoce que con su vida en el hogar, la mujer presta al Estado un apoyo sin el cual no puede alcanzarse el bien común” y que el Estado “se esforzará por para garantizar que las madres no se vean obligadas por necesidad económica a realizar trabajos que descuiden sus deberes en el hogar”.
Si los votantes votan a favor del cambio, un nuevo artículo, el 42B, reconocería y protegería a todos los cuidadores familiares diciendo: “El Estado reconoce que la prestación de cuidados por parte de los miembros de una familia entre sí en razón de los vínculos que existen entre ellos, brinda a la sociedad un apoyo sin que el bien común no puede lograrse, y se esforzará por apoyar dicha disposición”.
El primer ministro irlandés recalcó que “una victoria del no supondría un retroceso para el país”. “Supondría transmitir el mensaje, para cientos de miles de adultos y de niños, de que no forman parte de una familia, de acuerdo con la Constitución. Y supondría también mantener un lenguaje anacrónico sobre el papel y los deberes de la mujer en la casa, sin reconocer que hoy hay otros miembros de la familia que realizan también esos cuidados de sus más cercanos”, matizaba Varadkar.
Los cambios propuestos serían otra señal de una rápida transformación social en un país donde a principios de la década de 1990, el divorcio era ilegal y el aborto estaba prohibido en casi todos los casos, algo muy alejado de la realidad que se vive ahora.
Orla O'Connor, directora del Consejo Nacional de Mujeres de Irlanda, una organización benéfica que promueve los derechos y la igualdad de las mujeres, señaló que los referendos eran una “oportunidad para eliminar el lenguaje sexista y los límites a las mujeres de nuestra Constitución”. “Votar a favor será un gran paso para alejarnos de este pasado oscuro y un pequeño paso hacia el reconocimiento de la importancia del cuidado y las funciones de cuidado tanto de mujeres como de hombres”, matizó.
Y añadió: “Alentamos a todos los votantes a pensar realmente: ¿queremos que nuestras jóvenes y niñas crezcan en una Irlanda donde la Constitución todavía les dice que su lugar principal, de hecho su ‘vida’, es el hogar?” ¿Y que ellos tienen “deberes” y los niños y los hombres no?
Todos los principales partidos políticos del país también pidieron a los votantes que aprueben la reforma. Pero los obispos católicos de Irlanda emitieron una declaración el mes pasado diciendo que creían que el cambio propuesto a la cláusula familiar “llevaría a un debilitamiento del incentivo para que los jóvenes se casen”. También expresaron su preocupación por la eliminación de la cláusula sobre las mujeres, diciendo: “Tendría el efecto de abolir toda referencia a la maternidad en la Constitución y dejaría sin reconocer la contribución social particular e incalculable que las madres en el hogar han hecho y continúan haciendo en Irlanda”.
Otros críticos han argumentado que los cambios de lenguaje propuestos no van lo suficientemente lejos, particularmente en lo que respecta a las disposiciones para los cuidadores, mientras que algunos han dicho que el nuevo lenguaje es problemático. Los Centros Gratuitos de Asesoramiento Jurídico, un organismo independiente de derechos humanos e igualdad, matizaron que apoyaban el cambio en la primera pregunta, la definición de familia, pero rechazaban la redacción de la segunda, sobre los cuidadores.
Consideran que el texto propuesto destinado a reemplazar la referencia a los deberes de la mujer en el hogar “respalda un status quo en el que las mujeres asumen la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado y no impone ninguna obligación al Estado de corregir este desequilibrio de género, lo que la convierte en una enmienda implícitamente sexista”.
La Constitución actual data de 1937. Fue escrita por Eamon de Valera, el político nacionalista más relevante en la historia de la República de Irlanda, sustituyendo al texto anterior de 1922, la del Estado Libre Irlandés, para deshacerse de cualquier reconocimiento al tratado anglo-irlandés que concedió la independencia a una parte de la isla e incluir la aspiración original a una Irlanda única y unida. De Valera permitió una injerencia constante de la Iglesia Católica en los asuntos de Estado y en la vida social, y el borrador constitucional fue enviado hasta en dos ocasiones al Vaticano para que aportara sugerencias o correcciones.
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