Crisis política en Italia

La derecha italiana abre el debate sucesorio de Berlusconi

La Razón
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Acabe o no condenado en firme e inhabilitado en alguno de sus múltiples procesos judiciales, a Silvio Berlusconi no le puede quedar mucho tiempo en la política debido a su edad. El ex mandatario tiene ya 76 años, aunque intenta disimularlos rodeándose de chicas jóvenes y guapas y recurriendo a la cirugía estética, el maquillaje y los implantes capilares.

La sentencia del pasado lunes, que le condenó a siete años de cárcel y a inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos por el «caso Ruby», ha reabierto el debate en la derecha italiana sobre qué va a pasar cuando «Il Cavaliere» ya no esté ahí para movilizar el voto. El gran temor de muchos es que sin él, su partido, el Pueblo de la Libertad (PDL), se desmorone. El magnate es el pegamento que une a buena parte de las corrientes del conservadurismo transalpino: su marcha podría provocar una implosión similar a la del escándalo de «Tangentopoli» en los años 90 del siglo pasado, que acabó llevándose por delante a la Democracia Cristiana y redefiniendo el mapa político.

En las quinielas sobre quién podría ser el sucesor ha reaparecido el nombre de su hija mayor, Marina Berlusconi, presidenta de la editorial Mondadori y miembro del consejo de Mediobanca, banco de inversión que reúne a lo más granado de las finanzas italianas. «La Cavaliera», como ya la llaman en las filas del PDL, calificó ayer de «hipótesis sin fundamento» los insistentes rumores sobre su entrada en política, pero en una reciente cena de la familia Berlusconi se habría decidido que la sucesora fuera ella, según contó Luigi Bisignani, un «faccendiere» (intermediario que se mueve en las zonas oscuras del poder y de los negocios) que tiene una buena relación con el magnate. Esta posibilidad ha sido aplaudida por buena parte del PDL, que la considera la mejor opción para hacer frente en las urnas a Matteo Renzi, alcalde de Florencia y probable próximo líder de la izquierda.

La irrupción de «La Cavaliera» deja fuera de juego a Angelino Alfano, el hombre que «Il Cavaliere» designó como delfín y que aceptó sin rechistar las continuas idas y venidas políticas de su jefe. La marcha del magnate crearía un vacío en el centro derecha que también podría ser ocupado por un «outsider», como lo fue el propio Berlusconi cuando irrumpió con Fuerza Italia hace 20 años. En este escenario, el presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo, sería uno de los hombres a tener en cuenta.