México

México, ante el reto de frenar la corrupción y reducir la desigualdad

El nuevo presidente, López Obrador, heredará una economía ralentizada y la tarea de responder a la agresiva política de Trump

Andrés Manuel López Obrador tras depositar su voto / Ap
Andrés Manuel López Obrador tras depositar su voto / Aplarazon

El nuevo presidente, López Obrador, herederá una economía ralentizada y la tarea de responder a la agresiva política de Trump

México despierta hoy ante un nuevo escenario cargado de incertidumbre. La elección presidencial de ayer, la más importante de su historia, en la que se eligieron más de 3.000 cargos públicos, dejará un gran descontento en la mitad de los votantes. El país fue a las urnas dividido entre los que buscaban un cambio de régimen, dando carpetazo al PRI y al PAN, los partidos hegemónicos en las últimas décadas, y aquellos que ansiaban un presidente que saque al país de la corrupción, la impunidad y la pobreza. Finalmente ganó la opción que prometía un cambio de régimen, la del izquierdista Andrés Manuel López Obrador.

La batalla por la Presidencia ha sido encarnizada, pero la disputa por el control de la Cámaras de Diputados y del Senado se tornó en algo especialmente relevante dado que allí se van a dirimir las leyes que marcarán la nueva etapa en la que el país entra a partir de ahora. Para el nuevo presidente será clave articular una mayoría holgada en el Congreso para sacar adelante su plan legislativo. En México, el obstruccionismo parlamentario ha dejado al país históricamente rezagado y a las puertas de la modernización. El presidente mandaba y el Congreso bloqueaba. De hecho, los cuatro últimos jefes de Estado no dispusieron de una mayoría suficiente para aprobar leyes estructurales.

La excepción fue Enrique Peña Nieto, que supo lograr en su primer año de Gobierno en 2013 un consenso con la mayoría de los grandes partidos para articular el llamado Pacto por México, un paquete de cambios legislativos que supuso la aprobación de once reformas constitucionales. Ese ambicioso plan liberalizó el mercado de la energía y de las telecomunicaciones, pero también modernizó el anquilosado sistema educativo, donde el sistema de evaluación a los profesores (muchos heredan la plaza) impedía avanzar hacia un modelo mínimamente competente.

Con la mayoría parlamentaria, y tras el batacazo sufrido por el PRI, hasta hora primera fuerza e ambas cámaras, Obrador tendría luz verde para revertir las reformas que considera un retroceso, como la educativa, la privatización del agua (aprobada mediante decreto presidencial), y la fiscal, que impuso un impuesto final a la gasolina. «Si no llega a la mayoría absoluta, tendría que negociar con la oposición», asegura el catedrático del Tecnológico de Monterrey Alejandro Díaz. El profesor John Ackerman, ideólogo de López Obrador, cree que el cambio se va a notar: «Aunque no ganara con mayoría en el Congreso, éste volverá a ser un lugar para la discusión, la propuesta, el análisis». El miedo de muchos es que el nuevo escenario beneficie a un partido dándole la Presidencia y el control del Congreso, pues eso anularía el sistema de contrapesos.

Más allá de lo que sucede en las Cámaras, el nuevo presidente, que tomará posesión el 1 de diciembre, deberá gestionar la respuesta a la Administración Trump en materia económica y migratoria. En contra de lo que podría pensarse, Trump no ha sido un tema importante en la campaña. «Todos los candidatos coincidían en que México debe ser pragmático y defender sus intereses con firmeza», asegura el analista Bruno Binetti, del «think tank» Inter-American Dialogue. La estrategia del nuevo mandatario va a ser renegociar un nuevo acuerdo de Libre Comercio con EE UU y Canadá, un punto clave para México. «El presidente entrante no puede ceder a los chantajes de Trump sobre inmigracion y al mismo tiempo diversificar la economía para reducir la dependencia de EE UU», añade Binetti.

El gran reto seguirá siendo un crecimiento robusto y la redistribución de la riqueza en un país donde el 50% de la población vive en la pobreza. A pesar de la enorme inversión extranjera que recibe México y de su alto nivel de exportaciones, en los últimos años el aumento del PIB se ha estancado en torno al 2%, una tasa baja comparada con el 5% de media en la región. La desconfianza en sus instituciones y en el marco legal será otro desafío. México está en el puesto 123 del escalafón de 137 en cuando a fortaleza de sus instituciones. Los organismos internacionales piden al país que siga la senda reformista y emprenda una segunda generación de cambios económicos para mantener la inversión extranjera.

Atajar la corrupción será otro deber inexcusable. El desvío de recursos públicos durante este sexenio ha sido una constante, y más de media docena de gobernadores han sido detenidos o huyeron por este motivo. La violencia del crimen organizado estará entre las prioridades del nuevo presidente, que deberá decidir si devuelve a las Fuerzas Armadas a los cuarteles y si establece algún tipo de pacto con las mafias del narco para frenar la sangría que ha dejado más de 200.000 muertos en doce años y 35.000 desaparecidos.