Irak

La yihad contra el islam

La Razón
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Hasta la fecha los atentado se habían producido contra las Fuerzas de Seguridad o contra los cristianos. ¿El atentado de ayer en la mezquita supone un cambio de estrategia?

–Hay dos factores que parecen haber llevado a los milicianos yihadistas en el Sinaí elegir como objetivo una mezquita. En primer lugar, el templo religioso de Al Rawdah solía estar frecuentado por varios, y seguramente fueran muchos, feligreses militares y reclutas. Los soldados son uno de los objetivos antiguos de los milicianos, en especial en plena campaña del Ejército egipcio de eliminar de raíz la actividad yihadista en la zona. El segundo factor clave es que mientras los ataques de los milicianos suníes a los practicantes sufíes se limitaban solo a Pakistán, la demonización de los sufíes y el llamamiento dentro de los círculos del fanatismo islamista a utilizar la violencia contra ellos ha ganado terreno entre los combatientes yihadistas en el mundo. Es importante señalar que la expansión de esta propaganda contra el sufismo no se limita a los centros de adoctrinamiento del Estado Islámico; esta ideología también esta impregnada en las formas del Islam que Arabia Saudí ha estado promocionando y exportando por todo el mundo durante las últimas décadas.

Efectivamente, los musulmanes sufíes han sido atacados también en Pakistán. ¿Cuál es el origen de este odio a la corriente moderada del Islam?

–El Estado Islámico surgió como un movimiento de insurgencia extremista contra la marginalización y represión de la población suní en Irak en el contexto de la ocupación norteamericana tras la invasión de 2003. La visión de la religión que ellos promueven corresponde a una perspectiva de combatientes, que está estrechamente definida, fuertemente regulada y que se opone estrictamente a todas aquellas otras formas del islam que no correspondan a su representación de la ortodoxia. Por lo tanto, las prácticas sufíes y chiíes, en general, se consideran fuentes de corrupción que amenazan la integridad moral de la comunidad de musulmanes rectos.

El presidente Al Sisi ha prometido «venganza» contra la matanza en la mezquita –«el ataque no quedará impune», dijo– pero cómo puede garantizar y mejorar la seguridad en Egipto?

–A corto plazo, el presidente egipcio intensificará la presencia militar en el Sinaí. Pese a que esta estrategia podría ser exitosa, aun así, de momento no parece que las tácticas de mano dura del Ejército egipcio están de hecho engendrando mayores simpatías de la población local por los militantes del Sinaí. Si la extensión de la seguridad no va de la mano a un verdadero y real intento de abordar la intensa pobreza en la región –un paso que todavía no se ha dado– entonces el conflicto podría continuar expandiéndose y ramificándose, como se aprecia en otras partes de Oriente Medio.

¿ Por qué ahora?

–El Gobierno egipcio ha operado desde hace mucho tiempo bajo el principo de que la estabilidad se logra mejor mediante la represión de la disidencia. Este principio se aplicó asiduamente durante las tres décadas del régimen de Mubarak. Durante este periodo, surgieron grupos de oposición, pero se mantuvieron bajo el control de las operaciones de seguridad del Estado. El descontento generalizado con la política de Mubarak dio combustible a los levantamientos de la Primavera Árabe. Al acabar con este movimiento, Al Sisi emprendió una campaña de represión que tomó como blanco a todas las formas de oposición islamista. Si bien la intensidad de esta campaña en gran medida sofocó y reprimió a la oposición en el Sinaí, donde los controles del gobierno están mucho menos desarrollados, lo que provocó que la oposición islámica se radicalizara.