Bruselas

Las mentiras del Brexit precipitan la caída de sus promotores

Farage y Johnson ganaron el referéndum tras prometer que la salida del UE permitiría gastar más en sanidad y cortar la inmigración

Un trabajador arregla una de las banderas de la sede de la Unión Europea en Bruselas el 23 de julio, día del referéndum británico
Un trabajador arregla una de las banderas de la sede de la Unión Europea en Bruselas el 23 de julio, día del referéndum británicolarazon

Sus mentiras han costado su carrera política a los dos principales defensores del Brexit, que nunca llegaron a creerse de verdad su órdago.

Que todo vale en campaña para ganar no es nada nuevo y los partidarios de la salida de Reino Unido de la Unión Europea se lo tomaron al pie de la letra durante una campaña basada en el miedo a la inmigración. Sus promesas de cerrar las fronteras, aumentar el gasto sanitario y recuperar la soberanía nacional entregada a Bruselas chocaron rápidamente con la realidad tras el 23-J. Sus mentiras han costado su carrera política a los dos principales defensores del Brexit, Boris Johnson y Nigel Farage, que nunca llegaron a creerse de verdad su órdago.

400 millones semanales para la sanidad pública

Uno de los mensajes más repetidos en el argumentario de los «brexiters» insistía en que, tras abandonar la UE, Reino Unido podría reinvertir en el Sistema Nacional de Salud (NHS) los 350 millones de libras (400 millones de euros) que, según aseguraban, paga semanalmente Londres a Bruselas. De poco sirvió que la Hacienda británica desmintiera tal cantidad. Sólo después de la victoria del Brexit el 23-J, el líder del UKIP, Nigel Farage, reconoció que habían mentido a la opinión pública. Lo cierto es que, una vez que se descuentan las ayudas europeas y el «cheque británico» (la compensación arrancada por Margaret Thatcher en 1984), el saldo negativo de Reino Unido es de 110 millones semanales que, repartidos entre sus 65 millones de habitantes, equivale a 26 peniques diarios.

Invasión de trabajadores comunitarios

Rozando en ocasiones la xenofobia, la campaña del Leave no se ha cansado de denunciar una supuesta invasión de trabajadores comunitarios que colapsan los servicios públicos británicos y se benefician de las ayudas sociales. Las cifras, sin embargo, vuelven a contradecir las proclamas de los partidarios del Brexit. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, dos terceras partes de los 333.000 inmigrantes que se instalaron en Reino Unido durante 2015 eran ciudadanos no comunitarios. Ciertamente, los trabajadores del resto de la UE han pasado de 2,4 millones a 3,1 millones en los últimos tres años, lo que representa el 6,8% de la población activa (2,6% hace una decada). Sin embargo, pese a lo que los antieuropeos esgrimen, estos trabajadores han contribuido al crecimiento económico de Reino Unido, que, con un 5% de paro, disfruta de una istuación de pleno empleo. La contribución de los profesionales europeos es especialmente reseñable en el sector sanitario, que cuenta con 130.000 doctores, enfermeras y cuidadores procedentes de otros Estados de la UE.

Control de las fronteras

Los euroescépticos esgrimen que con la salida de la UE Reino Unido recuperará el control de sus fonteras, lo que le permitirá reducir el flujo de inmigrantes. Pese a su condicición de isla, Reino Unido difícilmente podrá cerrar sus fronteras si aspira a permanecer en el mecado común. Como en el caso de Noruega, Islandia o Suiza, que no son miembros de la UE, Londres deberá aceptar la libre circulación de trabajadores a cambio de formar parte del mercado único europeo. «Francamente, la gente que pensara que estar fuera de la UE equivale a un nivel cero de inmigración se va sentir decepcionada», reconoció el eurodiputado conservador Daniel Hannan a la BBC.

Ingreso de Turquía en la Unión Europea

Otro de los fantasmas esgrimidos por el bando del Leave ha sido la supuesta adhesión de Turquía a la Unión Europea en 2020 y la llegada a la islas de un invasión de emigrantes del país euroasiático de 75 millones de habitantes. Resulta un hecho sorprendente dado que las negociaciones de adhesión de Ankara al «club» comunitario se encuentran prácticamente congeladas desde 2007 y ningún Estado miembro o institución comunitaria vislumbra su posible conclusión a medio plazo. Boris Johnson llegó a esgrimir este argumento a favor del Brexit desdiciéndose de lo que había dicho meses antes en una entrevista.