Relaciones internacionales

China exige a Taiwán frenar las fuerzas pro independencia

Los presidentes Xi y Ma se dan un histórico apretón de manos en Singapur tras más de seis décadas de conflicto congelado. Pekín ofrece a Taipéi entrar en la escena internacional a cambio de aparcar las reivindicaciones de un Estado propio

Los presidentes, Xi Jinping (dcha.), y Ma Ying Jeou, ayer, en su encuentro en un hotel de Singapur
Los presidentes, Xi Jinping (dcha.), y Ma Ying Jeou, ayer, en su encuentro en un hotel de Singapurlarazon

Los presidentes Xi y Ma se dan un histórico apretón de manos en Singapur tras más de seis décadas de conflicto congelado. Pekín ofrece a Taipéi entrar en la escena internacional a cambio de aparcar las reivindicaciones de un Estado propio

Con un largo apretón de manos los presidentes de China y Taiwán escribieron ayer una nueva página en la historia al reunirse por primera vez después de que 66 años atrás el país quedara dividido al final de la guerra civil china. Los dos líderes coincidieron en señalar que, pese a las diferencias políticas de sus Gobiernos, ambos territorios deben cooperar por mejorar las relaciones bilaterales. «Ambos lados deben respetar los valores y estilos de vida del otro», señaló el presidente taiwanés, Ma Ying-jeou, mientras su homólogo chino, Xi Jinping, afirmaba que «somos familia y la sangre es más espesa que el agua», en clara alusión a las dos naciones que a principios de los cincuenta quedaron separadas por el estrecho de Formosa.

El encuentro, que tuvo lugar en el Hotel Shangri-La de Singapur, se anunció por sorpresa el martes pasado y las reacciones no se hicieron esperar. Partidarios y detractores de ambas orillas elogiaron y criticaron una reunión que ha supuesto un gran esfuerzo por las dos partes para tratar de poner fin a décadas de animosidad. «En los últimos 66 años, ambos lados han desarrollado sistemas diferentes. Transformar el conflicto militar en un desarrollo pacífico no ha sido esfuerzo de una sola noche», añadió Ma. Pekín y Taipéi han sido rivales desde 1949, cuando Chiang Kai-shek, líder del Partido Nacionalista (o Kuomintang), voló a Taiwán para instalarse allí tras perder la guerra contra el comunista Mao Zedong, quien estableció ese mismo año la República Popular de China. El encuentro de ayer representa el trabajo de aproximación que desde los últimos siete años ha llevado a cabo el actual presidente taiwanés, quien en 2008 asumió el cargo y prometió poner fin a la disputa política entre las dos partes. Precisamente en los minutos que dispusieron los mandatarios al principio del encuentro frente a los periodistas, el líder chino aludió al periodo de Ma en el poder y a sus reformas para llegar a esta cita histórica entre ambos países. Asimismo, señaló su intención de reforzar el «Consenso de 1992» e indicó que ese acuerdo es la dirección adecuada para profundizar en los intercambios a través del estrecho, escenario a lo largo de casi siete décadas de bombardeos de artillería pesada o lanzamientos de misiles entre ambas partes. En la misma línea, Ma hizo referencia a los 23 tratados económicos firmados durante su mandato y que han convertido a China en el mayor socio comercial de Taiwán, así como el éxito de otros pactos en materia de turismo, que han supuesto el intercambio de ocho millones de viajeros anuales.

Pese a que los dos mandatarios coincidieron en aunar esfuerzos para buscar la paz y prosperidad común, el presidente taiwanés pidió a Pekín que permita a Taiwán tener una mayor presencia en los organismos internacionales. Éstos sólo reconocen como interlocutora a la China comunista, algo que ha provocado el aislamiento internacional de Taipéi. Xi se comprometió a satisfacer su demanda y además le ofreció unirse al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII), encabezado por China. Sin embargo, el líder chino alertó a su homólogo de que la mayor amenaza actual para el desarrollo pacífico de ambos lados del estrecho es que las «fuerzas independentistas de Taiwán instiguen actividades separatistas e inciten a la enemistad y a la oposición de los compatriotas».

Destaca el hecho de que la reunión se produjo en un momento en el que el independentismo taiwanés, representado por el Partido Democrático Progresista de Tsai Ing-wen, está en auge. La formación política concurre a las elecciones legislativas y presidenciales de enero de 2016 como favorita y las encuestas muestran que el partido de Ma sufrirá un fuerte revés. Es la posibilidad de declarar la independencia, recogida en el ideario del partido de Tsai, lo que asusta a Pekín. «Los compatriotas de ambos lados deberían unirse y oponerse firmemente a esto», añadió el jefe de la Oficina de Asuntos Taiwaneses en China, Zhang Zhijun, quien ofreció la rueda de prensa posterior a la cumbre en representación de Xi. Por su parte, la líder del Partido Democrático de Taiwán declaró a la televisión estatal que esperaba que el presidente Ma hablara sobre «el derecho de los taiwaneses a elegir libremente» y lamentó que «no dijera ni una palabra al respecto». Muchos detractores de Ma se manifestaron en contra de la cumbre y trataron de asaltar el Parlamento de Taiwán el sábado por la mañana. Otros se reunieron en el aeropuerto de Taipei con carteles que acusaban a Xi y Ma de dictador y traidor, respectivamente.

El estudiado protocolo del encuentro jugó un papel esencial para no herir sensibilidades ni avivar rencores. El tratamiento mutuo de «señor» en lugar de «presidente» puso de manifiesto que China no reconocía la soberanía de Taiwán, ni Taipéi quedaba sometida a Pekín. Al comienzo de la cita, el apretón de manos entre ambos líderes, que se alargó durante 82 segundos, se realizó frente a un fondo amarillo, plano y sin ningún tipo de estampado. La elección del color no fue arbitraria, pues, aunque el amarillo se identifica con la simbología imperial china, se trata de un color neutral para ambas partes. Destacó la ausencia del rojo, perteneciente a la simbología comunista china, y del azul y el blanco, ambos presentes en la vieja insignia de los nacionalistas del Kuomintang.

La histórica cita concluyó con una cena en la que cada uno pagó su parte. Como colofón final a la velada, el brindis se realizó con una selección de licores taiwaneses que fueron destilados en 1990 y 1993, años en los que se firmaron algunos de los acuerdos más importantes para ambas partes.