Política

Estados Unidos

Los problemas de seguridad de la «Torre de la Libertad»

Dos entradas no detectadas y un intento frustrado han mostrado que el edificio aún en obras tiene una seguridad muy laxa.

Con sus 542 metros de alto, la llamada "Torre de la Libertad"aún no ha sido inaugurada, pero su imponente figura y su estatus simbólico como sucesora de las Torres Gemelas está causando ya muchos quebraderos de cabeza a las autoridades.

En poco más de una semana, dos entradas no detectadas y un intento frustrado han mostrado que el edificio aún en obras tiene una seguridad muy laxa (algo impensable dado su supuesta condición de objetivo terrorista) y también que genera una gran fascinación entre la gente.

La pasada semana, un joven de 16 años de Nueva Jersey fue brevemente detenido y puesto en libertad bajo fianza tras burlar hasta cuatro filtros de seguridad y subir hasta la misma aguja del edificio.

Justin Casquejo entró una noche por el agujero de la valla que rodea el perímetro, subió en ascensor junto a un operador que no le pidió identificación y luego estuvo dos horas en la azotea, viendo el paisaje y tomando fotografías mientras que un guardia de seguridad dormía.

No fue captado por las cámaras de seguridad... porque aún no funcionan, según denunciaron algunos medios locales.

Esta misma semana, cuatro hombres fueron presentados ante el juez por lanzarse en paracaídas desde la azotea en la madrugada del pasado 30 de septiembre, cuando uno de ellos todavía trabajaba allí como empleado de una empresa contratista.

Los paracaidistas también entraron en plena noche por una abertura en una valla y subieron sin problemas hasta la azotea, de donde se lanzaron y recogieron en vídeo.

También esta semana, y tal vez tentados por demostrar el coladero de las vallas del perímetro, dos productores de la CNN intentaron probar suerte, a pleno día, pero fueron rechazados en dos ocasiones y a la tercera acabaron detenidos.

Todo esto parece demostrar dos cosas: en primer lugar que la torre, pese a ser considerada por las autoridades como un objetivo terrorista de primer nivel, ha tenido, al menos hasta ahora, una seguridad muy deficiente.

En segundo lugar, el edificio de altura imponente aunque de estética discutible - el artista callejero Banksy la calificó de "desastre"durante el mes que pasó en Nueva York en octubre pasado- está ejerciendo una atracción muy especial entre algunos antes incluso de su inauguración.

Destinada a mostrar el orgullo de la recuperación neoyorquina tras la tragedia del 11/S, la torre y su aguja tienen exactamente 1.776 pies de altura, en referencia al año de la declaración de independencia de Estados Unidos.

De ahí viene el patriótico sobrenombre de "Freedom Tower"(Torre de la Libertad) con el que es conocido el edificio denominado oficialmente One World Trade Center.

El gigante de cristal y acero, de 104 pisos, se levanta junto a las cascadas con forma cuadrada donde antes se erigían las dos torres destruidas, y que ahora son un monumento que recuerda a las casi 3.000 personas muertas en los fatídicos atentados de 2001.

Por ello, el recinto de las obras, que tiene una superficie de 6,5 hectáreas, está vigilado por agentes de policía de forma continua, torretas móviles y coches patrulla equipados con lectores automatizados de matrículas, que han resultado claramente ineficaces ante el mal estado de algunas vallas y la audacia de algunos aventureros intrépidos.

Ni la policía ni la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey (dueña de los terrenos y del edificio) han hecho comentarios sobre estos lapsos.

Mientras tanto, las obras continúan, supuestamente con la seguridad reforzada, para dar los últimos retoques al gigante de cara a su inauguración oficial, para la que no hay fecha, aunque se espera que sea antes del verano.

También se sigue trabajando en vecino intercambiador de transportes proyectado por el español Santiago Calatrava, cuya estructura en forma de osamenta de animal antediluviano se levanta ya entre la torre y la calle Fulton.

La torre, que busca dar una sensación de la entereza del renacimiento de Nueva York tras los atentados de 2001, fue diseñada por el arquitecto especialista en rascacielos David Childs, tiene 280.000 metros cuadrados construidos, y un 60 % de su superficie de oficinas ya está alquilada.