Afganistán

Los yihadistas asesinan a una familia cristiana

A tiros, después del Lunes de Pascua, el Estado Islámico los tachó de «combatientes».

Los seres queridos de la familia asesinada el lunes por los terroristas lloran a sus muertos, ayer, en Quetta (Pakistán)
Los seres queridos de la familia asesinada el lunes por los terroristas lloran a sus muertos, ayer, en Quetta (Pakistán)larazon

A tiros, después del Lunes de Pascua, el Estado Islámico los tachó de «combatientes».

El terror ha vuelto a golpear a Pakistán, esta vez con un atentado contra las minorías cristianas en la conflictiva ciudad de Quetta (Baluchistán). El ataque que acabó el lunes por la noche con la vida de al menos cuatro cristianos de una misma familia fue reivindicado ayer por el Estado Islámico (EI, conocido como Daesh), que parece haber echado raíces en Asia Central. Según el diario local «Dawn», la Policía informó de que hombres no identificados a bordo de una motocicleta abrieron fuego contra estas personas cuando se desplazaban en un «rickshaw» (una especie de tuc-tuc) y en el suceso resultó herida una menor de edad. El portavoz de la Policía de Quetta detalló que los fallecidos eran dos hermanos y la esposa de uno de ellos y el conductor del vehículo de transporte que también era cristiano. Los atacantes se dieron a la fuga tras el tiroteo, agregó.

El ataque llega un día después del Domingo de Resurrección, festividad celebrada por los cristianos paquistaníes. El atentado no es el primero del EI contra los cristianos. Precisamente, en diciembre, poco antes de Navidad, un ataque contra una iglesia metodista en la capital de Baluchistán causó diez muertos y 44 heridos. En esta región fronteriza con Afganistán e Irán operan grupos armados separatistas, facciones talibanes y grupos yihadistas como el Daesh.

El peor ataque contra los cristianos fue en la ciudad de Lahore, capital de Punjab, segunda ciudad más poblada de Pakistán con 7 millones de habitantes. El ataque reivindicado por el EI tuvo lugar el 26 de marzo de 2016, el Domingo de Pascua, que se saldó con 72 muertos y más de 300 heridos. La minoría cristiana de Pakistán, con menos de 4 millones de personas, no representa más del 2% en un país de casi 200 millones de mayoría musulmana. Los cristianos en Pakistán no sólo son amenazados por los grupos islamistas radicales, sino también por una parte de la población musulmana que los acusa y discrimina. Las autoridades hacen caso omiso de las persecuciones a los cristianos y frecuentemente los agreden.

En este contexto, los cristianos han sido perseguidos, víctimas de episodios violentos como ataques a iglesias y templos, secuestros y violaciones de mujeres, matrimonios forzosos, desahucios y desplazamientos dentro del país. Muchas familias cristianas se ven obligadas a huir para salvar sus vidas y otras son obligadas a convertirse al islam.

Bajo el amparo de la Ley de la Blasfemia, establecida en 1986 por el dictador Mahammad Zia-ul-Haq, los cristianos son ejecutados en Pakistán por supuestas blasfemias contra el islam. En los últimos 30 años, un total de 70 cristianos, que han sido acusados de blasfemia, han muerto ejecutados extraoficialmente. En 2011, el gobernador del Punjab, Salman Tasser y el ministro para las Minorías, el líder católico Shahbaz Bhatti, fueron asesinados por haber pedido la anulación de esta injusta ley que se ceba con las minorías religiosas.

Entre rejas, desde hace nueve años, está Asia Bibi, convertida en un icono del sufrimiento de los cristianos en Pakistán. Su vida pende de un hilo, a la espera de que el Tribunal Supremo de Pakistán convoque una sesión para darle la libertad o ratificar la condena a muerte de esta madre católica de cinco hijos. Bibi permanece en la prisión de mujeres de Multan aislada y su estado de salud se deteriora día a día. «Está débil físicamente, pero vive en un estado de emoción espiritual y está dispuesta a dar la vida por su fe», señaló Joseph Nadeem, quien la visita periódicamente. Mientras la familia de la condenada y la comunidad cristiana de Pakistán espera a que el Supremo le de la absolución, la presión de los islamistas radicales sigue provocando el temor de que al quedar libre podrían producirse grandes disturbios. A la espera de que se celebre el juicio contra Bibi, los líderes islamistas han convocado protestas, sentadas y manifestaciones violentas en todo el país.