Teherán

Macron y Trump proponen renegociar el acuerdo iraní

El presidente francés apuesta por intensificar la presión a Teherán para «contener su influencia» en Oriente Medio. Su homólogo amenaza con graves consecuencias si reactiva su plan atómico.

Emmanuel Macron y Donald Trump dieron ayer muestras de su sintonía personal durante su encuentro en la Casa Blanca
Emmanuel Macron y Donald Trump dieron ayer muestras de su sintonía personal durante su encuentro en la Casa Blancalarazon

El presidente francés apuesta por intensificar la presión a Teherán para «contener su influencia» en Oriente Medio. Su homólogo amenaza con graves consecuencias si reactiva su plan atómico.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se reunió ayer en la Casa Blanca durante más de una hora con su homólogo y anfitrión, Donald Trump. El gran asunto sobre la mesa no era otro que Irán. El acuerdo nuclear con Teherán, el levantamiento de sanciones económicas y congelación de activos a cambio de encauzar el final del programa nuclear iraní. La posibilidad creciente de que Estados Unidos sea fiel a esa promesa mil veces exhibida por Trump, de que abandone el pacto y, a cambio de dar satisfacción al sector duro de su partido, provoque un cisma geopolítico con Irán y también con la UE, Alemania, Francia, China y Rusia. ¿Y qué dijo Trump? Pues que «Hicimos este trato terrible, pero vamos a discutirlo». Esto es, vamos a analizarlo. Estudiaremos si conviene mantenerlo o si toca repensarlo. A su lado y sin mover un músculo, Macron tomaba nota mentalmente. «Es una locura», añadió Trump, «Es ridículo. Nunca debería haberse hecho, pero lo hablaremos».

Palabras crípticas, pero que invitan a la esperanza. Al menos el magnate no abonó la posibilidad de que Estados Unidos rompa el acuerdo de 2015. Para Macron era importante. Más allá de la evidente maniobra publicitaria, de su intento de ganar visibilidad y consolidar fuera el prestigio que peligra en casa, el presidente francés necesitaba demostrar que es capaz de atemperar las inclinaciones del socio americano. De que la cacareada sintonía mutua, reflejada en las invitaciones a cenar y otros detalles galantes, puede ir más allá de la mera coquetería.

«El acuerdo con Irán es un asunto importante», concedió Macron, «pero necesitamos una mirada más profunda, es decir, relacionada con la seguridad en toda la región. A lo que aspiramos es a contener a Irán y su presencia regional». Flotaba ahí el fantasma de Siria, en cuya guerra civil Teherán participa del lado de Bachar al Asad y Rusia. Trump apuntaló el mensaje recordando que las potencias occidentales están dispuestas a intervenir de la forma que consideren más eficaz si detectan un relanzamiento del programa nuclear. En ese caso, apunto el presidente de EE UU, «tendrán incluso más problemas que antes». También explicó Trump que, a su juicio, «éste es un trato con los cimientos deteriorados. Un mal negocio. Una mala estructura. Se está cayendo. Nunca debería haberse hecho».

Desde Teherán, el presidente Hasan Rohani, advirtió de que «si una parte decide violar nuestro acuerdo, debería saber que las graves consecuencias de dicha decisión caerán sobre ellos».

Al mismo tiempo que tomó en consideración la propuesta de Macron de trabajar en un plan mejorado, Trump lamentaba la presencia de su país en la región. Su juicio, demoledor, era y es una enmienda a la totalidad de las políticas militares de EE UU en Oriente Medio desde Obama y antes. Desde George W. Bush, Bill Clinton y Bush padre. «Estados Unidos», afirmó, «está de forma vergonzosa en Oriente Medio. El gasto, hace unos meses, y no asumo la responsabilidad de eso, pero me daría mucha vergüenza si tuviera que hacerlo, ascendía ya a 7.000 millones de dólares. Y cuando queremos construir nuestras infraestructuras, todo el mundo dice: «Oh, tenemos que ser cuidadosos con nuestro dinero». Cuando queremos arreglar una carretera o queremos construir escuelas y muchas otras cosas, túneles, puentes, dicen, 'Oh, tengamos cuidado con nuestro dinero'. Y sin embargo, hemos gastado 7.000 millones en Oriente Medio y no hemos obtenido nada por ello», lamentó.

Preguntado por la posibilidad de que EE UU abandone Siria, Trump insistió en su firme deseo de «salir». Petición expresa de hace apenas un mes, cuando cifró en seis meses el periódico de transición para retirar a los 2.000 efectivos estadounidenses todavía presentes en Siria. Hasta el bombardeo de Asad con armas químicas, claro, y la respuesta de EE UU, Reino Unido y Francia, que trastocó todo. «Me encantaría traer a nuestros increíbles guerreros a casa», dijo, «Han hecho un gran trabajo. Veremos qué sucede. Pero vamos a regresar a casa relativamente pronto. Casi hemos terminado nuestro trabajo con respecto al ISIS en Siria y al ISIS en Irak. Y hemos hecho un trabajo que nadie ha podido hacer. Dicho esto, quiero volver a casa, pero quiero hacerlo tras haber logrado lo que tenemos que lograr».

Preguntado por Corea del Norte, insistió en que el éxito de las conversaciones bilaterales pasa por que renuncie a la bomba atómica y desmantele tanto sus cabezas nucleares como los reactores. Antes y después, bien flanqueado por un Macron imperturbable pero encantador, hubo profusión de gestos amistosos. Ante la posibilidad de que el 1 de mayo EE UU imponga aranceles a la industria europea, el francés defendió que «entre aliados es imposible que haya una guerra comercial». Habrá que ver si convenció a Trump.