El Futuro de Venezuela

Maduro activa el voto del hambre para llenar las urnas

El Gobierno controla el sufragio de millones de electores a través del «carnet de la patria», con el que anima a votar con regalos de comida y dinero

Comida por votos. Una mujer lleva una caja, muy popular en Venezuela llamada Clap, con alimentos básicos como arroz y leche en polvo suministrada por el Gobierno
Comida por votos. Una mujer lleva una caja, muy popular en Venezuela llamada Clap, con alimentos básicos como arroz y leche en polvo suministrada por el Gobiernolarazon

El Gobierno controla el sufragio de millones de electores a través del «carnet de la patria», con el que anima a votar con regalos de comida y dinero.

Anamaría Rodríguez sabe a qué dedicará la mañana de este domingo. Saldrá de su casa en Catia, una zona de clase baja en Caracas, para buscar pollo. Estará apenas a algunas cuadras de distancia de donde Nicolás Maduro votará por su reelección. «Yo no estoy segura de votar o no, pero sí tengo claro que tengo que comer. Y aquí hay que bregar por bocado a diario».

Veinte millones de electores venezolanos están convocados hoy a las urnas para elegir nuevo presidente, en un proceso calificado de «farsa» por la oposición organizada en torno a la Mesa de la Unidad y por el Frente Amplio, que agrupa a gremios, universidades y demás representantes de la sociedad civil, y cuyos resultados no serán reconocidos por al menos 40 países del mundo. La encuesta más reciente de Venebarómetro, que cerró el 14 de mayo, refleja que el 50,6% de la población considera que las elecciones son fraudulentas, el 32% habla de pulcritud y el 18% opta por no responder. Según la firma Ratio, la desconfianza en el Consejo Nacional Electoral alcanza a siete de cada diez venezolanos. Y desde el año pasado está vigente el carnet de la patria, un sistema de identificación para controlar a quienes reciben beneficios sociales estatales.

Luisa Castillo tampoco acudirá a votar, al menos durante la mañana. «No pude comprar esta semana comida, así que tengo que resolver. Seguramente en la tarde sí vaya». Luisa vive en Petare, la favela más grande de Latinoamérica, y el dinero que gana por trabajar limpiando casas ajenas no le alcanza para vivir. «Yo recibo el Clap (programa gubernamental que reparte bolsas de alimentos a precios subsidiados), y por eso tengo para comer. Por la mañana iré a buscar eso y luego a votar. Yo no me arriesgo». Castillo es portadora del carnet de la patria y sabe que hoy el oficialista Partido Socialista Unido instalará «puntos rojos» en los centros electorales para registrar a quienes participen en el proceso, so pena de castigos.

El sociólogo Juan Manuel Trak ha estudiado las consecuencias: «Estas elecciones están condicionadas por el carnet de la patria. Hay mucha gente que aún cree que el voto no es secreto y puede haber penalizaciones si votan por una opción que no sea la de Maduro». El investigador Luis Pedro España, director de la encuestadora Ratio, revela que seis de cada diez personas han recibido algún tipo de presión para apoyar al Gobierno, en base a las penurias cotidianas, que no son pocas en un país con un profundo desabastecimiento de alimentos, una escasez de medicinas de al menos el 85% y una hiperinflación que le roba capacidad de compra al pueblo a ritmo de un 80% mensual de promedio, según el seguimiento que hace la firma Ecoanalítica.

En Venezuela, tan sólo en 2017, se calcula que los ciudadanos perdieron de promedio 11 kilos de peso debido a la baja ingesta de alimentos. El 70% de la gente afirma hacer reducido las porciones de comida. Son resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida elaborada por las tres principales universidades del país, que deja patente que la pobreza alcanza al 87% de los hogares, con más de 61% en pobreza extrema.

Esas cifras no tienen más contraste que la realidad. El Estado no divulga datos oficiales de pobreza, inflación y demás desde hace casi cinco años. Pero en el Gobierno saben la realidad. No es gratuito que Maduro haya aumentado el salario mínimo legal cuatro veces en lo que va de 2018, siempre afirmando que su misión es «proteger al pueblo» de supuestas mafias y agresiones de quienes participan de una «guerra económica» a la que el chavismo culpa de la crisis humanitaria. Tampoco es casual que desde noviembre de 2017, cuando ya se hablaba de convocatoria electorral, el Ejecutivo comenzó a repartir bonos de dinero en efectivo a quienes se procuren el carnet de la patria. Desde que comenzó la campaña electoral, Maduro ha dado cinco de esos bonos. Y promete más: «Yo necesito que ustedes me den el poder para yo poder derrotar a las mafias. Por eso estoy pensando en dar un regalo a través del carnet a quienes salgan a apoyar la democracia», anunció el mandatario dos semanas antes de las votaciones y lo repitió en varios mítines. También repite que necesita ganar para desarrollar la gran revolución que quite el hambre a su pueblo.

«Es una vulgar compra de votos», respondió el jefe de campaña de Henri Falcón, el principal rival de Maduro, Claudio Fermín. Más allá del carnet de la patria, el Gobierno hace esfuerzos por mejorar sus índices de aprobación. En la última semana, los distribuidores de comida gestionados por el Estado se vieron inundados de productos. En los dos grandes Abastos Bicentenario de la capital, las colas fueron la norma. En el de Plaza Venezuela eran de medio kilómetro. Felipe Vega estaba en ella: «Esto lo llenaron de comida porque hay elecciones, pero ya vas a ver que a partir del lunes se vuelve a acabar todo». No obstante, su plan era hacer la cola «hasta que el cuerpo aguante» en el lugar custodiado por un fuerte piquete militar, para poder completar la comida de su familia para los siguientes días. Pan para hoy y hambre para mañana.