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Nuevo Gobierno

Merz afronta el ambicioso reto de reformar Alemania

Conservadores y socialdemócratas hacen frente a la desindustrialización y la inmigración en medio de la incertidumbre generada por Trump

Los nuevos tonos de la administración estadounidense y las medidas inesperadas de Donald Trump encuentran a Alemania —el país central y la mayor economía de Europa— en proceso de formación de gobierno. Aun así, el todavía Ministro de Defensa socialdemócrata, Boris Pistorius, quien continuará en dicho cargo en el nuevo gabinete, asumió este viernes junto a su homólogo británico John Healey la dirección del llamado Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania. Esta vez, la reunión se celebró en la sede de la OTAN en Bruselas, en lugar de la base estadounidense en Ramstein, como era habitual.

Allí, el ministro Pistorius dejó claro que, con el nuevo gobierno —esta vez con los cristianodemócratas al timón—, se profundizará la política ya iniciada por el anterior Ejecutivo del "semáforo". Anunció que Alemania destinará 11.000 millones de euros adicionales en apoyo militar a Ucrania hasta 2029. Lo justificó así: “Necesitamos una Ucrania militarmente fuerte. Solo así se podrá avanzar hacia un proceso de negociación que lleve a una solución de paz duradera y justa”.

El responsable de Defensa y del Ejército no logró imponer durante las negociaciones de coalición un modelo alemán de servicio militar obligatorio. Sin embargo, aseguró esta semana que el servicio voluntario comenzará ya en 2025, con la creación de una gran base de datos que recopilará información de todos los jóvenes en edad de cumplir con el servicio. La CDU, y en especial sus juventudes, también defendía la obligatoriedad, pero el SPD aparentemente frenó esos planes.

La gran coalición que echará a andar, con toda probabilidad, en mayo, quiere crear también un Consejo Nacional de Seguridad con sede en la Cancillería, un comité nacional de crisis y un centro nacional de evaluación de situaciones. El nuevo gobierno ha dejado claro —incluso antes de iniciar las negociaciones del acuerdo de coalición— que su principal prioridad y la que recibirá más recursos económicos es la defensa. Antes incluso de constituirse el nuevo Bundestag, se votó un cambio constitucional que permite al Estado endeudarse para adquirir armamento y modernizar tanto el Ejército como las infraestructuras del país.

En el acuerdo de coalición se afirma: “Queremos poder defendernos para no tener que hacerlo”. Rusia representa, según el nuevo Ejecutivo, la mayor amenaza actual para Alemania, por lo que se comprometen a apoyar a Ucrania y reforzar la OTAN. El gasto en defensa no estará sujeto a la disciplina presupuestaria para hacer frente al "cambio de época" (Zeitenwende). Además, el gobierno quiere fusionar la investigación civil y militar, eliminando la actual premisa universitaria que impide participar en proyectos militares. Alemania aspira a liderar la política común de seguridad y defensa de la Unión Europea.

Mano dura contra la inmigración

Uno de los mayores retos que enfrentará la gran coalición de Friedrich Merz será la inmigración. Las negociaciones en torno a este tema fueron las que más demoraron el acuerdo entre La Unión y el SPD. Finalmente, se aprobó el rechazo de solicitantes de asilo en las fronteras, aunque su legalidad está en entredicho. Según el Tratado de Dublín III, Alemania debería detener a las personas que ya hayan solicitado asilo en otro país y enviarlas de vuelta a ese país, y no a un tercero (el país fronterizo con Alemania). El SPD está de acuerdo con la medida, pero durante la campaña electoral insistió en que será necesario consensuarla con los países vecinos, tarea aún pendiente.

Alemania ha recibido cientos de miles de refugiados ucranianos desde el inicio de la invasión rusa, lo que se suma a la presión ejercida por la llegada de cientos de miles de refugiados a partir de 2015, proveniente en su mayoría de Siria.

Solo los ucranianos ya superan el millón, y la mayoría no trabaja ni habla el idioma. El Estado alemán les proporciona alojamiento, ayuda mensual, cobertura médica, escolarización, y unas prestaciones más elevadas que en otros países europeos. Esto hace comprensible que elijan Alemania, donde además ya hay comunidades que hablan su idioma. Sin embargo, muchos municipios no tienen capacidad suficiente para atender a la población, y la situación del mercado inmobiliario se ha agravado aún más. El gobierno pretende ahora realizar más controles, aunque es evidente que la mayoría de ucranianos permanecerá en el país mientras dure la guerra. En el acuerdo de coalición se contempla un recorte de la ayuda no contributiva, que es la que reciben actualmente los refugiados ucranianos, a diferencia de otras nacionalidades.

La economía, el talón de Aquiles

El gobierno deberá llevar a cabo reformas estructurales urgentes en el ámbito económico, advirtieron esta semana los principales institutos de investigación económica en su informe anual conjunto. Alertan de una “crisis de la economía alemana derivada del cambio geopolítico”, que será profunda, y han revisado a la baja sus previsiones de otoño. Para 2025, esperan un aumento del PIB del 0,1 %, con una mejora más notable en 2026, y una inflación estimada del 2 %. “La política comercial proteccionista de Estados Unidos representa una amenaza seria para Alemania como economía abierta”, señalaban en el informe, y añadían que “en este momento, es la principal amenaza para el desarrollo económico general”.

La economía alemana comenzó a debilitarse incluso antes de la pandemia de COVID-19, con la crisis de Volkswagen como punto de partida de un periodo en el que su industria ha perdido peso a nivel global, cediendo terreno ante el avance chino y otras economías emergentes en sectores en los que Alemania solía liderar, como el automovilístico, químico y farmacéutico. Los institutos subrayan esta semana la creciente competencia de China y la crisis energética desatada por la guerra de Ucrania, que, tras la pérdida del gas barato ruso, ha restado competitividad a la economía alemana. El envejecimiento de la población, la burocracia y los altos impuestos son otros de los problemas habitualmente señalados. A esto se suma la deficiente digitalización del país, un lastre que el nuevo gobierno quiere abordar con urgencia, para lo cual ha creado un ministerio específico.

La esperanza en el país está puesta en este sentido en la investigación en el ámbito de la fisión nuclear y de la creación de chips electrónicos baratos, que están al parecer bastante avanzadas, aunque tienen un futuro incierto similar al del nitrógeno líquido, en cuya investigación se está invirtiendo también. Sin una disrupción de este tipo es posible que la economía alemana, en las circunstancias actuales, pierda aún más relevancia.