EE UU

Las mil caras del impostor George Santos

El Comité de Ética investiga al congresista republicano que, entre otras cosas, embelleció su currículum laboral e inventó que sus abuelos huyeron del Holocausto y que estaba casado con un hombre

El congresista republicano George Santos
El congresista republicano George SantosAndrew HarnikAgencia AP

Desconocido hasta hace pocas semanas, George Santos se ha convertido en una de las referencias de búsqueda más recurrentes en internet y, sus múltiples historias inventadas, en las más comentadas de la escena política estadounidense.

En otras palabras: hasta ahora, nunca nadie en Washington había dado tanto que hablar en tan poco tiempo. El recién elegido congresista republicano por el tercer distrito de Nueva York, que asumió el cargo el 3 de enero de 2023, es ya conocido en la capital estadounidense por inventar más que hablar. También por sus “mil caras”, sus dotes de “impostor” y por interpretar tantos personajes distintos como cualquier actor profesional pudiera imaginar.

Y es que el joven congresista de 34 años no parece haber dicho todavía ninguna verdad. Todo comenzó, de hecho, con una gran mentira. Nacido en el barrio neoyorquino de Queens, de origen brasileño, Santos es en realidad George Devolder, según los documentos oficiales filtrados al "Washignton Post", mientras otros medios como "The Hill" lo identifican como Anthony Zabrovsky en sus reportes y como Anthony Devolder otras personas cercanas a él.

Desde el principio, Santos generó gran confusión en torno a su educación, al avalar su candidatura al Congreso asegurando haberse graduado en las aulas de prestigiosos centros educativos del país que, por el contrario, aseguran no haberle tenido como alumno. Las reconocidas instituciones tuvieron que confirmar que Santos “no se ha graduado de ninguna institución de educación superior”, tales como la Universidad de Nueva York (NYU), la escuela privada Horace Mann en el Bronx, que afirmó haber abandonado cuando “sus padres cayeron en tiempos difíciles, y el Baruch College, donde dijo haber obtenido una licenciatura en Economía y Finanzas.

Y, así, una mentira tras otra. Al origen de su educación se unió después su historial laboral. Santos se vio obligado a admitir que había “embellecido” su curriculum para avalar su candidatura. En la biografía de campaña publicó haber trabajado en Goldman Sachs y Citigroup, pero ambas instituciones financieras confirmaron que no contaban con ningún registro de empleo de Santos, que también dijo haber sido vicepresidente de LinkBridge, una compañía de desarrollo empresarial, alardeando haber ganado un millón de dólares en apenas seis meses. El fundador de la empresa testificó bajo juramento que Santos fue sólo un “trabajador independiente a comisión” que vendía patrocinios para eventos.

Aunque lo que más ha llamado la atención, situando a Santos en el punto de mira mediático y social, han sido los bulos sobre su vida personal. Acusado de fraude y malversación de fondos de la campaña, de maquillar su experiencia laboral y sus finanzas, la fabricación de los detalles de su vida ha superado todos los límites políticos conocidos.

El mayor escándalo hasta la fecha lo protagonizaron unas fotografías suyas, que Santos se empeñó en negar hasta la saciedad, calificando el asunto de “categóricamente falso”. En ellas se pudo se filtró al mundo su desconocido pasado de Drag Queen en Brasil, cuando un jovencísimo Santos actuaba vestido de mujer con el nombre de Kitara Ravache, aspirando a convertirse en Miss Gay de Río de Janeiro en 2005.

Santos es el primer republicano abiertamente homosexual en ganar un escaño en el Congreso. Su biografía oficial hablaba de un esposo con quien supuestamente convivía en Lond Island junto con cuatro perros, pero la única evidencia de matrimonio encontrada, a través de registros judiciales de Nueva York presentados por "The Daily Breast", ha sido el juicio de divorcio de George A. Santos Devolder y una mujer brasileña llamada Uadla Vieira en 2019, con quien estuvo aparentemente casado desde 2012.

En 2021, al recordar el quinto aniversario de la muerte de su madre, Santos publicó un tuit asegurando que los ataques del 11-S se habían “cobrado su vida”. En la web de su campaña llegó aún más lejos al afirmar que Fátima Devolder “estaba en su oficina en la Torre Sur el 11 de septiembre” y que “falleció unos años después cuando perdió la batalla contra el cáncer”, causado por los desechos tóxicos de las Torres Gemelas. "New York Magazine" demostró después que su madre estaba en Brasil durante los atentados y no viajó a Estados Unidos hasta 2003.

También llegó a infundir falsedades sobre su origen, dando a entender que era judío y que sus abuelos habían sobrevivido al Holocausto, afirmando que su abuelo materno provenía de Ucrania y había huido escapando del nazismo. Sin embargo, los registros genealógicos encontrados no dejan rastro de herencia ucraniana y los familiares confirman que sus abuelos nacieron en Brasil.

Cercano a las ideas de Donald Trump y siguiendo sus pasos de acostumbrar a los republicanos a sus engaños, su participación en la polémica protesta “Stop the Steal”, que derivó en el histórico asalto al Capitolio, trascendió a la prensa cuando uno de sus ex compañeros de piso le acusó de haberle robado una bufanda Burberry valorada en 500 dólares, asegurando que otras costosas prendas de vestir habían desaparecido de su armario mientras compartían vivienda.

Todo este contexto, del que muchos no dan crédito, no ha impedido que George Santos siga aferrándose a su silla del Congreso. Aunque la presión que durante semanas han impulsado miembros de su propio partido, finalmente obligaba a Santos a anunciar hace unos días su dimisión de dos comisiones parlamentarias a las que había sido asignado.

Decisión puesta en marcha hasta que el comité de ética concluya la actual investigación sobre sus mentiras y que se producía el mismo día que se daban a conocer los resultados de una encuesta de Newsday-Siena Collage en su distrito electoral. En el sondeo, tres cuartas partes de los votantes, el 78% de electorado, pedía su dimisión.

El presidente de la Cámara de Representantes reconocía, tras reunirse con Santos antes de su renuncia a los comités, que “es una decisión apropiada hasta que se aclare todo”. Kevin McCarthy se ha mostrado reticente a forzar la salida completa del congresista al defender la votación de los electores de su distrito a ocupar su asiento del Congreso. “Ha sido elegido por el electorado”, ha defendido el líder republicano en diversas ocasiones.

Pero la cúpula del condado de Nassau, al que pertenece su distrito de Long Island, insiste en forzar la salida de Santos tras sus múltiples escándalos. La fiscal del distrito, también republicana, ponía en marcha una investigación contra él a nivel local y federal, que se suma a la del Comité de Ética del Capitolio.

El Comité de Ética de la Cámara de Representantes del Congreso estadounidense anunció precisamente este jueves una investigación al congresista. El subcomité establecido para encargarse de la pesquisa será presidido por el republicano David Joyce (Ohio) y la demócrata de más jerarquía en el Comité de Ética, Susan Wild (Pensilvania).

El panel buscará determinar si Santos incurrió en actividades ilegales durante su campaña electoral en 2022 y si omitió divulgar apropiadamente la información requerida en las declaraciones presentadas a la Cámara.

Asimismo, según un comunicado del Comité de Ética, los investigadores examinarán si Santos violó las leyes federales sobre conflicto de intereses en relación con su trabajo para una firma financiera. "El mero hecho de establecer un subcomité investigador no indica, por sí mismo, que haya ocurrido alguna infracción", apuntó.

Mientras tanto, Santos sigue aferrándose, contra viento y marea, a su asiento en la sede del Legislativo, siendo fiel a la filosofía que le da su condición de millennial: percibir toda la atención posible como la mayor clave de su éxito. Buena, mala o regular, toda atención es poca para dar a conocer las mil y una caras, y los embustes, del legislador estadounidense más mencionado en la Prensa.