
Elecciones
Moldavia elige entre Bruselas y Moscú bajo la injerencia rusa
El partido proeuropeo de la presidenta Sandu lucha por mantener la mayoría en el Parlamento, frente a la compra de votos y la propaganda desplegada por Moscú

Otra batalla entre Europa y Rusia está a punto de culminar este domingo en Moldavia, donde unas elecciones parlamentarias cruciales podrían decidir el rumbo futuro del país. Liderado por la presidenta proeuropea Maia Sandu y en camino de negociar su ingreso a la UE, el país enfrenta el riesgo de que fuerzas prorrusas formen gobierno, en medio de informes sobre intentos rusos de manipular el voto e incitar la violencia política.
Con apenas 2,4 millones de habitantes, el destino de este país de Europa del Este es clave para la estabilidad regional, destacó Sandu en un discurso nacional esta semana. Advirtió de que un triunfo prorruso podría servir de trampolín para otra incursión rusa en Ucrania, en la vecina región de Odesa. «Hoy declaro con toda seriedad que nuestra soberanía, independencia, integridad y futuro europeo están en peligro», afirmó Sandu esta semana, tras una operación policial que incluyó 250 registros y 74 arrestos para frenar la injerencia rusa en el país, el 11% de cuyo territorio está constituido por Transnistria, un enclave prorruso donde miles de «pacificadores» están estacionados desde la guerra de 1990-1992.
«El Kremlin está gastando cientos de millones de euros para comprar cientos de miles de votos. La gente es envenenada cada día con decenas de mentiras. Cientos de personas están siendo pagadas para causar caos, violencia y asustar al mundo», subrayó Sandu. Aunque el mandato presidencial de Sandu termina en 2028, su poder depende de la mayoría parlamentaria, actualmente en manos del Partido de Acción y Solidaridad (PAS), que ella fundó.
El PAS impulsa reformas judiciales y de gobernanza para combatir la corrupción y mejorar la gestión del país. Tras solicitar la adhesión a la UE en 2022, Moldavia ha recibido cientos de millones de euros en ayuda financiera para mejorar la calidad de vida. Con Europa absorbiendo dos tercios de sus exportaciones (vino, agricultura e industria ligera), el país ha reducido su dependencia comercial de Rusia, renunciando a importaciones masivas de gas que Moscú usaba para presionar a Chisinau.
La crisis energética ha dificultado que el Gobierno de Sandu impulse el crecimiento económico y extienda la prosperidad a más ciudadanos en Moldavia, uno de los países más pobres de Europa, lo que explica en parte el apoyo que otros partidos políticos tienen actualmente. Aunque el PAS lidera las encuestas, estas son notoriamente poco fiables en un país donde unas pocas decenas de miles de votos pueden tener un impacto decisivo en el resultado. El año pasado, el voto de la diáspora fue clave para asegurar el 50,4% a favor del rumbo proeuropeo.
El bloque socialista, liderado por el expresidente prorruso Igor Dodon, sigue de cerca al PAS. Dodon defiende un «enfoque multivectorial» que, según analistas moldavos, no implicaría una ruptura formal con la UE, pero sí detendría la integración europea y aumentaría drásticamente la influencia rusa.
Si la fuerza de Sandu no logra obtener la mayoría, al menos 51 escaños en el Parlamento de 100 asientos, Dodon podría formar una coalición con otros partidos, como «la Alternativa», liderado por el alcalde de Chisinau, Ioan Cheban, o Gran Moldavia, controlado, según expertos, por el oligarca fugitivo Ilan Shor, actualmente residiendo en Moscú.
A pesar de las diferentes inclinaciones políticas declaradas, todos cooperan en cierta medida con Moscú, recibiendo financiación o asesoramiento, según afirman analistas y periodistas proeuropeos. Al apoyar a múltiples partidos, Moscú busca crear la ilusión de elección para los votantes descontentos con el Gobierno actual, criticado por no poder disminuir la inflación y la emigración masiva, y captar así sus votos.
Rusia también ha planeado pagar a los votantes por votar por una fuerza específica, gestiona una amplia red de cuentas en TikTok y otras redes sociales para difundir desinformación sobre Sandu y el PAS, y también prepara a varios hombres para participar en manifestaciones violentas. Según Sandu, Moscú ha inyectado cientos de millones de euros para lograr sus objetivos.
En 2024, decenas de miles de moldavos recibieron 39 millones de dólares en pagos bancarios a través del banco ruso Promsvyazbank, a cambio de sus votos, mediante una red dirigida por Shor que aún no se ha desmantelado por completo.
Las elecciones en Moldavia son observadas de cerca por Ucrania, cuyo presidente Volodímir Zelenski ha instado al mundo a evitar una repetición del “escenario georgiano” en Moldavia, permitiendo que caiga en la zona de influencia de Rusia tras un intento de integración con Occidente.
Si Rusia logra controlar Moldavia, Ucrania deberá desplegar más tropas en su extensa frontera con el país, advierte el analista militar Oleksandr Kovalenko, en un momento en que necesita contrarrestar los ataques rusos en el este y sur.
Moldavia también es importante para el comercio de Ucrania e incluso para el movimiento de armas, ya que la única carretera que conecta dos partes de la región de Odesa, tras la destrucción de un puente clave por ataques rusos, pasa por territorio moldavo.
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