América
Muere a los 89 años el expresidente de Uruguay José Mujica
El exguerrillero convertido en mandatario en 2010 se convirtió en un símbolo de la izquierda latinoamericana gracias a su sencillez
El expresidente de Uruguay José «Pepe» Mujica falleció este martes en Montevideo a los 89 años, un año después de que le descubrieran un tumor maligno en el esófago. «Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo», indicó en su cuenta de X el actual mandatario del país suramericano, Yamandú Orsi.
Por su parte, su fuerza política, el izquierdista Frente Amplio, publicó en la misma red social: «Pepe no fue solo un líder. Fue una forma de entender el mundo. Nos queda su voz, su ejemplo, su porfiada esperanza. Hasta siempre, compañero».
Fue el año pasado cuando Mujica anunció que padecía de cáncer de esófago, pero hasta hace pocas semanas siguió activo, sin ganas de jubilarse ni reposar. Su grave estado de salud generó preocupación en toda Latinoamérica y otras partes del mundo, debido al liderazgo de este hombre que va más allá de la figura del ex presidente de un país con menos de cuatro millones de habitantes.
Y es que Mujica pasó de ser un censurable guerrillero a un político coherente visto como un ejemplo de liderazgo internacional. «Mujica en los años 80 se alzó en armas contra un Gobierno democrático, fue un guerrillero y una vez capturado pasó 12 ó 13 años en prisiones muy duras. Cuando salió decidió hacer política de forma tradicional. Llegó a ser primero diputado, luego senador hasta alcanzar la presidencia. En el fondo, su trayectoria es una lección de que al final no se trata de imponer por la fuerza. Con la guerrilla hicieron mucho daño, lo pagaron y el Mujica post dictadura es un Mujica valioso que acepta las reglas de juego y se transforma en un líder», resume Dania Chasquetti, politólogo del Instituto de Ciencia Política de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de la República en Uruguay.
El pasado de Mujica, que nunca intentó ocultar y hasta muchos dicen del que ni siquiera se arrepintió, se convirtió más que en una cruz a lo largo de su carrera política, en un cáliz de redención. Como apunta Chasquetti, Mujica se transforma como referente internacional en un momento en que el mundo estaba en una crisis de liderazgos. «De pronto aparece Mujica como el «presidente más pobre del mundo» y todos lo empiezan a observar. Tenía la capacidad de traducir sus reflexiones de manera sencilla y siempre muy crítico con el capitalismo y el consumo y es así como este mensaje en la década del 2010 llega a muchos jóvenes».
Lo relevante es entender que Mujica no puede verse como un «outsider» o como un fenómeno aislado «ni un capricho de la historia». Mujica es un producto de una democracia consolidada con partidos sólidos. «Su prime-time coincide con el auge de un partido de centro izquierda poderoso y bien enraizado en la sociedad, el Frente Amplio», dice Chasquetti,
Los buenos recuerdos de Mujica se orientan más por sus rasgos personales o su impronta peculiar que por su actuación de gobierno, al margen de que esta pueda ser valorada favorablemente también. Mujica, presidente de Uruguay entre 2010 y 2015 y un líder histórico del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, la guerrilla urbana que irrumpió en un Gobierno democrático y que combatió a la dictadura militar con métodos terroristas, militancia que le costó 13 años de prisión, llegó al cargo como el candidato ganador de la coalición oficialista de centro izquierda Frente Amplio, de cuyo componente mayoritario, el Movimiento de Participación Popular (MPP), era dirigente. De hecho, Mujica fue el primer político de América del Sur en llegar a ser presidente por la vía democrática tras haber combatido con la subversión armada a esa misma institución del Estado.
Bajo su presidencia, Uruguay se convirtió en el abanderado del progresismo social. «Mujica tenía una economía en crecimiento, un Frente Amplio muy fuerte y en este escenario muy propicio, pudo avanzar en la agenda de derechos», explica Chasquetti. Hubo tres grandes avances en el tema de las libertades: la despenalización del aborto, el matrimonio de personas del mismo sexo y la pionera legalización, bajo regulación del Estado, del mercado de la marihuana, lo que Mujica justificó como útil en la lucha contra la violencia del narcotráfico.
Mujica se hizo popular y alcanzó fama internacional en una imagen de hombre «frugal e íntegro», que prefería seguir viviendo en su humilde casa de la periferia de Montevideo, a la par que gobernaba, sin seguridad ni tanta parafernalia. También, por su «sobriedad» frente al derroche y la corrupción de la alta política, así como su verbo franco y directo.
El expresidente terminó su mandato con niveles de popularidad de casi 50%. El 1 de marzo de 2015 devolvió la banda presidencial al también frenteamplista Tabaré Vázquez, su predecesor cinco años atrás. La tercera victoria electoral consecutiva del Frente en las votaciones de 2014 fue el reflejo del notable grado de satisfacción popular por la marcha del país.