Seguridad
El mundo se enfrenta a la década más peligrosa con un gasto en armamento al alza
El presupuesto militar mundial alcanzó en 2023 un récord de 2,2 billones de dólares, según el último informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos
La guerra en Gaza, el conflicto de Ucrania y las crecientes tensiones en el Indo-Pacífico y África presagian “lo que probablemente será una década más peligrosa” marcada por una creciente inestabilidad a medida que los países de todo el mundo aumentan su gasto militar, que el año pasado alcanzó ya un récord de 2,2 billones de dólares.
Los informes anuales del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) -el think tank británico considerado una autoridad líder mundial en seguridad global, riesgo político y conflictos militares- siempre tienen gran repercusión. Y este año, cuando la invasión rusa está a punto de cumplir su segundo aniversario y la vuelta de Donald Trump a la presidencia estadounidense es una posibilidad cada vez más real, generaba si cabe aún más expectación.
Las conclusiones no pueden ser más preocupantes. “La actual situación de seguridad militar presagia lo que probablemente será una década más peligrosa, caracterizada por la descarada aplicación por parte de algunos del poder militar para perseguir reclamos — evocando un enfoque de “la fuerza es la razón” — además de por el deseo, entre democracias afines, de reforzar los lazos bilaterales y multilaterales de defensa como respuesta”, reza el informe. La “era de la inseguridad” está restableciendo el panorama industrial y de defensa mundial, y Estados Unidos y Europa están aumentando la producción de misiles y municiones “después de décadas de inversión insuficiente”, añade.
El reputado centro de estudios con sede en Londres, que lleva 65 años elaborando una estimación anual de la situación militar mundial, destaca también el aumento de las tensiones en el Ártico, los intentos de Corea del Norte por hacerse con un arsenal nuclear y el auge de los regímenes militares en la región africana del Sahel como factores que contribuyen al “deterioro del entorno de seguridad”. “Múltiples factores representan un cuadro de inestabilidad estratégica y una nueva era de poder en disputa”, recalcó ayer el director general del IISS, Bastian Giegerich.
Una de las principales conclusiones del informe es que Rusia ha perdido alrededor de 3.000 carros de combate durante su ofensiva en Ucrania, casi tantos como los que tenía en su inventario activo antes de lanzar la invasión en febrero de 2022. Mientras Moscú ha reabastecido a sus fuerzas sacando 2.000 tanques antiguos de sus almacenes, Ucrania depende de que las naciones occidentales le entreguen la munición y el armamento que necesita para derrotar a su poderoso vecino. “No obstante, Kyiv también ha seguido demostrando su ingenio de otras formas, como con la utilización de sistemas occidentales y de desarrollo propio para presionar a la flota rusa en el Mar Negro”, apuntó el IISS en referencia al uso de “vehículos marítimos” no tripulados.
Las lecciones aprendidas de la guerra en Ucrania están empezando a influir en la planificación militar de otros países, dijo el instituto. Muchos han reconocido que necesitan aumentar la producción de material militar y agrandar sus reservas por si se ven obligados a librar una guerra larga.
El gasto global en defensa se incrementó el año pasado en un 9%, hasta los 2,2 billones de dólares, debido a la invasión rusa de Ucrania y por la creciente preocupación de que China y otros ejércitos potentes puedan tratar de imponer su voluntad a sus vecinos, indicó.
El incremento fue aún mayor en la OTAN, que ha respaldado a Ucrania como un baluarte frente a nuevas incursiones del Kremlin en territorio europeo. Los miembros de la alianza, a excepción de Estados Unidos, han incrementado el gasto militar en un 32% desde que Rusia invadió la península ucraniana de Crimea en 2014, según el instituto. Diez socios europeos alcanzaron el objetivo del bloque de invertir el 2% de su PIB en defensa el año pasado, frente a los dos que lo hacían en 2014.
El gasto europeo en defensa ha recibido una renovada atención en los últimos días después de que el expresidente de Estados Unidos Donald Trump y favorito para ser reelegido en los comicios de noviembre, dijo en un acto de campaña que cuando ocupó la Casa Blanca le dijo a un estado no identificado de la OTAN que él mismo “animaría” a Rusia a atacar a los miembros del bloque que no cumpliesen con los compromisos de financiamiento. “‘¿No han pagado? ¿Son morosos?’”, dijo el republicano recordando sus palabras. “‘No, no les protegeré. De hecho, les animaré a hacer lo que quieran. Tienen que pagar. Tienen que pagar sus facturas’”.
Las palabras de Trump han causado una profunda preocupación entre socios de la OTAN como Polonia, donde la guerra que libra Rusia en la vecina Ucrania genera gran inquietud. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, quien durante la presidencia de Trump trató de mitigar las críticas de la Casa Blanca atribuyendo al presidente el aumento del gasto militar aliado, advirtió que los comentarios "ponen a los soldados estadounidenses y europeos en mayor riesgo".
Por su parte, el actual mandatario Joe Biden calificó las últimas críticas de Trump a la alianza como "espantosas y peligrosas". Sin embargo, a pesar de toda la indignación, el controvertido expresidente tiene algunos motivos de crítica. La mayoría de los países de la OTAN todavía no logra destinar el 2% del PIB en sus ejércitos, a pesar de lo acordado en la cumbre de Gales de 2014.
Los que hasta ahora han alcanzado y superado el objetivo son Polonia (3,9%), Estados Unidos (3,49%), Grecia (3,01%), Estonia (2,73%), Lituania (2,54%), Finlandia (2,45%), Rumania (2,44%), Hungría (2,43%), Letonia (2,27%), Reino Unido (2%) y Eslovaquia (2,03%).
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