
Drones
El "muro antidrones" de la Unión Europea podría empezar a funcionar antes de lo que pensamos
La guerra de Ucrania enciende las alarmas en Bruselas, que ya proyecta un "muro antidrones" para blindar el flanco oriental de la Unión, un escudo defensivo con un doble uso, tanto civil como militar

Europa se prepara para blindar sus cielos. Para finales de 2027, el espacio aéreo comunitario estará protegido por un escudo tecnológico diseñado para hacer frente a una de las amenazas más patentes de los conflictos modernos: los drones. La Comisión Europea ha dado luz verde a la «Iniciativa Europea de Defensa contra Drones», un proyecto de envergadura que busca levantar un muro defensivo en todo el continente para garantizar la seguridad frente a incursiones hostiles de vehículos no tripulados.
De hecho, la guerra en Ucrania ha sido el detonante de esta respuesta coordinada. La contienda en el este de Europa ha supuesto la demostración palmaria de la capacidad desestabilizadora de estos aparatos, dejando al descubierto la vulnerabilidad de los cielos europeos y la urgencia de desarrollar contramedidas eficaces. Bruselas ha tomado nota y ha activado un plan que aspira a crear una red cohesionada y sin fisuras. El Kremlin ha apostado fuertemente por esta tecnología, llegando a establecer fábricas de drones a gran escala para sostener su esfuerzo bélico.
Por ello, el sistema se ha concebido con una arquitectura multicapa, capaz de detectar, seguir y neutralizar cualquier amenaza. La piedra angular del proyecto, según la información recogida por Infodefensa, se basa en la interoperabilidad, es decir, en la capacidad de las fuerzas armadas y los cuerpos de seguridad de los Veintisiete para coordinar sus recursos en tiempo real. El objetivo final es tejer una red de defensa común que elimine cualquier posible grieta en la seguridad del territorio.
Un paraguas de doble uso en sintonía con la OTAN
En este sentido, uno de los aspectos más relevantes del proyecto es su versatilidad. El llamado «muro antidrones» trasciende lo puramente militar para proteger infraestructuras civiles críticas, como centrales energéticas, aeropuertos o grandes nudos de comunicaciones. Esta concepción de doble uso le permite también ser una herramienta para la vigilancia de las fronteras exteriores y para combatir con mayor eficacia a la delincuencia organizada, que emplea cada vez más estos aparatos para sus operaciones.
Además, desde Bruselas se ha subrayado que el sistema será complementario a los planes de la OTAN. Lejos de duplicar esfuerzos, esta iniciativa ha sido diseñada para integrarse y reforzar la seguridad colectiva del espacio euroatlántico, asegurando que ambas organizaciones trabajan de forma sincronizada ante los desafíos comunes que se presentan en el horizonte.
En definitiva, esta iniciativa se encuadra dentro de un plan mayor, bautizado como «Vigilancia del Flanco Oriental», que busca fortalecer las fronteras más expuestas de la Unión. Es una pieza clave dentro de una estrategia defensiva más amplia que pretende anticiparse a conflictos futuros y dotar a la UE de una mayor autonomía. Las previsiones apuntan a que el sistema alcanzará una capacidad operativa inicial a finales de 2026, un paso previo a su despliegue total un año más tarde.
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