Defensa

El Pentágono enciende las alarmas: su nueva IA de combate es un prodigio de velocidad con un error tan simple que asusta

La nueva IA militar de Estados Unidos promete planificar ataques en segundos, superando en 400 veces la velocidad humana, pero sus fallos, aunque sutiles, demuestran que la máquina aún no puede reemplazar al hombre

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La conclusión es clara, se mire por donde se mire: por muy avanzada que sea una inteligencia artificial, la última palabra en el campo de batalla la seguirá teniendo un comandante de carne y hueso. En los experimentos militares que se están llevando a cabo en Estados Unidos, el modelo donde un especialista humano revisa y autoriza las propuestas de la máquina se consolida como la única opción viable, ya que la supervisión humana sigue siendo indispensable para evitar errores catastróficos. Esta filosofía subraya que, más allá de la tecnología punta, la verdadera superarma de Estados Unidos reside en el cerebro de sus militares, capaces de interpretar los matices que las máquinas aún no comprenden.

De hecho, esta necesidad de validación se ha hecho evidente tras las pruebas del programa DASH-2, un nuevo sistema de la Fuerza Aérea estadounidense capaz de elaborar complejos planes de ataque cuatrocientas veces más rápido que el estratega más experimentado. Este prodigio tecnológico representa un salto de gigante en la planificación militar, pero su increíble velocidad es también su mayor debilidad, pues la fiabilidad de sus propuestas no siempre está a la altura de las circunstancias. Esta búsqueda de sinergia entre hombre y máquina se refleja también en otros proyectos de la Fuerza Aérea, como las recientes pruebas donde pilotos de combate han logrado controlar drones de apoyo en pleno vuelo, sentando las bases del futuro combate aéreo.

Sin embargo, el problema no radica en fallos garrafales, sino en errores de naturaleza más sutil y, por ello, mucho más peligrosos de identificar. El sistema tiende a pasar por alto detalles que para un experto serían obvios, un análisis que comparten en el medio Breaking Defense, poniendo en riesgo misiones enteras. La velocidad, sin un juicio crítico que la respalde, puede convertirse en un arma de doble filo.

Velocidad sin juicio: la encrucijada de la inteligencia artificial militar

Por ejemplo, uno de los fallos recurrentes durante las simulaciones fue la selección errónea de sensores para operar en unas condiciones meteorológicas adversas. Este tipo de decisión, aparentemente menor, es un detalle táctico fundamental que podría comprometer la eficacia de una operación real, demostrando que la experiencia acumulada en el terreno es un factor que los algoritmos todavía no pueden replicar por completo.

Asimismo, el origen de estas imperfecciones se encuentra en un ciclo de desarrollo extraordinariamente acelerado. Los algoritmos del sistema DASH-2 fueron creados en tan solo dos semanas, un tiempo manifiestamente insuficiente para que los programadores pudieran integrar todos los filtros y mecanismos de verificación necesarios. La urgencia por obtener resultados rápidos priorizó la velocidad por encima de la coherencia táctica. Esta precipitación es especialmente arriesgada en sistemas complejos, como los aviones de combate autónomos que ya se están desarrollando, donde un fallo no detectado a tiempo podría tener consecuencias aún más graves.

En última instancia, el objetivo del Pentágono no es, por tanto, reemplazar a sus estrategas, sino dotarlos de una herramienta que les permita explorar cientos de escenarios posibles en cuestión de minutos. La meta es crear una simbiosis que permita agilizar la toma de decisiones en situaciones de máxima presión, combinando la potencia de cálculo de la inteligencia artificial con el insustituible juicio crítico del ser humano.