Desafío militar

Los tres misiles con los que EE UU podría romper el tabú nuclear

Trump ordena reanudar las pruebas atómicas 33 años después para "igualar las condiciones" con otros países que "siguen probando sus armas", en referencia a China y Rusia

Lanzamiento de un misil Minuteman III.
Lanzamiento de un misil Minuteman III.USAF.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió a propios y extraños al ordenar la reanudación inmediata de las pruebas nucleares estadounidenses, suspendidas desde 1992. El anuncio, hecho horas antes de reunirse con Xi Jinping en Corea del Sur, ha reavivado temores sobre una nueva carrera armamentista global y plantea una pregunta clave: ¿qué busca realmente Trump y qué armas podrían ponerse a prueba?

Según fuentes citadas por The Atlantic, Trump considera que Rusia y China están avanzando en sus programas de modernización nuclear, mientras Estados Unidos lleva más de tres décadas sin detonar una bomba real. En su mensaje en Truth Social, el mandatario afirmó que quiere “igualar las condiciones” con otros países que “siguen probando sus armas”.

Sin embargo, expertos como Tom Nichols, analista de The Atlantic, advierten que el anuncio “responde más a una lógica política y simbólica que técnica”. Nichols sostiene que las pruebas no son necesarias, ya que “Estados Unidos dispone de simulaciones avanzadas que verifican la eficacia de su arsenal sin necesidad de detonaciones reales”.

¿Qué armas podrían usarse en los nuevos ensayos?

Aunque la Casa Blanca no ha detallado qué tipo de armamento podría emplearse, analistas del Federation of American Scientists señalan que los posibles candidatos serían ojivas de nueva generación W76-2 —de baja potencia— y prototipos modernizados de los misiles balísticos intercontinentales Minuteman III, además de futuras versiones del bombardero B-21 Raider equipado con bombas nucleares B61-12.

Estas pruebas buscarían verificar la fiabilidad y precisión de los sistemas modernizados, dentro del plan de actualización de más de 1 billón de dólares que el Pentágono lleva a cabo desde la era Obama.

El anuncio de Trump ha generado inquietud internacional. El Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT), firmado por Estados Unidos en 1996 aunque nunca ratificado, prohíbe cualquier explosión nuclear. Reanudar las pruebas supondría romper un consenso internacional de más de tres décadas. demás, Rusia y China podrían responder con sus propios ensayos. Moscú ya ha advertido que “hará lo mismo si Washington cruza esa línea”, y Pekín ha instado a evitar “una nueva espiral de represalias”. Para Nichols, la medida refleja “una visión anclada en la Guerra Fría”, más preocupada por proyectar poder que por fortalecer la seguridad real. “Las pruebas nucleares no demostrarían fortaleza, sino ansiedad”, concluye el analista.

El anuncio de Trump llegó en un momento diplomático especialmente sensible. En pleno viaje por Asia, el presidente lanzó su amenaza de reanudar las pruebas nucleares minutos antes de reunirse con Xi Jinping, quien lidera una de las expansiones más aceleradas de armamento atómico del planeta. Según el New York Times, el mensaje fue publicado mientras Trump volaba a su encuentro con Xi a bordo del helicóptero presidencial Marine One, lo que sugiere una decisión impulsiva, posiblemente motivada por las recientes demostraciones de fuerza de Rusia, que asegura haber probado un misil de crucero nuclear y un torpedo intercontinental capaz de cruzar el Pacífico.

El contexto internacional también es clave: el anuncio se produce a cien días de la expiración del tratado New START, el último gran acuerdo de control de armas entre Washington y Moscú, que limita a 1.550 las ojivas estratégicas desplegadas por cada país. Aunque Putin había sugerido mantener los límites de forma informal tras el vencimiento, las relaciones entre ambos líderes se deterioraron rápidamente por la guerra en Ucrania y las acusaciones de ataques a civiles. De avanzar con sus ensayos, Trump podría dinamitar cualquier posibilidad de negociación futura y precipitar una nueva carrera armamentista sin restricciones legales.

Además, China se ha convertido en un factor impredecible en el tablero nuclear. Aunque no participa en ningún tratado de control de armas, Pekín ha multiplicado su arsenal y la construcción de silos, pasando de una “disuasión mínima” de unas pocas centenas de armas a un plan que podría situarla cerca de la paridad con Estados Unidos y Rusia hacia 2035. En ese escenario, la presión de Trump por demostrar poderío nuclear podría tener el efecto contrario al buscado, empujando a China, Rusia y otras potencias emergentes —como India, Pakistán o Corea del Norte— a retomar sus propios ensayos en cadena.