Teherán

... pero la represión se mantiene

La ley islámica rige con mano de hierro el día a día de los iraníes, mientras aumentan las ejecuciones

... pero la represión se mantiene
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La ley islámica rige con mano de hierro el día a día de los iraníes, mientras aumentan las ejecuciones

En la firma del tratado nuclear P5+1, no se exigió a las autoridades iraníes avances en los derechos humanos. De ahí que, a pesar de las ansias de libertad, Irán continúa marcado por un código penal y unas leyes más propias de la Edad Media. Latigazos, lapidaciones, horca... están aún en la jerga de los jueces de la República Islámica. Muchos vieron en la llegada de un moderado a la presidencia el principio del fin de la represión. Sin embargo, desde que Rohani llegó al poder hasta marzo pasado se ha ejecutado a 2.162 personas, la mayoría en la horca y por delitos relacionados con el tráfico de drogas. En el mismo periodo de tiempo, dos años y medio, anterior a Rohani, fueron ejecutadas 1.503 personas, es decir, la pena capital ha aumentado un 43%. Hay unas 2.000 personas esperando en el corredor de la muerte, de acuerdo a datos recopilados por la Universidad de Cornwell.

El país avanza a dos velocidades, pues la protección de los valores de la República Islámica pesan más que el creciente aperturismo en la mentalidad de los iraníes. Como ejemplo, las autoridades iraníes como el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei o el propio presidente Rohani tienen cuentas de Twitter, sin embargo, la misma red social está prohibida para el resto de los iraníes, así como Facebook o webs de noticias como Europa Press, o de cine como IMDb.

La Policía de la Moral ha aumentado en 7.000 agentes de paisano para vigilar las calles de Teherán, donde, en ciertas zonas, las mujeres relajan mínimamente la vestimenta islámica y dejan ver su cabello por delante o el final de la coleta, visten con vaqueros y en tonos más alegres que un chador negro. La situación de la mujer, a pesar de haber obtenido un récord de diputadas en el nuevo Parlamento, 17 (de 290), sigue siendo de inequidad. En el autobús, deben sentarse detrás, su testimonio vale menos en un juicio que el de un hombre y bajo ningún concepto debe saltarse la Ley islámica. Minoo Khaleghi, una de las diputadas reformistas que logró un escaño en la primera vuelta por Ishafan, fue fotografiada en un viaje a China, dando la mano a un hombre. El Consejo de Guardianes la ha descalificado, sentando un peligroso precedente.

La mayoría de los ciudadanos están contentos con el giro en el Parlamento, pero también reconocen que nada cambiará sustanciosamente; la sombra del ultraconservadurismo en Irán es alargada. «En materia de derechos humanos no se ha avanzado nada. No dejan a Rohani realmente margen de maniobra si es que verdaderamente quiere cambiar algo. El régimen controla todo y tampoco un Parlamento reformista podrá llevar a cabo cambios importantes y darnos la libertad que anhelamos», asevera el periodista iraní M. A. a través de Telegram. Esta misma semana han detenido a tres reporteros reformistas, por lo que prefiere que su nombre no salga publicado. Afarin Chitsaz, del diario «Iran», fue condenada a diez años de prisión; Ehsan Mazandarani, editor jefe de «Farhikhtegan», a siete; y Saman Safarzaee de «Andisheh Pouya», a cinco.

«Occidente está suavizando la imagen de Irán para hacer negocios sin miramientos, pero le pese a quien le pese esto es una dictadura. No hay libertad de expresión ni de pensamiento», confiesa el joven Amin, de 19 años.