Turismo sin niños

Polémica en Francia por los resorts turísticos que prohíben la entrada a niños: "No podemos organizar la sociedad así"

La discusión sobre la prohibición del ingreso de niños ha llegado a cuestionar los "valores culturales franceses" del turismo familiar

Economía/Empresas.- Barceló desembolsa 70 millones para entrar en Francia con un hotel en París bajo la marca Occidental
Economía/Empresas.- Barceló desembolsa 70 millones para entrar en Francia con un hotel en París bajo la marca OccidentalEuropa Press

La controversia en torno a los complejos turísticos reservados únicamente para adultos en Francia ha generado un intenso debate sobre las implicaciones sociales y culturales de la exclusión infantil en espacios vacacionales. La senadora socialista Laurence Rossignol ha levantado su voz contra estos establecimientos, argumentando que representan una forma de discriminación que margina a los niños de la sociedad, equiparando su exclusión con un trato similar al de "mascotas problemáticas".

Sarah El Haïry, alta comisionada gubernamental para la infancia, ha reforzado esta postura criticando los espacios "sin niños" como contrarios a los valores culturales franceses. Su iniciativa "Elección Familiar" busca promover entornos más inclusivos y amigables para las familias, destacando la importancia de que los niños sean bienvenidos en diversos espacios públicos.

Los complejos turísticos exclusivos para adultos, cuya popularidad ha crecido significativamente desde los confinamientos por Covid-19, representan actualmente entre el 3% y el 5% de los establecimientos turísticos en Francia. Este fenómeno contrasta con la tradición francesa de turismo familiar, caracterizada históricamente por destinos que ofrecen múltiples servicios y actividades para todas las edades.

Un modelo dirigido a padres que buscan momentos de desconexión

Los representantes del sector turístico defienden estos espacios como una respuesta a un mercado específico. Argumentan que muchos de sus clientes son precisamente padres que buscan momentos de descanso y reconexión, lejos del estrés cotidiano. Las investigaciones sugieren que la mayoría de los huéspedes no son personas que rechazan a los niños, sino individuos que temporalmente necesitan un espacio de tranquilidad.

Desde una perspectiva antropológica, este fenómeno refleja tendencias sociales contemporáneas hacia la búsqueda de comodidad y experiencias personalizadas. No obstante, los críticos advierten sobre los riesgos de fomentar la intolerancia mediante la segregación espacial, especialmente de un segmento tan vulnerable como la población infantil.