Tribuna

Que Taiwán no se convierta en la Ucrania asiática

El propio Xi Jinping ha insistido en que no renunciará al uso de la fuerza para reunificar Taiwán

Tres cazas taiwaneses Mirage 2000-5
Tres cazas taiwaneses Mirage 2000-5RITCHIE B. TONGOAgencia EFE

El pasado 22 de enero dio comienzo el Año Nuevo Lunar, la festividad más importante del calendario en mi país, la República de China (Taiwán). Millones de taiwaneses en todo el mundo lo hemos celebrado compartiendo nuestros mejores deseos para este Año del Conejo que ahora comienza, un animal que confío y tengo esperanza en que traiga consigo un rotundo giro del panorama internacional, que a día de hoy continúa siendo complicado y amenazante para el mantenimiento de ese bien tan apreciado por todos que es la paz mundial.

Cuando parecíamos recuperarnos de la pandemia de la covid-19 y superar una crisis sanitaria que había sumido al mundo en la desesperación, nos sorprendió hace ahora un año la invasión rusa de Ucrania, con lo que ello ha supuesto para la desestabilización de Europa y de todo el mundo. En mi país, la República de China (Taiwán) comenzamos a ver cómo se incrementaban las amenazas y maniobras militares procedentes de China que hoy continúa sufriendo nuestro pueblo.

En todo el año 2022, registramos un total de 3.445 incursiones de aviones militares chinos a Taiwán. Utilizando como pretexto la visita a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes de EE UU, Nancy Pelosi, el pasado mes de agosto de 2022, China inició maniobras militares con fuego real en torno a Taiwán. Y como respuesta a tal visita, los aviones militares chinos comenzaron a cruzar la línea media del Estrecho de Taiwán. Con ello, China está tratando de convertir esta situación en habitual y establecer con ello una “nueva normalidad” que supone un cambio unilateral del statu quo en el Estrecho de Taiwán y, en definitiva, un desafío al orden internacional.

En el XX Congreso del Partido Comunista Chino celebrado en Pekín en octubre de 2022, ya quedó bien claro que China iba a continuar sus amenazas e intimidaciones a Taiwán, puesto que el propio Xi Jinping insistió en que China no renunciará al uso de la fuerza para reunificar Taiwán. China recurre engañosamente una y otra vez a la resolución 2758 de la Asamblea General de Naciones Unidas de 1971 para tratar de justificar que, como ellos dicen, “Taiwán forma parte inalienable del territorio de China”. Nosotros reiteramos que tal resolución en ningún momento menciona a Taiwán, ni atribuye a la República Popular de China ningún derecho a representar a Taiwán en el sistema de Naciones Unidas, ni dice que Taiwán sea parte de la República Popular de China.

La comunidad internacional debe saber que la República de China (Taiwán) es un país soberano, independiente y democrático. Por tanto, solo el gobierno elegido directa y democráticamente por el pueblo puede representar a los 23,5 millones de taiwaneses, cuyo futuro solo puede ser decidido por ellos mismos.

El consenso del pueblo de Taiwán al respecto es que los taiwaneses no podemos hacer cesiones en la soberanía territorial, la democracia y la independencia, y que el conflicto militar no es una opción para ambos lados del Estrecho de Taiwán. Nosotros estamos dispuestos a trabajar con China, siempre bajo los principios de racionalidad, igualdad y respeto mutuo, para encontrar una solución aceptable para ambas partes que mantenga la paz y la seguridad en el Estrecho de Taiwán.

Desgraciadamente, la escalada de tensión que China ha provocado nos obliga a pensar en que existe un evidente riesgo de guerra en el Estrecho de Taiwán, y no podemos ignorar que la repercusión de una invasión china de Taiwán sería muy superior a la que ha causado la invasión rusa de Ucrania. Tengamos en cuenta que Taiwán se ha convertido en el principal proveedor global y en la pieza clave de la cadena de suministro de chips en todo el mundo, pues ocupa hoy el 63 por ciento del mercado mundial de chips. Todo el mundo sabe que en las guerras nunca hay ganadores, solo perdedores, y es necesario que la comunidad internacional trabaje unida y conjuntamente para evitar que Taiwán se convierta en la Ucrania asiática.

La escalada de amenazas y maniobras militares de China ha conducido a que mi Gobierno haya tenido que adoptar medidas para no doblegarnos ante las amenazas y trabajar en la autodefensa para garantizar nuestra seguridad nacional. La más importante y reciente, un nuevo plan de reclutamiento que ampliará de cuatro meses a un año el periodo de servicio militar obligatorio a partir del año 2024, una decisión adoptada con el único objetivo de afianzar la paz y la seguridad de Taiwán.

En palabras de nuestra presidenta Tsai Ing-wen, se trata de “proteger nuestra seguridad e intereses nacionales, mantener la prosperidad y defender nuestro modo de vida democrático y libre para transmitirlo a las generaciones futuras”. Solo preparándonos para la guerra podemos evitarla y solo siendo capaces de afrontar una guerra podemos prevenirla. Los taiwaneses hemos de tener muy claro que cuanto más unidos estemos, más fuerte y segura será Taiwán.

Nuestra presidenta Tsai Ing-wen viene insistiendo hace ya tiempo en los cuatro compromisos que conforman las sólidas bases de nuestro sistema democrático:

  • (1) Un compromiso duradero con un sistema constitucional libre y democrático
  • (2) Un compromiso con que la República de China y la República Popular de China no deben subordinarse entre sí.
  • (3) Un compromiso de resistir la anexión o la invasión de nuestra soberanía.
  • (4) Un compromiso de que el futuro de la República de China (Taiwán) se decida de acuerdo con la voluntad de los propios taiwaneses.

En una reciente carta enviada al Papa Francisco, la presidenta Tsai subrayaba que la actual guerra entre Rusia y Ucrania ha reforzado el valor de la paz y que preservar la seguridad regional se ha convertido en un consenso clave compartido por los líderes mundiales. Por suerte, en Taiwán contamos con un cada vez más sólido apoyo internacional, como día a día nos demuestran nuestros países aliados y de ideas afines, de manera muy especial Estados Unidos y la Unión Europea.

El Parlamento Europeo ha mostrado siempre un claro y rotundo apoyo a Taiwán, hasta el punto de haber aprobado en los dos últimos años un total de 25 resoluciones favorables a Taiwán. Y en enero de 2023, ha aprobado dos resoluciones más en las que condena las continuas provocaciones militares de China contra Taiwán y pide que las disputas entre Taiwán y China se resuelvan mediante un diálogo pacífico y sin precondiciones.

En el caso de España, el 6 de octubre de 2022 recibimos por vez primera el apoyo explícito del Congreso de los Diputados, mediante la aprobación de una Proposición no de Ley en la que el Congreso “subraya su oposición a cualquier acción unilateral que socave el statu quo en el Estrecho de Taiwán” y reitera que la relación entre China y Taiwán debe desarrollarse “de manera constructiva mediante el diálogo, sin coacción y en base a la voluntad de la ciudadanía”. Tal declaración constituye un valioso hito en las relaciones entre España y Taiwán del que nos sentimos muy satisfechos y agradecidos.

El cercano ejemplo de Ucrania nos avisa de que las guerras son imprevisibles y de sus terribles consecuencias. Mi profesión de diplomático, sumada a mi condición de católico, hacen mayor mi fe, esperanza y convicción en que hemos de mantener a toda costa y entre todos un valor tan universal e imprescindible como el de la paz, hoy más deseada que nunca en todo el planeta.