
Energía renovable
Revolución solar sobre raíles: Francia quiere convertir antiguas vías de tren en generadores de energía
El país galo experimenta con placas fotovoltaicas reversibles para aprovechar kilómetros de líneas ferroviarias en desuso

Francia ha puesto en marcha un proyecto singular para transformar kilómetros de vías de tren abandonadas en una fuente de energía renovable. La idea, conocida como ferrovoltismo, busca aprovechar más de 7.000 kilómetros de líneas sin uso para instalar paneles solares que generen electricidad de forma limpia y sin afectar al paisaje ni ocupar nuevos terrenos.
El proyecto piloto se llama Solveig y está inspirado en el modelo sueco Sun-Ways. Los paneles se colocan sobre pequeñas plataformas con rodillos que se desplazan por los raíles y quedan fijados mediante un sistema reversible. Esto permite retirarlos con facilidad si la línea vuelve a ser operativa. Tal y cómo recoge El Periódico Quentin, ingeniero del proyecto, explica que “la reversibilidad es clave: queremos producir energía sin hipotecar el futuro de la red ferroviaria”.
Objetivo 2030
La fase de pruebas comenzó en enero en el centro técnico de Achères, cerca de París, y se extenderá hasta finales de julio. Su objetivo es suministrar electricidad renovable a necesidades puntuales, como talleres de mantenimiento o instalaciones aisladas. Si el balance es positivo, SNCF planea desplegar la tecnología en otras zonas para alcanzar una producción de 1.000 megavatios en 2030, lo que cubriría hasta el 20% de su consumo eléctrico.
Más allá de Solveig, la SNCF estudia fórmulas para aprovechar marquesinas, tejados de estaciones y hasta los márgenes de las vías con placas solares. Así pretende sacar partido a una red ferroviaria que ocupa miles de hectáreas y que, hasta ahora, no se utilizaba para generar energía.
Esta iniciativa se suma a otros ejemplos de reciclaje urbano, como la Petite Ceinture de París: una línea construida en el siglo XIX que, tras años de abandono, hoy alberga huertos, senderos y hasta cines de verano, demostrando que las viejas infraestructuras todavía pueden tener una segunda vida.
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