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Rohani condiciona el diálogo con EE UU al fin del embargo

La Razón
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Caían chuzos de punta sobre el ex comediante, actor y guionista y hoy presidente de Ucrania Vladimir Zelenski y su papel en la enésima comedia trumpiana. Y Zelenski, que hablaba ante la Asamblea General de Naciones Unidas, eligió centrarse en sus temas fuertes. Principalmente la guerra y, por supuesto, las peligrosas relaciones con Rusia. Antes se había reunido con Donald Trump. Y aprovechó, de nuevo, para agradecerle su apoyo. A pesar de que EE UU habría ordenado a principios del verano estrangular la transferencia de hasta 400 millones de dólares en ayudas (365 millones de euros).

Sin duda su tono, tanto con Trump como ante el resto de líderes mundiales, fue mucho más mesurado que el de presidente de Irán, Hasan Rohani, que no dudó durante su intervención en acusar a Estados Unidos de todo tipo de tropelías y acoso. Para el líder de la República islámica, la Casa Blanca impulsa una operación de terrorismo económico. También habló de «piratería internacional» y subrayó que no hay nada que negociar mientras sigan vigentes las sanciones. Irán, sostuvo, «ha resistido el terrorismo económico más despiadado». No faltaron las amenazas más o menos veladas, las advertencias de que el mundo podría asistir a un «gran incendio» en Oriente Medio y los mensajes apocalípticos.

Roahni acusó a Trump y a su Gobierno de jugar con gasolina, de ser incapaces de encontrar soluciones pacíficas y consensuadas en escenarios tan preocupantes como el de Siria y de anteponer sus propios intereses, y sobre todo su cerrazón, a la legalidad internacional y la soberanía de Irán. Y si el iraní mencionó una y otra vez a Estados Unidos, Zelenski hizo lo propio minutos antes con Rusia. «Nadie se sentirá seguro mientras Rusia libra una guerra contra Ucrania en el centro de Europa», dijo. Ignorar lo que sucede entre Ucrania y Rusia sería suicida para el continente, advirtió, al que tiempo que recordaba las negligencias y cobardías que propiciaron el inicio de las dos guerras mundiales, «con el resultado de que millones de vidas humanas» pagaron por «el silencio, la inacción o la falta de voluntad» de los distintos países para «renunciar a nuestras propias ambiciones».

Dicho todo, al mismo tiempo, con la gravedad de quien espera desatascar la situación diplomática y la incomodidad de saber que acaba de convertirse en el centro de todas las miradas. Por si acaso y durante su charla con Trump insistió en que nunca, de ninguna forma, fue presionado.

Por su parte, el presidente iraní descartó ayer sentarse a hablar con Estados Unidos mientras no retire sus sanciones e insistió en que Teherán no negociará con «un enemigo que busca que Irán se doblegue utilizando armas de pobreza y presión». «Quisiera anunciar que nuestra respuesta a cualquier negociación bajo sanciones es negativa», señaló Rohaní en su discurso ante la Asamblea General de la ONU.

El líder iraní defendió que, para que haya una discusión, la Administración Trump debe volver a sus compromisos bajo el acuerdo nuclear negociado en 2015 y del que se salió de forma unilateral. «Abandonen las sanciones para abrir el camino a las negociaciones», dijo Rohani en respuesta a la disposición de Trump a reunirse y a los intentos del presidente francés, Emmanuel Macron, para propiciar ese encuentro.

El ataque con drones contra la industria petrolera de Arabia Saudí dinamitó las posibilidades de que se produjera este cara a cara entre los dos presidentes enfrentados en la escena internacional. La salida del consejero de Segurdidad, John Bolton, animó esta hipótesis pero al final se impuso la desconfianza mutua.