América Latina

Cómo Guayaquil se ha convertido en un nuevo Medellín asediada por el narco

La ciudad portuaria es el epicentro de una ola de violencia desatada por bandas criminales en todo Ecuador

Familiares de presos esperan hoy información sobre sus seres queridos, en las afueras de la penitenciaría de Guayaquil (Ecuador).
Familiares de presos esperan hoy información sobre sus seres queridos, en las afueras de la penitenciaría de Guayaquil (Ecuador).Marcos PinAgencia EFE

Guayaquil, la capital del Guayas y pulmón económico de Ecuador, no es solo la ciudad más grande del país sino también una de las más agresivas y duras para vivir. En 2023 quedó en el puesto 24 en el listado de urbes más violentas elaborado por Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia Penal de México. Aquí las pandillas campan a sus anchas y se disputan el control del territorio, especialmente de los cinco puertos que tiene, por donde entra buena parte de la droga que después va a Europa y también a Norteamérica.

En un escenario marcada por la pobreza y el tráfico de droga, grupos criminales cometen a diario extorsiones, secuestros, tiroteos, robos y asesinatos ejecutados por sicarios. El presidente Daniel Noboa les ha declarado la guerra y ha sacado a las fuerzas armadas a la calle para combatir la insurrección que vive el país después que el gobierno haya declarado a 21 pandillas y grupos criminales como bandas terroristas.

Como ciudad portuaria situada entre Colombia y Perú, los principales productores de coca, Guayaquil (2,8 millones de habitantes) se convirtió hace años en un enclave importante en el trasiego de la droga. En 2021, Pablo Arosemena, el entonces gobernador de Guayas, dijo a la BBC que la ciudad estaba experimentando "lo que Colombia vivió en los años 80 y 90".

Ecuador registró en 2022 cerca de 4.450 asesinatos, de los cuales solo 308 fueron resueltos por la justicia. El 30 % de estos crímenes se cometieron en Guayaquil. La ex alcaldesa de la ciudad Cynthia Viteri sugirió incluso autorizar a los vecinos a portar armas para defenderse "porque ahora los delincuentes se acercan a tu carro, te apuntan con un revólver porque saben que tú estás desarmado".

El analista ecuatoriano Martín Pallarés asegura a LA RAZÓN que Guayaquil "se ha convertido en la Medellín de los años ochenta asediada por el narco y la violencia". Pero con algunas diferencias, matiza: "En Medellín había capos más reconocidos y reconocibles, y un cartel que actuaba de forma sincronizada. En Guayaquil es más disperso y difuso, pero igual de peligroso. Es una ciudad con índices de peligrosidad terribles".

Hace tiempo que Ecuador dejó de ser un lugar de paso entre Colombia y Perú. Alfonso Harb, ex diputado ecuatoriano, resalta que además de los puertos que sirven de plataforma para los grandes cárteles, existe un mercado de consumo interno de drogas que no ha dejado de crecer, especialmente en las favelas donde la pobreza ha aumentado y donde la ausencia del estado impide dar asistencia sanitaria y educativa a la población. Desasistidos, los más jóvenes son fácilmente reclutables por las pandillas, denuncian expertos consultados.

Estas pandillas han pasado a ser organizaciones criminales como los Lobos y los Tiguerones, en la estela de la veterana banda de los Choneros, a la que pertenecía el narco Adolfo Macías, alias Fito, fugado el 7 de enero de una cárcel de Guayaquil, dando lugar así a la situación de caos y violencia de los últimos días. "Las bandas delictivas se encuentran más armadas que la Policía misma", reconocía en el pasado Robinson Sánchez, jefe de operaciones del sector. Es una "guerra" de pistolas contra fusiles.

Los planes de los grupos criminales se tejen muchas veces en las cárceles cárceles, que las autoridades aseguran que se han convertido en centros de control del crimen organizado. La muerte en 2020 del jefe de la banda Los Choneros, Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña, abrió una división interna entre grupos locales que buscaban captar amplias cuotas de poder. Este clima propició en 2021 la peor masacre carcelaria en la que 119 reos fueron asesinados en distintos centros penitenciarios, algunos de ellos, decapitados. En total, unos 18 choques violentos dentro de las cárceles han dejando más de 450 prisioneros muertos en los últimos tres años, informa Ap.

El presidente Noboa, aseguran los expertos de Insight Crime, ha redoblado su apuesta por un enfoque militarizado, pero no ha dado indicios de un plan de seguridad a largo plazo. "Todo lo que está pasando actualmente se vuelve una crisis, tomando en cuenta que la problemática de la violencia y la criminalidad no se puede resolver de la noche a la mañana", dijo a este web Max Campos, analista de seguridad y exviceministro del Interior de Ecuador.