
Defensa
En las tripas de Norfolk, el fortín marítimo de EEUU y la OTAN frente a la amenaza china
En esta base a orillas del Atlántico, la Armada estadounidense tiene desplegada su mayor concentración de fuerzas: 75 buques repartidos en 14 muelles y 134 aeronaves en 11 hangares

La actividad en el muelle no cesa para poner a punto al portaaviones USS George H. W. Bush. Como si del centro de una ciudad abarrotada se tratara, un desfile de soldados con mono azul se cruza, amenizado por el ruido de las hélices de los helicópteros que aterrizan a escasos metros, con las máquinas para recargar palés de latas de refrescos y demás provisiones para la misión de esta fortaleza flotante.
El Bush, también conocido como el CVN-77 y que siempre navega acompañado de un grupo de ataque que incluye a varias fragatas o destructores avanzados, es uno de los portaaviones estadounidenses que se encuentra en la Base Naval de Norfolk, la más grande del mundo, y el hogar de la OTAN en el continente.
El imponente buque mide más de 300 metros de largo, lo que equivale a tres campos de fútbol o a la Torre Eiffel tumbada. En la cubierta caben unos cincuenta aviones y el navío tiene capacidad para realizar varios despegues a la vez cuando se encuentra desplegado en el mar Mediterráneo, en el mar Rojo o en el Golfo Pérsico, su zona habitual.
Este portaaviones ha participado también en las campañas de EE.UU. contra el Estado Islámico y en la respuesta a los atentados terroristas del 11 de septiembre.
Tanto las catapultas que lanzan a los cazas como los motores de 260.000 caballos funcionan gracias a la energía nuclear, lo que lo hace prácticamente autónomo y le permite estar siempre listo para las misiones, según confirman a EFE miembros de la tripulación.
"Cuando zarpa es como una ciudad flotante", dice desde la cabina de control Stan Zaneski, uno de los tripulantes del barco. Él es uno de los 5.000 marineros que navegan a bordo del Bush y que esperan ya la próxima misión.
Uno de los escenarios de la carrera contra China
En esta base a orillas del Atlántico, la Armada tiene desplegada su mayor concentración de fuerzas: 75 buques repartidos en 14 muelles y 134 aeronaves en 11 hangares.
A diario, miles de soldados se entrenan para estar a punto para el momento en el que tengan que actuar, como llevan haciendo desde la I Guerra Mundial (1914-1918), cuando la base se estableció como aeródromo para hidroaviones por primera vez.
Sin embargo, aunque EE.UU. pueda presumir de tener la base más grande del mundo, lo cierto es que China ha conseguido superarle en cuanto a producción naviera. Algo que al presidente, Donald Trump, le inquieta y que quiere revertir.

El pasado abril, el mandatario firmó una orden ejecutiva para "recuperar el dominio marítimo" con la que pretende revitalizar la producción de la industria. Según ese texto, "EE.UU. construye el 0,2 % de los buques del mundo, frente al 74 % que construye China".
De hecho, hace unas semanas el Pentágono estableció como una de sus principales prioridades aumentar la construcción naval para equipar mejor a la Marina.
"Reconstruir nuestra base industrial marítima arruinada es un imperativo de seguridad nacional", dijo el secretario de la Armada, John Phelan, en un comité en el Congreso. "Tengo una idea clara de adónde han ido a parar nuestros dólares para la construcción naval, y estoy elaborando un plan para arreglar lo que no funciona".
Buques de cine
Cuando uno de los portaaviones de la Marina zarpa hacia una misión, no lo hace solo, se forma un grupo de ataque en el que otros buques hacen las labores antimisiles, antisubmarinos o control costero. Entre ellos, un destructor como el USS Bainbridge (DDG-96).
Precisamente este destructor jugó un papel crucial en el rescate del capitán Richard Phillips, secuestrado por unos piratas de Somalia en abril de 2009. Unos años más tarde, la operación saltó a la gran pantalla con la cinta 'Captain Phillips', en la que Tom Hanks dio vida al rehén.
"Nuestro trabajo es mantener la paz, es decir, vencer en tiempos de combate", asegura el suboficial mayor James Konopa en la cubierta del barco. Ha trabajado en seis barcos en misiones diferentes, sobre todo en el Pacífico y en Oriente Medio.
Ahora, espera a que "llegue el momento de actuar", que, cuenta, aunque tienen una pequeña idea de cuándo será, depende del transcurso de los conflictos que hay en el mundo.
Como él, miles de soldados conviven en un ambiente industrial entre pasillos laberínticos, escotillas y escaleras estrechas para servir a la Armada estadounidense, que este año celebra su 250 aniversario.
✕
Accede a tu cuenta para comentar