Grecia

Tsipras renuncia a otra de sus promesas estrella

El Parlamento griego aprueba una nueva ley hipotecaria que no evita los desahucios a cambio de 12.000 millones en ayudas europeas

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, asiste a la sesión de ayer del Parlamento
El primer ministro griego, Alexis Tsipras, asiste a la sesión de ayer del Parlamentolarazon

Grecia logra desatascar a cuentagotas el dinero del tercer rescate a cambio de severos ajustes en materia social. El Parlamento heleno ratificó ayer una batería de medidas pactada con los acreedores en una sesión en que todas las fuerzas de la oposición se posicionaron en contra y sólo la coalición entre Syriza y Griegos Independientes votó a favor. El acuerdo con los socios llegó el martes tras unas anquilosadas negociaciones en las que el Gobierno griego tuvo que ceder en su intento de evitar los desahucios de primeras viviendas. El mayor escollo para cerrar un paquete de reformas que permitirá el desembolso hoy mismo de 2.000 millones de euros del programa de ayudas y otros 10.000 millones para la recapitalización de los bancos.

La nueva ley hipotecaria protegerá a un 60% de los hogares con hipotecas morosas, cuando el Gobierno heleno apostaba por el 72%, incumpliendo de ese modo la promesa del líder izquierdista, Alexis Tsipras, de «no dejar caer ninguna casa en manos de los bancos». En concreto, la ley tan sólo dará protección absoluta a los hogares con rentas más bajas: apenas un 25% de las 400.000 hipotecas morosas –en Grecia hay 1.2 millones de viviendas registradas– se beneficiarán de esta ley. Este grupo recibirá subsidios para poder hacer frente a sus deudas.

Un segundo grupo con rentas más elevadas y viviendas con valor no superior a los 230.000 euros –el 35% de las hipotecas morosas– podrán atenerse a un modelo de pago a plazos de obligado cumplimiento, mientras que el resto quedará en riesgo de desahucio. En los últimos cinco años, los Gobiernos anteriores impulsaron una moratoria para impedir las ejecuciones hipotecarias. Por eso la oposición acusa ahora al Ejecutivo de Syriza de pactar una ley que empeora las condiciones en materia de vivienda.

Para el ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, en cambio, la nueva ley hipotecaria es un «objetivo alcanzado» del Gobierno heleno, pues las instituciones exigían al comienzo proteger tan sólo un 15% de las primeras viviendas. En ese sentido, Tsakalotos reconoció que «ha sido una difícil negociación llevada a cabo bajo presión de tiempo». Especialmente, «hay presión para acelerar la recapitalización de la banca», un proceso que debe concluir antes de finales de año para evitar quitas a los depósitos superiores a los 100.000 euros.

Sin tiempo que perder, ambas partes decidieron aplazar para diciembre otros de los temas más sensibles en la negociación: la cartera de créditos morosos de la banca, que en el caso de Grecia asciende a 107.000 millones de euros –un 60% del PIB–, la más alta de la UE. Atenas ha cedido mucho en esta cuestión y ha aceptado la venta de créditos en mora a fondos de inversión en el extranjero, los «fondos buitre», pero defiende que sólo se aplique para las grandes empresas, dejando fuera a los pequeños negocios, particulares o hipotecas. Inicialmente, apostaban por la creación de un ente público encargado de la gestión de dichos préstamos.

El único logro del Ejecutivo heleno ha sido evitar la subida del IVA a la enseñanza privada. Para cubrir esos 300 millones de ingresos, Atenas ha buscado medidas alternativas como la aplicación de un impuesto especial de cinco céntimos por cada apuesta en OPAP, la compañía con el monopolio de los juegos de azar. La otra propuesta consistía en aumentar 30 céntimos el precio de la botella de vino, pero la oposición por parte del socio menor de coalición ha forzado su paralización.

Tsipras no quiere obstáculos en la aprobación de las reformas exigidas por los acreedores. Por eso, el líder izquierdista forzó ayer la dimisión como diputado de su ex portavoz de Gobierno, Gabriel Sakelaridis, uno de los miembros más jóvenes del Gabinete y estandarte para esa franja de votantes de Syriza. Con una simple llamada telefónica, Tsipras pidió a su colega abandonar su escaño después de la aparición de informaciones que apuntaban su intención de no asistir a la votación de ayer. Tsipras no está dispuesto a gobernar con disidencias internas que pongan en duda su legitimidad.