Guerra en Europa
Ucrania se queda sin proyectiles mientras Rusia presume de una industria militar en expansión
Por cada cinco o seis proyectiles que lanza Moscú, las tropas de Zelenski contraatacan con uno o dos
La resistencia en el Congreso de Estados Unidos a aprobar una partida presupuestaria de 60.000 millones de dólares en ayuda financiera a Ucrania y las reticencias de Europa a reforzar su base industrial de defensa para seguir enviando suministros a Kiev están poniendo en un serio aprieto a las tropas de Zelenski, que cada vez más recurren a los drones explosivos ante la escasez de artillería. El Pentágono asegura que no puede proporcionar más equipos militares sin vaciar su propio arsenal, un mensaje parecido al que lanzan los gobiernos europeos. Algunos observadores incluso ponen una fecha. El ex coronel de la Marina francesa y analista militar Peer de Jong ha dicho que en aproximadamente un mes los almacenes de municiones en Ucrania se vaciarán.
Este mensaje ha sido alimentado por Vladimir Putin, quien el pasado 1 de enero aseguró que "el ejército ucraniano gasta 5.000 o incluso 6.000 proyectiles del calibre 155 al día, mientras que Estados Unidos produce 14.000 al mes". Su conclusión es que las armas occidentales que llegan a Ucrania se agotarán en poco tiempo.
Esta situación se ha agravado en las últimas semanas, pero diversos informes sostienen que las entregas de ayuda militar de Occidente cayeron drásticamente desde junio de 2023. La OTAN reveló en octubre que las potencias militares occidentales se están quedando sin municiones para que Ucrania pueda defenderse. La pasada semana, el periódico Wall Street Journal aseguraba que por cada cinco o seis proyectiles que lanza Rusia, los ucranianos solo logran contraatacar una o dos veces. El almirante Rob Bauer, el funcionario militar de mayor rango de la OTAN, lo expresó de una manera muy gráfica la advertir de que "el fondo del barril ahora es visible".
El problema no es solo que Ucrania se está quedando sin municiones sino que Rusia tiene una enorme base industrial de defensa que se ha puesto en pie de guerra financiada con los fabulosos ingresos petroleros. En 2023 el propio Putin dijo que la industria militar rusa es ahora más potente, produciendo ya tres veces más munición que antes. El inquilino del Kremlin también anunció que su país comenzará a fabricar y modernizar más de 1.600 tanques, cifra muy superior a los 400 que Ucrania tiene previsto recibir de Occidente. Otra de las puntas de lanza con las que Rusia ha amenazado es la producción "masiva" del misil intercontinental pesado Sarmat, armamento estratégico que, según Rusia, hacen inútil el escudo antimisiles estadounidense.
Además, Moscú ha recurrido a Corea del Norte para abordar el déficit de potencia de fuego consiguiendo del régimen ermitaño misiles balísticos y un millón de proyectiles de artillería. En Irán ha comprado miles de drones y misiles más grandes que podrían no ser tan capaces o efectivos como sus homólogos occidentales, pero que están disponibles.
Ucrania, en cambio, posee una industria armamentística pequeña y muy vulnerable a los ataques con misiles rusos. El oficial retirado Peer de Jong, citado por un medio ruso, cree que tanto el Ejército de Putin como el ucraniano se están esforzando para estabilizar el frente y realizar ataques estratégicos, pero eso requiere las capacidades adecuadas. De Jong cree que Moscú está llevando a cabo una "guerra de desgaste" destinada a "agotar" la moral y los recursos de las Fuerzas Armadas de Ucrania.
Nadie duda de que la invasión rusa de Ucrania cogió a los miembros de la OTAN y a los aliados europeos con el pie cambiado y con una industria pensada para tiempos de paz y con visibles cuellos de botella en la producción de material bélico. Desde el inicio de la guerra las principales empresas de armas han aumentado su producción animadas por los gobiernos nacionales. La Comisión Europea preparó un plan para entregar a Ucrania 1.000 millones de euros en munición de sus existencias actuales y pergeñó otro fondo para comprar colectivamente 1.000 millones de euros en munición para ayudar al país invadido. Pero no hubo acuerdo en si las compras tenían que ser a empresas exclusivamente europeas o de países de fuera de la UE.
A principios del año pasado, Occidente prometió a Ucrania que proporcionaría un millón de cartuchos de artillería para marzo de 2024, pero todos los indicios apuntan a que esta promesa no se verá cumplida. No falta compromiso político, dicen las cancillerías europeas. El problema es que la línea de producción de armas tienen unos tiempos que no van con los de la guerra. El presidente Zelenski contó recientemente en una entrevista a la CBS que el ejército ucraniano y el ruso disparan, cada uno y de media, unos 40.000 proyectiles de artillería al día. Hace un año, The New York Times publicó que el ejército ucraniano utilizaba en ese momento unos 90.000 proyectiles al mes, prácticamente el doble de lo que podían producir Estados Unidos y toda la Unión Europea juntos.
Mientras tanto, Alemania se resiste a enviar sus misiles Taurus y los F-16 de Países Bajos, Bélgica y Dinamarca no van a llegar a principios de año como se había previsto. En cambio, Rusia ya está disparando los misiles KN23 norcoreanos. Putin se frota las manos.
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