Reino Unido

Un Brexit sin peros ni condiciones

El nuevo primer ministro de Reino Unido se compromete a completar el divorcio con la UE con un acuerdo mejor que el negociado por May.

Boris Johnson, a su llegada ayer al número de 10 de Downing Street, la residencia oficial del primer ministro británico
Boris Johnson, a su llegada ayer al número de 10 de Downing Street, la residencia oficial del primer ministro británicolarazon

El nuevo primer ministro de Reino Unido se compromete a completar el divorcio con la UE con un acuerdo mejor que el negociado por May.

Boris Johnson siempre ha tenido una fascinación por el poder. Apuntaba ya maneras en la universidad, cuando se presentó en varias ocasiones –y por diferentes partidos– hasta conseguir presidir la reputada Oxford Union Society. Su padre, Stanley, quien por cierto fue uno de los primeros burócratas británicos elegidos para trabajar en la Comisión Europea después de que Reino Unido se uniera al bloque en 1973, cuenta que ya de pequeño decía que quería ser «el rey del mundo». Y el excéntrico político, protagonista indiscutible de la campaña euroescéptica del referéndum de 2016, cumplió ayer finalmente su sueño al mudarse a Downing Street, residencia oficial que en los últimos años se había convertido en prácticamente una obsesión. Particularmente desde que el verano pasado saliera del Gobierno de su predecesora, Theresa May, al no compartir con ella su estrategia negociadora con Bruselas.

Hay muchas diferencias entre May y Johnson. La personalidad reservada de la persistente hija del vicario anglicano choca frontalmente con el carisma estridente del que siempre ha sido el candidato favorito del presidente Donald Trump.

Y, sin embargo, políticamente guardan muchas más semejanzas de las que ellos mismos creen. Al igual que May, en su primer discurso como primer ministro, el excéntrico político recalcó que tenía muchos planes para Reino Unido. Prometió mejorar los servicios sociales, el sistema nacional de salud y poner más policías en las calles. Pero, como May, sabe que no podrá ejecutar ninguno de ellos hasta que solucione la crisis del Brexit.

Y, en este sentido, al igual que le pasó a May, el camino está lleno de obstáculos. Mientras que los diputados europeístas preparan su artillería para detener un divorcio sin pacto, los euroescépticos le harán la vida imposible si no cumple con su promesa. Por su parte, Bruselas repite por activa y pasiva que no está dispuesta a cambiar ni una coma del Acuerdo de Retirada cerrado el año pasado.

Como mejor metáfora de las dificultades que le deparan fue la cadena humana formada por manifestantes ecologistas que le cortaron el paso cuando se dirigió al Palacio de Buckingham a reunirse con Isabel II para aceptar la invitación a formar Gobierno.

Una vez en el Número 10, Johnson recalcó en un largo discurso de 13 minutos que Reino Unido saldrá de la UE el 31 de octubre –cuando termina la prórroga concedida por Bruselas– «sin peros ni condiciones», para dejar atrás «tres años en los que este país se ha convertido en rehén de las viejas discusiones de 2016», en alusión al histórico plebiscito.

«Ha quedado claro que hay pesimistas en casa y en el extranjero que piensan que después de tres años de indecisión, somos incapaces de honrar el mandato democrático», señaló. «Pero los agoreros se equivocan», aseveró, subrayando que no solo habrá Brexit, sino que Reino Unido se irá de la UE con «un nuevo acuerdo, un acuerdo mejor» que permita al país «maximizar sus oportunidades» en este nuevo escenario y, al mismo tiempo, «desarrollar una nueva y emocionante alianza con el resto de Europa basada en el libre comercio y el apoyo mutuo».

Johnson se mostró tan optimista que auguró que, aunque tiene tan sólo 98 días para conseguirlo, no va a esperar tanto «porque el pueblo británico lleva demasiado tiempo esperando». «Ha llegado la hora de actuar, de tomar decisiones, de ejercer un liderazgo fuerte y de cambiar este país para mejor», sentenció.

De momento, el nuevo «premier» sigue sin dar detalles sobre su hoja de ruta. Sin embargo, el hecho de que haya elegido como asesor a Dominic Cummings es una clara declaración de intenciones de que está dispuesto a llevar a cabo su órdago. Cummings fue el cerebro de la campaña euroescéptica «Vote Leave» que llevó a Johnson por todo el país en 2016 en un autobús rojo donde se decía que Reino Unido destinaba a la UE 350 millones de libras a la semana que se podrían utilizar en su lugar para financiar el Sistema Nacional de Salud. La cifra se demostró luego ser falsa. Asimismo, Cummings fue el responsable de la campaña que hizo que el país se quedara con su moneda, la libra, y no se uniera a la zona euro. Se trata de un euroescéptico convencido, intelectualmente brillante, reconocen hasta sus enemigos.

Al cierre de esta edición, Sajid Javid había sido nombrado ministro del Tesoro. La euroescéptica Pitri Patel, responsable de Interior, y Dominic Raab, nuevo ministro de Exteriores, quitando así la cartera a Jeremy Hunt, rival de Johnson durante las pasadas primarias.

En definitiva, un Ejecutivo del ala dura euroescéptica dispuesto a cumplir su propósito. Sin embargo, el Gobierno cuenta con una mayoría de tan solo dos escaños y el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, está dispuesto a presentar una moción de censura para forzar elecciones anticipadas antes de que termine este año. Así que el sueño ansiado de Johnson no va a ser tan idílico como él pensaba.