Legislativo
El vacío de poder en el Congreso impide a EE UU enviar ayuda a Israel y Ucrania
El republicano Tom Emmer renuncia a presidir la Cámara por el rechazo de Trump
Han pasado más de 600 días desde que Rusia invadió Ucrania en febrero del 2022 y en estos casi dos años Estados Unidos ha apoyado a su socio ucraniano con tanques, misiles, helicópteros, drones, artillería, sistemas de defensa militares, entrenamiento militar, ayuda humanitaria y mucho más. Todo por un valor de cerca de 75.000 millones de dólares. Es una cantidad mucho más elevada de la que EE UU ha invertido en otros países aliados en el pasado. En el año 2021 envió a Israel alrededor de 4.000 millones de dólares, aunque la cifra en estos momentos, en plena guerra, supera los 14.300 millones de dólares. Con estas cantidades de dinero queda claro el compromiso y apoyo que Washington está dispuesto a brindar a sus socios.
De hecho, al presidente estadounidense, Joe Biden, le encantaría aumentar estas ayudas económicas, pero la crisis en el Congreso no se lo está poniendo nada fácil, a pesar de que cuente con el apoyo de la ciudadanía. En una encuesta realizada por Quinnipiac, los estadounidenses aseguraron que apoyar a Ucrania era una cuestión de interés nacional y más de tres cuartas partes tenían el mismo sentimiento hacía Israel.
Durante su discurso ante la nación en horario de máxima audiencia la semana pasada, Biden prometió que haría «una solicitud presupuestaria urgente» al Congreso para apoyar a sus aliados Israel y Ucrania. La Administración actual quiere que se apruebe un paquete de seguridad nacional de 105.000 millones de dólares que incluye asistencia militar y humanitaria para Israel y Ucrania, además de fondos para reforzar la seguridad en la frontera entre EE UU y México y en la región del Indo-Pacífico, incluido Taiwán. Pero la apuesta va a ser complicada con una Cámara de Representantes que sigue paralizada por falta de un líder.
Las frustraciones y divisiones dentro del Partido Republicano están impidiendo que la idiosincrasia política estadounidense siga adelante con su rutina. Ayer, los republicanos de la Cámara Baja se reunieron para elegir un nuevo candidato después de dos opciones frustradas. La última el viernes pasado, cuando el representante por Ohio, Jim Jordan, no consiguió tampoco el apoyo suficiente para liderar la presidencia dejando el puesto vacío por tercera semana consecutiva. Hasta tres veces intentó ganarse el mazo, pero no hubo forma, el ala más conservadora del Partido Republicano no lo está poniendo nada fácil.
Ayer se pusieron de acuerdo sobre su nuevo candidato para ocupar la silla de la que el expresidente de la Cámara, Kevin McCarhty, fue expulsado. Pero, apenas unas horas después, el representante de Minnesota, Tom Emmer, que contaba con el apoyo de McCarthy, renunció por la fatla de apoyo de Donald Trump.
El expresidente aseguró en las redes sociales que elegir a Emmer sería «un terrible error». «Tengo muchos amigos maravillosos que quieren presidir la Cámara y algunos de ellos son grandes guerreros. Pero el falso republicano Tom Emmer, a quien no conozco bien, no es uno de ellos», aseguró.
Emmer necesitó tres rondas de votación para ser elegido candidato. Los expertos no tenían, sin embargo, muchas esperanzas puestas en él y muchos ya apuntaban antes de la votación a que ninguna de las nueve opciones que tenían los republicanos tienen el perfil necesario para asumir la responsabilidad que conlleva el puesto. Al fin y al cabo, el líder de la Cámara de Representantes es también el segundo en la línea de sucesión a la presidencia de EE UU.
El congresista republicano se opuso en el pasado a las maniobras de Trump por revertir el resultado de las presidenciales de 2016, lo que le ha pasado factura en un momento en que el partido se encuentra a merced de la voluntad del ala dura, afín al exmandatario. Emmer, líder adjunto de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, se hizo con 117 apoyos, frente a los 97 votos del congresita Mike Johnson.
Si la Cámara sigue carente de presidente, se corre el riesgo de no poder aprobar más ayuda para Israel y Ucrania. Además, el 17 de noviembre se cumplen los 45 días que se había dado de plazo para que el Congreso vuelva a enfrentarse a un cierre del Gobierno.
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