África

Vladimir Putin capitanea su influencia en África por teléfono

Los mandatarios ruso y maliense han establecido una línea de conversación directa que precede a la toma de decisiones en el Sahel

-FOTODELDÍA- SAN PETERSBURGO (RUSIA), 28/06/2023.- (i-d) Máscaras del presidente bielorruso, Alexander Lukashenko; del jefe del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, y del presidente ruso, Vladímir Putin, se muestran a la venta este miércoles en una tienda de San Petersburgo (Rusia). El presidente ruso, Vladímir Putin, intenta desacreditar la imagen del jefe del Grupo Wagner tras la abortada rebelión armada, con insinuaciones sobre una posible investigación de sus negocios y casos de corrupción, por lo que la amenaza de una persecución penal aún no ha acabado para Yevgueni Prigozhin, exiliado en Bielorrusia.
La muerte de Prigozhin no parece haber afectado a las relaciones entre Mali y RusiaAgencia EFE

Sólo hay un representante de Vladimir Putin en África Occidental. Su nombre es Assimi Goita, coronel de las fuerzas especiales malienses devenido en líder de la junta militar que gobierna Mali desde 2021. Fue bajo su mandato cuando Francia terminó expulsada del país africano tras diez años de operaciones antiterroristas, y fue Goita el primer gobernante del Sahel en contratar los servicios del Grupo Wagner para combatir a los enemigos de Bamako. Con Goita comenzaron a ondear las banderas rusas en un número creciente de capitales africanas. Ninguna nación del oeste africano mantiene unas relaciones económicas, militares y políticas más próximas con el Kremlin.

A cambio, Goita ha recibido de Rusia a los mercenarios que adiestran tropas malienses, pero también material militar traducido en drones, cazabombarderos Su-25, helicópteros Mi-8… además de haber firmado diversos acuerdos que salvan a Mali de la debacle económica, propiciada en parte por el bloqueo sistemático impuesto por la CEDEAO.

La alianza es firme. Vladimir Putin pretende utilizar Bamako como núcleo de una influencia que se extienda por las naciones vecinas en detrimento de los intereses de Francia, como si la capital maliense fuera la primera pieza de un efecto dominó que ya ha derribado las democracias de Burkina Faso y Níger y con vistas a continuar. Cada cierto tiempo, los dirigentes ruso y maliense sostienen conversaciones telefónicas que sirven como muestra de su estrecha relación. En los últimos dos meses, Assimi Goita y Vladimir Putin han conversado así en tres ocasiones: el 15 de agosto, el 10 de septiembre y, más recientemente, este 10 de octubre. A ello habría que sumarle la reunión sostenida el 29 de julio en el marco de la II Cumbre Rusia-África, momento en que ambos se conocieron en persona.

Acción-reacción

La primera llamada de los últimos dos meses ocurrió veinte días después del golpe de Estado en Níger. Según fuentes oficiales del Kremlin, en la conversación “se destacó la importancia de resolver la situación en relación con la República de Níger exclusivamente por medios políticos y diplomáticos pacíficos”, e igualmente se discutieron asuntos relacionados con los acuerdos bilaterales en que participan Rusia y Mali.

La misma semana que ambos sostuvieron esta conversación, efectivos de las Fuerzas Armadas de Mali (FAMA) iniciaron una ofensiva contra posiciones de la CMA (Coordinación de Movimientos de Azawad) que ha devenido en una nueva guerra contra el separatismo de Azawad, todavía en curso. Mientras se escriben estas líneas, las FAMA, acompañadas por asesores militares rusos y mercenarios Wagner, avanzan en dirección a Kidal, bastión tuareg, para conseguir un golpe de efecto que doblegue al independentismo del norte de Mali tras décadas de tiras y aflojas. Considerando que Putin y Goita son los dos líderes cuyas fuerzas están implicadas en la lucha contra Azawad, y que su conversación de agosto ocurrió en el momento en que se iniciaba la ofensiva mencionada, no hace falta ser un lince para establecer un vínculo razonable entre esta llamada y el inicio de la guerra contra Azawad.

El 10 de septiembre sonó el teléfono por segunda vez. Uno se pregunta cuál de los dos llamó. Nuevamente, la conversación trató en torno a la situación en Níger (nación que ha expresado su deseo de colaborar con Rusia tras el golpe de Estado en el mes de julio) y sobre las relaciones bilaterales entre Bamako y Moscú. Igualmente, Goita agradeció a su homólogo ruso el apoyo brindado durante la votación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas a la hora de aplicar nuevas sanciones contra Mali.

Pero, otra vez, en el curso de la misma semana que se desarrolló esta segunda llamada, un nuevo acontecimiento histórico tuvo lugar en el Sahel: Mali, Burkina Faso y Níger firmaron la Alianza de los Estados del Sahel (AES) para “establecer una arquitectura colectiva de defensa y de asistencia mutua para el beneficio de nuestros ciudadanos” y que ya ha dado sus primeros frutos en forma de operaciones antiterroristas conjuntas entre las tres naciones implicadas.

Comienza a verse una surte de acción-reacción que sigue a las conversaciones entre Assimi Goita y el mandatario ruso. El coronel puede alardear no sólo de conversar con Putin, sino de ser el socio principal de Rusia en África Occidental; se trata de su confidente e informante, su colaborador más próximo en la lucha antiterrorista y la pugna geopolítica que sostienen Rusia y Occidente en el suelo africano. Tras la muerte de Prigozhin, la estrecha relación entre Goita y Putin ofrece una respuesta a los analistas que dudaban si la participación de Rusia en el tablero maliense estaba acabada. Aunque es al contrario: es más fuerte que nunca. Los testimonios que recogen crímenes de guerra perpetrados conjuntamente por efectivos Wagner y militares malienses contra la población civil refuerzan esta idea, además de su cooperación en la presente ofensiva contra Azawad.

La última llamada tuvo lugar este martes, diez de octubre, exactamente un mes después de la anterior. ¿Qué sorpresas depararán el último intercambio entre Bamako y Moscú? Siguiendo la línea de institucional de sus conversaciones previas, Goita anunció en su cuenta oficial de X que habló con Putin “sobre nuestra cooperación en los ámbitos económico, de seguridad y de lucha contra el terrorismo”, aunque la totalidad de la conversación queda oculta a los oídos ajenos. Lo que parece claro es que el próximo 10 de noviembre habrá otra llamada, desde que puede apreciarse que este canal de comunicación directa abierto entre ambos aliados comienza a adquirir un carácter periódico. Cada mes, Putin coge el teléfono (o será Goita el que marque los números) y el coronel maliense pone al ruso al tanto de los sucesos ocurridos en los últimos treinta días.

Es su socio, su informante. En contraposición a esta amistad creciente, Emmanuel Macron, Joe Biden o Ursula von der Leyen han conversado en cero ocasiones por teléfono (o cara a cara) con el hombre que dirige la primera línea de defensa en la guerra contra el yihadismo saheliano. Lo que demuestra sin lugar a dudas, si es que quedaba alguna, que Rusia ha tomado definitivamente el relevo a Europa en la lucha antiterrorista y que los mercenarios Wagner, villanos o no, son los únicos combatientes europeos que nos protegen de lo que pueda desembarcar en la orilla norte del Mediterráneo. Las conversaciones entre Goita y Putin, paradójicamente, buscan proteger a Europa a largo plazo. Es así de contradictorio: una vez al mes se sientan nuestros enemigos a charlar sobre como expulsar a Europa de África mientras discuten nuevas formas de protegernos.