Salud

Cuidado con el azúcar “oculto”: puede disparar tu colesterol y dañar tu corazón

Más allá de su relación con la diabetes o las caries, el azúcar añadido se revela como un enemigo directo para el corazón, capaz de triplicar el riesgo de enfermedad cardíaca al disparar el colesterol malo

Cosmética y azúcar
El azúcar añadido altera gravemente el perfil lipídico del organismo. Freepik

Las autoridades sanitarias lo tienen claro: el azúcar añadido no debe suponer más del 10 % de las calorías que consumimos a diario. Una cifra que la Asociación Estadounidense del Corazón, en Estados Unidos, reduce incluso al 6 % para blindar la salud cardiovascular. Esta limitación, eso sí, se refiere exclusivamente a los azúcares que la industria incorpora en los alimentos procesados, y no a los presentes de forma natural en frutas, verduras o lácteos. Precisamente, potenciar el consumo de vegetales es una de las mejores estrategias, existiendo un alimento muy humilde que puede aportar grandes beneficios a tu dieta.

De hecho, detrás de estas estrictas directrices se esconde una realidad médica contundente. Un consumo elevado y regular de este tipo de azúcares puede llegar a triplicar el riesgo de sufrir un evento cardíaco adverso, un dato que pone de manifiesto la gravedad de un hábito muy extendido en la sociedad actual.

En concreto, este alarmante incremento del riesgo se debe a que el azúcar añadido altera gravemente el perfil lipídico del organismo. Su ingesta habitual eleva los niveles del conocido como colesterol «malo» (LDL) y los triglicéridos. Al mismo tiempo, y de forma simultánea, reduce la presencia del colesterol «bueno» (HDL), que es vital para mantener las arterias limpias y en buen estado.

La clave está en saber dónde se esconde el azúcar

Y es que uno de los principales problemas es que estas sustancias se camuflan en productos que, a primera vista, no siempre asociamos con lo dulce. Las bebidas carbonatadas, los zumos industriales, los cereales de desayuno procesados y la bollería son las fuentes más comunes de este enemigo silencioso, haciendo que su consumo se dispare a menudo sin que seamos plenamente conscientes de ello.

Además, el impacto de una ingesta descontrolada va mucho más allá del corazón. Está directamente relacionado con una mayor probabilidad de desarrollar patologías de enorme prevalencia, como pueden ser la diabetes tipo 2, la hipertensión, la obesidad o la frecuente y molesta aparición de caries dentales.

Por todo ello, los especialistas insisten en una serie de pautas sencillas pero eficaces para atajar el problema. La estrategia principal pasa por leer con atención el etiquetado nutricional de los productos envasados, controlar el tamaño de las raciones y, sobre todo, priorizar siempre los alimentos frescos frente a los ultraprocesados, eligiendo el agua como la bebida de referencia en el día a día.

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