Alejandro Amenábar

La boda de Oscar de Alejandro Amenábar

No es raro encontrarse a Amenábar y David por los aledaños de Gran Vía, comiendo o dando un paseo
No es raro encontrarse a Amenábar y David por los aledaños de Gran Vía, comiendo o dando un paseolarazon

Aunque el enlace estaba previsto para el invierno de 2014, el rodaje de «Regresión», lo ha retrasado hasta julio.

Dicen que «La vida te da sorpresas... Sorpresas te da la vida», y a mí Madrid me sorprende con una noticia en cada esquina. En esta ocasión ha sido en el barrio de Chueca que me vio nacer. El hilo de la madeja no nace en su centro, sino a unas manzanas, en el corazón del desaparecido cine Carlos III, en pleno barrio de Salamanca. Donde antes se veían películas de cine español y americano ahora se alza Platea, un gran multiespacio de ocio gastronómico. Entre sus cuatro paredes hay casi tantas estrellas Michelin como en la bandera de la Comunidad de Madrid. En su primer piso se encuentra el hilo conductor de esta noticia: el restaurante de Ramón Freixa. Una buena amiga, con gran capacidad auditiva y muy buena memoria, escuchó a dos personas hablar de la boda de Alejandro Amenábar y su novio, David: «Después de cinco años de noviazgo, al final se han decidido». «¿Con David? Cómo me alegro... El propio Alejandro dijo en una entrevista que David es un chico supersimpático, alegre y muy inteligente». Tras arrasar «Ágora» en las taquillas españolas, tamaño éxito comercial hizo posible que Alejandro Amenábar se permitiese comprar una vivienda de más de 400 metros cuadrados por cuatro millones de euros, un techo que comparte con su pareja, David (de 26 años frente a los 42 del consagrado director), cuando el cineasta no está localizando, rodando o montando alguna de sus películas. Está situada en la Plaza de España –desde el dormitorio se ve la plaza de Oriente–, se trata de un noveno piso y tiene una piscina privada en el ático del edificio. Alejandro y David lo han reformado totalmente y le han dado un aire mucho más moderno y acorde con su tiempo.

Un lustro de amor discreto

David es un joven que estudia Económicas en una universidad pública madrileña. Le falta poco para acabar sus estudios, que compagina trabajando para una conocida naviera española. Tan discreto como su pareja, le hemos podido poner cara gracias a varios reportajes robados publicados en las revistas del «cuore», unas secuencias en las que ambos disfrutan de jornadas de baño y deporte en alguna discreta playa gaditana. Tras cinco años de convivencia en el ático, han decidido dar un paso más que consolide su relación y, a pesar de que siempre han llevado con discreción su romance, a un servidor no le queda más remedio que contar lo que sabe. El enlace estaba previsto para finales de 2014, pero tuvo que posponerse hasta que Alejandro terminase de rodar su nueva cinta, «Regresión», cuyo estreno está previsto en Estados Unidos para finales del verano, pasado el mes de agosto. La protagonista de la nueva cinta es Emma Watson, conocida por su papel de Hermione en la saga de «Harry Potter». Las cuentas están claras: Amenábar tiene seis meses para montar y encajar la banda sonora. Después, boda y viaje de novios. Y a la vuelta de las vacaciones de verano, presentación y gira promocional de la película.

A la española

El enlace será en Madrid. Para tan señalado día de julio del presente año, se ha alquilado una finca en la zona norte de Madrid. Han decidido que les acompañen un número discreto de invitados: sólo sus familias y amigos más íntimos; se han caído las amistades de segunda fila y los compromisos profesionales. «La boda no va a ser austera, pero se van a evitar pomposidades. A ninguno les va y no quieren dar que hablar», aseguran en su círculo. Decisión inteligente dado el momento socioeconómico que atraviesa gran parte de la sociedad española. Amenábar sabe que su público no está para provocaciones. Si algo caracteriza al cineasta español es su austeridad y la discreción con la que lleva su vida privada. Raro fue verle participar en el «reality» de «Alaska y Mario» en la MTV. «Alejandro es así, lo da todo por los amigos».

Del banquete se va a encargar un buen amigo refrendado por sus dos estrellas Michelin. Los aperitivos y la cena salen de las manos de Ramón Freixa, garantía de buen gusto y vanguardia. Pero el cocinero no va ser el único que que pondrá su arte esa noche. Los novios van a contar con varios DJ de prestigio y fama internacionales. Madrid e Ibiza levantarán a los invitados de las sillas y les harán cantar. Muchos confían en que Alaska y Mario Vaquerizo, con sus Nancys Rubias, acaben subiendo al escenario y sacando el lado más canalla de familiares, amigos y artistas invitados de la talla de los oscarizados Penélope Cruz y Javier Bardem, Rachel Weisz o la frágil Nicole Kidman, amén de «Los otros» que están por invitar y confirmar su asistencia. La finca elegida es un búnker anti «paparazzis». No se pueden captar imágenes desde fuera. Más de 1.000 hectáreas de terreno garantizan que los recién casados no se dejen robar una bella estampa como a las que nos tienen acostumbrados cuando viajan o usan las redes sociales. Alejandro nunca ha escondido su condición sexual, simplemente ha decidido vivir una vida normal. El sábado del mes de junio va a ser largo; la pareja no ha dejado puntada sin hilo. Un amigo e invitado a la boda dice con una sonrisa cómplice que ambos «saben lo que quieren, tienen las ideas muy claras y ninguno es de delegar en terceros».

Su enfado con la Prensa

Amenábar no perdona que su familia se enterase de su intención de casarse por la Prensa. Esta vez fue un diario y no una revista del corazón. Sin embargo, en el «reality» de «Alaska y Mario» Alejandro reconoció sin reparos que en su vida sentimental había un protagonista: David. Pero que ambos eran muy discretos al tiempo que prudentes, y preferían huir de la fama y todo lo que ésta conlleva. Será el primer enlace para ambos. Aunque les separan 15 años, quizá éste sea uno de los secretos del éxito del amor y estabilidad en esta pareja. No está confirmado aún si ese mismo día les unirá en matrimonio una autoridad civil en la finca ante los elegidos o si esa misma semana, o probablemente el día antes, acudan con la máxima discreción a los Juzgados de Pradillo o al Ayuntamiento de Madrid para celebrar su unión civil. No se escuchará a Alejandro decir «¡Luces, cámara, acción!», le bastará con un «sí, quiero»... de película.