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María Zurita de Borbón: Un viaje, un tesoro, un placer

Empresaria. Con la memoria puesta en la añorada cocina de sus abuelos, aprovecha cada una de sus escapadas para ampliar su catálogo culinario

María Zurita de Borbón: Un viaje, un tesoro, un placer
María Zurita de Borbón: Un viaje, un tesoro, un placerlarazon

Empresaria. Con la memoria puesta en la añorada cocina de sus abuelos, aprovecha cada una de sus escapadas para ampliar su catálogo culinario

Su Selfiereceta: Ensalada de alubias blancas

Ingredientes:

-1 bote de alubias blancas cocidas

-1 pimiento verde picado

-1 cebolla picada

-2 zanahorias ralladas

-1 lata de maíz dulce

-2 tomates maduros picados

-1 lata de atún (opcional)

Para la salsa: batir una lata de anchoas y emulsionarla con aceite de oliva virgen extra. Sazonar al gusto.

Mezclar todo en un cuenco amplio y ¡a disfrutar!

María Zurita de Borbón, quien dirige su propia empresa de traducciones, Zesauro, no acostumbra a salir en los medios de comunicación, a pesar de lo cual hemos dado con su punto débil para romper con la norma: la cocina. «Es una de mis grandes pasiones. Aprendí de pequeña colándome en los fogones y mirando, hasta que me empezaron a dejar pelar patatas, cebollas o lo que fuese. ¿Soy buena cocinera? Eso habrá que preguntárselo a alguien que haya probado mis platos...».

María es de las que «si algo me gusta y me llama la atención, pregunto la receta. ¡Aunque no siempre con éxito!». Y dada la relación de su familia materna con Portugal no es extraño que «me apasione la cocina lusa, aunque en realidad disfruto de los platos típicos de donde me encuentre». También es de gustos sencillos y con preferencia por los de cuchara, «unas buenas lentejas o un buen cocido madrileño... Pero mi plato favorito son las alitas de pollo con puré de patatas» y, sin embargo, el que borda es la sopa de cebolla.

También deja un hueco en su agenda para las cocinas de fusión, a las que va de vez en cuando, aunque «no para todos los días». Su afición por la gastronomía es tal que no ha dudado en seguir cursos: «Me parece increíble cómo se pueden crear diferentes texturas, espumas, esencias o humos con los alimentos. Hice un curso que fue muy interesante, pero como experiencia culinaria, no para alimentarme a diario».

María reúne las dos premisas básicas, le gusta comer y le apasiona cocinar, de ahí que ansíe encontrar una buena materia prima: «Prefiero el mercado, así puedo consultar con los profesionales el mejor producto de ese día» y, en función de lo que le recomienden, así come. En su despensa nunca faltan «legumbres, verduras, pastas variadas, arroz... y si abres mi frigorífico, encuentras lácteos de todo tipo, quesos, yogures, leche, fiambres, fruta, verduras, carne, huevos...».

Y en una familia donde siempre se ha comido bien y variado, es lógico que María guarde en su memoria recetas de toda la vida: «Las de casa de mis abuelos maternos: las cremas, los huevos encapotados, las natillas caseras, la mousse de chocolate. Y, por supuesto, las de la casa de mis abuelos paternos: el salmorejo cordobés, el ajoblanco y los churros –de producción propia– con chocolate caliente». Cuando viaja procura traerse lo que para ella son tesoros, «productos de donde esté para intentar recrear los platos que he probado, aunque soy de las que piensan que no saben igual fuera de su origen. Por ejemplo, en China probé la carne de cocodrilo, que es lo más extraño y rico que he tomado, y la de avestruz».

María, tan exótica como comedida gastronómicamente, reconoce llevar una dieta muy equilibrada, variada y sana: «Intento comprar siempre productos orgánicos especialmente los del Kiki Market (calle Cava Alta, 21. Madrid) y consumo lácteos porque me gustan pero también desayuno semillas de chía y como mucha quinoa».

Mi restaurante favorito

«¡Tengo muchos! Pero uno de ellos es el Cipriani’s del Soho en Nueva York. Y en Madrid: Babelia, Larra, Treze, O’Pazo, José Luis, Thai Gardens y El Paraguas».