Moda

¡Vuelve el destape!

A Cristina Pedroche se le unió el cuarteto de «Cámbiame», en ropa interior, que cumplió a la perfección con su cometido: dejar al público con la boca abierta preparada para las uvas

Cristina Pedroche
Cristina Pedrochelarazon

A Cristina Pedroche se le unió el cuarteto de «Cámbiame», en ropa interior, que cumplió a la perfección con su cometido: dejar al público con la boca abierta preparada para las uvas

Allá por los años 70, una corriente cinematográfica ávida de mujeres ligeritas de ropa reinaban en las pantallas españolas. En una suerte de regresión, en el tránsito de 2015-2016, algunas mujeres y un hombre decidieron, quizá sin saberlo, y por supuesto, con más desparpajo, dar el «campanazo». Dos excepciones: La 1 y laSexta, que fueron las más ortodoxas en esto de despedir y recibir el Año Nuevo pulcras y sin alardes estilísticos.

El «efecto Pedroche» revoluciona las redes

Carlos Sobera, la corrección estilística en persona, llevó a su terreno vocalmente uno de los momentos más importantes del año. La misma voz que pone la emoción en los concursos que ha presentado en Antena 3 como «Atrapa un millón» la aplicó en el previo de las uvas. Lo que no se esperaba, o sí, porque es un profesional, fue el «efecto Pedroche». Si la colaboradora de «Zapeando» y presentadora de «Pekín Express» ya la montó el año pasado con un traje de transparencias, en el entremés entre el 31 y el 1 de 2016 optó por repetir la jugada, eso sí, con un traje con más empaque, puesto que el vestido llevaba la firma de Pronovias. Días antes declaró a LA RAZÓN: «Con este diseño me hubiera casado». Bien, la ingenua que esto escribe creyó que se refería a la capa color champán. Error. La capa era como el envoltorio de las golosinas: muy atractivo pero lo importante está en el interior. En la entrevista citada anteriormente, Pedroche decía que, transitando entre los 27 y los 28 años, estaba en condiciones de ponerse lo que quisiera. Lo cumplió. Con la ayuda de su compañero de «Zapeando», el diseñador Josie, volvió a procurar un atragantamiento previo a las uvas con un vestido de transparencias colocadas estratégicamente con el fin de ocultar las zonas púdicas de su cuerpo. Pedroche rompió con la superstición de llevar ropa interior roja, simplemente porque no llevaba ninguna. El vestido, diseñado por Hervé Moreau, el director creativo de la firma, llevaba 20.330 cristales tallados, unos detalles que, sinceramente, quedan muy bien para la ficha técnica; para la artística, quedará para la historia de las campanadas el desparpajo y la frescura de una presentadora que decidió hace tiempo mostrarse antes las cámaras sin complejos y con un punto irreverente, que ponía el picante post cena de Nochevieja no fuese que los aperitivos, los mariscos y demás viandas se hubiesen quedado un poco sosos. El «vestido» de Pedroche se convirtió en un fenómeno viral en internet. Dicho de otra manera, fue lo más comentado en las redes sociales. Sobre todo, reinó en Twitter. Tuvo el protagonismo de una noche en la que ninguno de los presentadores de todas las cadenas hizo un «Marisa Naranjo» y, así, el respetable consiguió tomarse las uvas sin atragantarse.

La presentadora tardó 40 minutos en ponerse el vestido y necesitó la ayuda de 3 personas para ponérselo debido a la complejidad del tejido y los botones decorativos.

Gracias a @Pronovias_ES por este súper vestido!!!!?????????????????? pic.twitter.com/0yzFszpe1Y

Con este llamativo diseño, Pedroche dejaba muy poquito a la imaginación. Algo que ya ocurrió el año pasado cuando enseñó las bragas en pleno directo con un atraje transparente negro.

Su modelito no dejó indiferente a nadie y los comentarios en las redes no se hicieron esperar para bien... y para mal.

De esta noche vieja lo peor de la #Pedroche eran esas manchitas que llevaba encima, y que luego me he enterado que a eso le llaman "vestido"

Ya están las feas y las repelentes criticando el vestido en el que ellas no caben ni en 20 vidas.Ole tu papo!!!! #Pedroche

Lo único que me da pena del tema #Pedroche es que quiera que hablen de ella por ir casi desnuda y no por su persona o profesión

-¿Alguien contrataría a la #Pedroche si no se desnudara así? -No, ni de coña. -Pues hace bien. https://t.co/HTAzx8HUPI

La receta de Chicote para la fobia a las uvas

Andrea Ropero y Alberto Chicote no buscaron más golpe de efecto que dar las campanadas sin sobresaltos. Chicote, como buen cocinero, se sacó de la manga una receta de uvas de Fin de Año que promete ser una tradición. Ropero tiene una especie de fobia a las uvas que se la quitó Chicote de un plumazo. Primero, las sustituyó por trocitos de melón, una alternativa nada desdeñable, aunque la segunda opción era mucho más estimulante: hacer una especie de brocheta de uvas regadas con mojito. Para los alérgicos a las uvas era una opción. Qué lástima que la diese en los minutos previos al evento, porque muchos espectadores se hubiesen apuntado a esta fórmula que, a priori, enriquece la tradición sin pervertirla. Ambos estuvieron como se presumía: alternativos, sin los golpes de efecto de Pedroche –que ya tiene su sitio en la Wikipedia en el apartado de las campanadas en España–, simpáticos y yendo a lo que importaba, a que los espectadores de LaSexta superasen los temidos cuartos para deglutir como se pudiese las doce uvas al ritmo de las campanadas.

Las misma capa de todos los años

Tradición al cuadrado. La pareja Anne Igartiburu y Ramón García fueron los más previsibles o, si se prefiere, el valor más seguro de las campanadas, sólo comparable a los de la Bolsa: ni te disgustas ni te emocionas. Fue lo más plácido de la noche, sin sobresaltos inesperados. La presentadora recurrió a su diseñador de cabecera, Lorenzo Caprile, para vestir de rojo, como dicta la tradición, con un vestido elegante y con pocos alardes, salvo un escote de transparencias con pedrería –supo a poco después de las transparencias hechas vestido de Pedroche–, mientras que Ramón García se ponía por montera esa capa que ya parece una segunda piel en su cuerpo. Lejos de la alegría adrenalítica del resto de las cadenas, ellos estaban contentos dentro de un orden. Fue lo más parecido a presentar un Telediario desde la Puerta del Sol sin más noticias que el reloj, los cuartos y las campanadas. Una corrección pulcra y ordenada, pero en la que, quizá, se echó en falta más exuberancia verbal y gestual. Ya dijo Igartiburu a LA RAZÓN que el espectador se iba a encontrar lo que esperaba. Y no mintió. Tan correctos ellos, no se permitieron ningún lujo aparte del cava, lo más espumoso de su especial de las campanadas.

En ropa interior

El equipo de «Cámbiame» era una de las grandes incógnitas de la noche. Fue la opción de Mediaset, que nos cogió a todos con el pie cambiado, pero que funcionó seguramente entre el público más joven. Marta Torné y los estilistas Cristina Rodríguez, Pelayo Díaz y Natalia Ferviú se mostraron en la línea de la cadena: desenfadados, con las emociones a flor de piel, sin llegar a las tarascadas de «Sálvame» y con un punto de irreverencia. En la previa hubo alguna lagrimita de emoción tipo «¿Qué he hecho yo para merecer esto?» pero en versión amable y agradecida. Prometían una sorpresa y la cumplieron: se quedaron en ropa interior, por supuesto roja, y por un momento parecieron una versión, algo más sofisticada, eso sí, de «Mujeres y hombres y viceversa» antes de que el o la tronista se metiese con algunos de sus pretendientes en un jacuzzi. Pasaron frío, sí, pero «¿A quién le importa?...». Cumplieron con su cometido: dejar a los espectadores con la boca abierta preparada para las uvas.