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Fran Rivera deja los toros por la chatarra y el vino

El 2 de septiembre su hermano Cayetano le cortará la coleta en la plaza de Ronda. A partir de entonces se volcará en su faceta de empresario y en su mujer e hijas, claves para que deje los ruedos

Además de como empresario de la plaza de Ronda, Rivera seguirá vinculado al mundo del toro como apoderado de algunos jóvenes que empiezan en el difícil mundo de los ruedos
Además de como empresario de la plaza de Ronda, Rivera seguirá vinculado al mundo del toro como apoderado de algunos jóvenes que empiezan en el difícil mundo de los ruedoslarazon

El 2 de septiembre su hermano Cayetano le cortará la coleta en la plaza de Ronda. A partir de entonces se volcará en su faceta de empresario y en su mujer e hijas, claves para que deje los ruedos.

Es un adiós esperado desde hace meses, el fin de una carrera taurina de 25 años. Francisco Rivera, Paquirri, tiene 43, hijo mayor del recordado diestro del mismo nombre, se retirará definitivamente como matador de toros el 2 de septiembre en la plaza de Ronda, de la que él es empresario, en la que tantas tardes de gloria vivieron su propio padre y su abuelo, el mítico Antonio Ordóñez, y en la que él debutó como novillero el 31 de mayo de 1992. Será en la tradicional corrida goyesca y, si no hay cambios de última hora, su hermano Cayetano le cortará la coleta. Una fecha única y especialmente emotiva para la familia Rivera, pero, sobre todo, para las dos personas que más han influido en su decisión de retirarse: su mujer, Lourdes Montes, y sus hijas, Carmen y Cayetana. Hace unos meses, durante un evento publicitario, Francisco confesaba a LA RAZÓN que «ha sido una decisión muy difícil de tomar, la he meditado mucho, pero me retiro pensando en mi esposa y en mis dos hijas».

Ahora lo tiene más claro todavía: «Ellas llevan mucho tiempo pidiéndome que deje los toros, sobre todo, desde que sufrí aquella dura cornada en el abdomen en la plaza de Huesca en agosto de 2015. Se asustaron muchísimo y se merecen que abandone esta profesión que tantas alegrías me ha dado, a pesar de los múltiples percances. Sé que en mi despedida en Ronda me voy a emocionar mucho, pero afronto una nueva vida mucho más tranquila, con mi familia, ocupándome de mis negocios y de mi gente». Por su parte, Cayetano reconoce que «quiero estar al lado de Francisco en su despedida, aun sabiendo la carga emocional que ello supone. Esta es una profesión de alto riesgo y ahora recuperará la tranquilidad en familia».

Una de las asignaturas pendientes de Fran es recuperar la herencia que su padre le dejó y que Isabel Pantoja se niega a darle. Él asegura que «la esperanza es lo último que se pierde, pero la situación te llena de indignación. Es incomprensible». Kiko Rivera, el hijo de la tonadillera, ha pedido en muchas ocasiones a su madre que entregue la herencia a sus dos hermanos, Fran y Cayetano, pero su poder de persuasión no ha dado resultados positivos.

Como decimos, una nueva vida en la que lo familiar y los negocios ocuparán todo su tiempo. Se estrenó como empresario montando una tienda de primeras marcas de ropa en pleno centro de Sevilla, Busatsu, que cerró con pérdidas. Al igual que el proyecto jamonero con su primo, el cantante Miguel Bosé. La recogida de chatarra y su posterior reciclado es un sector en el que las cosas le van mucho mejor. En él participa con un socio, Martín Bilbao, a través de las empresas Inglés Steel y Steel Suply. Otro de sus negocios está relacionado con la vinicultura, donde aparece como uno de los propietarios de la bodega Liba y deleite, junto a su socia, Maite Geijo, la primera sumiller de España. Con Cayetano explota comercialmente la finca El Recreo de San Cayetano, que perteneció a su abuelo Antonio Ordóñez, y que ahora la alquilan para celebraciones de eventos. Allí están depositadas las cenizas del cineasta Orson Welles y por ella han pasado rostros muy reconocidos, que van desde Ernest Hemingway a Adrien Brody, pasando por Mario Vargas Llosa o Lola Flores.

120 empleados

También, con su gran amigo Carlos Herrera, regenta el mercado gourmet sevillano de La Lonja del Barranco, ubicado junto al Guadalquivir y que reúne una serie de puestos en los que se sirven productos «delicatessen». Solamente allí, en puestos directos, trabajan a destajo 120 personas.

Pero es su papel de empresario de la plaza rondeña el que le causa más satisfacción porque la corrida goyesca en esta nueva etapa supone un homenaje anual a su abuelo Antonio, al que estuvo tan unido. Cuando le preguntan si tiene alma de empresario contesta sin titubear que «el secreto para que los negocios funcionen es rodearse de buenos socios y colaboradores. Soy un hombre inquieto y me considero un emprendedor». Le gustan las inversiones a largo plazo y, aunque tiene buenos asesores, asegura que las últimas decisiones las toma siempre él. Además, Rivera presta su imagen para distintas campañas publicitarias, como fue el caso de marcas de champán francés, güisqui, automóviles... Y es tertuliano en programas televisivos como «Espejo público». Ser imagen publicitaria le causa cierto pudor «porque no sé venderme», dice.

Uno de sus grandes sueños es que su hija Tana, que cumplirá la mayoría de edad el 15 de octubre, se vaya a vivir a Sevilla con él. Según el todavía torero, la joven tiene esa intención, en contra del deseo de su madre, Eugenia Martínez de Irujo, con la que Rivera estuvo casado entre 1998 y 2002. Por su parte, Carmen, que el 19 de agosto celebrará su segundo cumpleaños, es su otra hija, nacida de su matrimonio con Lourdes Montes, a la que adora. Un miembro de su cuadrilla le define como «un gran padre al que le encanta pasar todo el tiempo posible en casa con su hija. Habla constantemente de Tana y de Carmen, muere por ellas, y todos estamos seguros de que su mayor felicidad, ahora que se retira, será disfrutar de sus niñas. La llegada de Lourdes a su vida le devolvió la estabilidad que necesitaba».

Se retira como torero, pero seguirá unido al mundo del toro como apoderado de chavales que empiezan en este universo que aúna por igual alegrías y tristezas, tardes de gloria, y jornadas trágicas.