Moda

La moda también quiere salvar el planeta

Tejidos fluidos, vestidos en gasa de seda y trajes sastre marcan la tendencia del verano 2020. Los tonos tierra y los aguamarinas están en todas las propuestas.

Dolores Cortés apostó por las influencias tropicales en sus bikinis, bañadores y trikinis. Foto: GTRES
Dolores Cortés apostó por las influencias tropicales en sus bikinis, bañadores y trikinis. Foto: GTRESlarazon

Tejidos fluidos, vestidos en gasa de seda y trajes sastre marcan la tendencia del verano 2020. Los tonos tierra y los aguamarinas están en todas las propuestas.

Los desfiles celebrados ayer en la MBFWMadrid comenzaron con un guiño de Ailanto al medio ambiente. Los hermanos Aitor e Iñaki Muñoz, alter ego de la firma, construyen su propuesta para la primavera-verano 2020 a través de tejidos inspirados en motivos marinos, proyectando el deseo de conservación de los océanos. Ya la puesta en escena resultó una llamada de atención en este sentido a través de las perlas hechas con los plásticos que envuelven los tejidos que llegan a su atelier. Cada pieza está inspirada en la obra del siglo XVIII de Anne Vallayer Coster, sus bodegones con naturalezas muertas, y lo representa en sus estampados repletos de conchas, corales bordados en dos tonos que buscan profundidad, perlas, algas, estrellas y caballitos de mar.

«Still Life» o naturaleza muerta es una obra de arte que se sirve del diseño, el cromatismo, la composición y la iluminación para producir un efecto de serenidad y armonía. Vestidos en gasas de seda, volátiles y fluidas con capas drapeadas superpuestas y con chalecos joya que evocan las pequeñas perlas del mar, realizados por Mariana Barturen. Mezclas de texturas brillantes y mates, pañuelos que dibujan volúmenes, chaquetas de lino con estampados de lirios y tejidos que simulan redes de pesca. Y en cuanto a la paleta de colores, coral, perla, espirulina azul, verde musgo y ocre. Los collares de Les Fleurs Studio, los sombreros de Luis Benítez y y los bolsos de Laia Alen, pusieron el toque final al universo submarino de Ailanto.

Andrés Sardá, bajo la dirección creativa de su hija Nuria, nunca defrauda. Sitúa su propuesta en un «resort» americano con cabañas de madera. Al despertar en la habitación, la diseñadora viste a la mujer con lencería sofisticada, encajes ligeros en tonos pastel y algún rojo y negro, adornados con plumas y rasos. En la parte de baño, destacan prendas de piqué que dibujan distintos volúmenes y un triquini anudado en la parte delantera en tonos azul marino, camel y amarillo. Prendas en tonos crudo y pastel, también en rojo, delicadas, con tules. Mucho tejido que simula el crochet con braga alta adornada de volantes en la parte posterior dan paso a las prendas que lucirán las chicas en el autocine. Donde propone prendas en denim y tartán que aportan, pero no restan importancia a su propuesta de baño. Entrada la noche llega la diversión y el parque de atracciones. Para ello, la diseñadora crea piezas de encaje y seda en tonos como el algodón de azúcar para cerrar el desfile con un vestido de enorme cola de tul de plumeti tricolor. Elegancia y osadía para una mujer que se siente empoderada.

Estilo urbanita

Daniel Rabaneda presentó su tercera colección para Ángel Schlesser, en la que el estilo urbanita sigue estando presente. Siluetas fluidas tanto para mujer como para hombre. Sencillez de formas y minimalismo son rasgos distintivos del diseñador desde su llegada a la casa en febrero de 2018, una firma que en su 75 por ciento pertenece a Óscar Areces. «La simpleza es la marca de identidad de la firma y en torno a ella trabajo», comentó el modisto antes del desfile, en el que se han visto prendas en tonos inspirados por la tierra, aguamarinas, azules y grises. Chilabas, trajes de chaqueta con pantalones con aberturas laterales, vestidos plisados desde la cintura y un punto que emulaba un falso canalé en rombos. El traje sastre se sofistica con cuellos halter y espaldas al descubierto. Los tejidos más austeros como el falso denim, el lino o el algodón estampado se intercalan con tops y vestidos de punto. Como novedad, presenta vestidos largos, semitransparentes. «Ha sido un reto», decía el creativo.

Por otro lado, la razón del éxito de Brain&Beast es hacer única y exclusivamente lo que les da la gana. Ángel Vidal es la mente creativa detrás de la marca que surgió en 2010 y tanto él como sus colecciones rebosan ganas y energía. En la colección «Taboo» que presentó ayer mostró la liberación del alter ego tabú y prohibido. Mensajes contundentes como «Hapiness is a lack of fear» («La felicidad es la falta de miedo») podían leerse bordados en algunas de sus prendas más llamativas. Faldas de corte midi con bomber deportivas; vestidos con la espalda al aire y guantes largos o creaciones asimétricas son ejemplos de lo visto sobre la pasarela. Bolsos con apariencia de calzoncillos o tocados con forma de calavera y tul con arañas son complementos extravagantes con los que la marca barcelonesa busca romper convencionalismos.

El verano de Dolores Cortés tiene como referente el universo creativo de Henri Matisse y su pasión por la fusión entre lo pictórico y lo textil. Las influencias tropicales armonizan con estampados tropicales y elementos pertenecientes a culturas ancestrales y primitivas. Bikinis, bañadores y trikinis de forma «pañuelo» con frunces y anudados se entrelazan y realzan el cuerpo de la mujer de forma compleja y única. Bordados efectos collage, borlas y flecos de seda aportan a la colección un toque oriental. El resultado: mujeres que se convierten en odaliscas con estampados eclécticos donde conviven arabescos, dibujos geométricos, hojas y rayas.

«Venus a Roma» es el nacimiento de la diosa en una nueva Roma cosmopolita. Juan Vidal apuesta por prendas urbanas mezcladas con siluetas sacras. Tejidos como el lino, el gazar, el tul o el popelín de algodón trabajados con bordados de cintas de seda que recuerdan la ornamentación de las vasijas romanas. En una paleta de color puramente renacentista donde los blancos luminosos y tonos neutros conviven con el azul celestial y el dorado sacto de la Madonna de Rafael o los cielos de Boticelli.