Casa Real
El vestido de novia de la Reina Letizia 21 años después: un icono de elegancia y simbolismo
Se cumplen veintiún años de aquel lluvioso 22 de mayo en el que los Reyes dieron el 'sí, quiero'
Han pasado 21 años desde que Letizia Ortiz, por entonces una reconocida periodista, se convirtió en la princesa de Asturias al casarse con el príncipe Felipe, hoy rey de España. Aquel 22 de mayo de 2004 no solo marcó el inicio de una nueva etapa para la pareja, sino que dejó para la historia uno de los vestidos de novia más comentados y recordados de la realeza europea.
Diseñado por el modisto sevillano Manuel Pertegaz, el vestido fue una obra maestra que conjugó la tradición con la modernidad. De líneas arquitectónicas y silueta estructurada, estaba confeccionado en seda natural bordada con hilos de plata y oro. El diseño destacaba por su imponente cuello chimenea, una cola de cuatro metros y una mantilla real tejida en tul de seda. Cuando se conoció que Doña Letizia llegaría al altar vestida por Manuel Pertegaz, todo el mundo entendió que aquello era un homenaje a la moda española y que si se elegía la figura del diseñador nacido en Teruel no era fruto de un capricho o una casualidad. La Reina Letizia lució espectacular con su vestido de novia obra de Manuel Pertegaz.
Todos los detalles del vestido de novia de Letizia, 21 años después
Un diseño que destacó por ser de línea princesa, por su cuello chimenea, por sus bordados en hilo de plata y oro con el que se dibujaba, entre otros, el emblema de los Borbón, unos bordados también presentes en su fada. También destacaba su cola de 4,5 metros de largo y con 16 metros de diámetro. Un vestido del que se dijo en su día que costaba de 45.000 euros que Letizia no tuvo que pagar porque el creador quiso que fuera un regalo pero que quiso abonar 6.000 euros como cantidad simbólica. "Lo único que necesito, de aquí al 22 de mayo, es tranquilidad, pues me gustaría hacer un buen trabajo". Estas eran las primeras declaraciones de Manuel Pertegaz al conocerse que él sería el encargado de confeccionar el vestido nupcial. Eran los primeros días de febrero de 2004, tres meses antes de la boda real de Don Felipe y Doña Letizia, de la que hoy se cumplen quince años. Y añadía: "Será un broche de oro para mi carrera".
A diferencia de los vestidos de otras royals europeas, más etéreos o románticos, el de Letizia tenía una presencia firme y sobria, en perfecta sintonía con su personalidad y con el momento histórico que vivía la monarquía española. Pertegaz, entonces con más de 80 años y una carrera consagrada, logró captar esa dualidad entre la mujer moderna y el peso institucional de la Casa Real.Uno de los elementos más significativos del vestido fue el bordado del escudo de armas del nuevo escudo de la princesa, acompañado de flores de lis y espigas, símbolos de la monarquía y del campo español, respectivamente. Cada detalle tenía un mensaje.
Veintiún años después, el vestido sigue siendo objeto de análisis y admiración. Su elección se considera una declaración de intenciones: una apuesta por la moda española, el clasicismo refinado y la proyección de una imagen seria y comprometida con el papel institucional. No es un diseño que siga las tendencias efímeras, y tal vez por eso ha envejecido tan bien. Su silueta estructurada, el minimalismo en la ornamentación y la exquisita factura artesanal lo mantienen como un referente de elegancia sobria.